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								Centroamérica 
								- Guatemala 
								
								  
								
								La historia política de América Latina es una 
								usurpación constante del poder por pequeñas 
								elites que reivindicaban ideas democráticas y 
								violaban, al mismo tiempo e impunemente, 
								constituciones y soberanías populares. Si 
								tuviésemos que destacar un rasgo característico 
								de los países situados al sur del río Grande o 
								Bravo (frontera entre México y Estados 
								Unidos) sería probablemente el de la nefasta 
								tradición secular de intervencionismo militar en 
								la vida política. Unas cifras nos ayudarán as 
								entenderlo. 
								
								De los 1743 gobiernos soportados desde 1884 
								hasta 1984, el 44,8% fueron militares y el 38,4% 
								civiles, gobernando aquellos también más tiempo 
								(46,7%) que los civiles (42,5%).
								   
								
								Todo esto nos revela que los países americanos 
								han ido por un camino distinto de las vías 
								democráticas que sus constituciones prescriben. 
								Sólo en periodos muy limitados se consiguió una 
								auténtica subordinación a la soberanía popular. 
								El papel de los parlamentos nacionales y la 
								calidad de sus relaciones con sus respectivos 
								ejecutivos no han alcanzado la madurez 
								suficiente como para consolidar una auténtica 
								democracia en la región.    
								
								En varios países, Brasil y Bolivia 
								por ejemplo, se observa una sorprendente falta 
								de lealtad hacia los partidos por parte de los 
								propios políticos-legisladores, 
								
								hasta el punto de que un tercio de los 
								legisladores cambian de partido en el transcurso 
								de una legislatura. 
								Se llega entonces a una situación nada 
								esperanzadora: 
								
								los legisladores trabajan en su propio interés, 
								los presidentes utilizan su poder para cooptar a 
								la oposición, debilitar la supervisión del 
								Congreso sobre la política del ejecutivo y 
								convencer a los legisladores para que le 
								permitan el uso del más peligroso y autoritario 
								instrumento presidencial en una democracia: el 
								decreto.
								   
								
								Aunque existen instituciones regionales como el 
								Parlamento Latinoamericano, el Parlamento andino 
								e incluso uno indígena, nos centraremos en el 
								Parlamento Centroamericano, tres de cuyos 
								componentes, salvadoreños, han sido asesinados 
								en su ciudad sede, Guatemala. El proceso 
								de integración centroamericano, que es además el 
								de más antigüedad de toda América latina, se 
								descompuso totalmente en los setenta y ochenta. 
								En 1991 fue reavivado con el Sistema de 
								Integración Centroamericana (SICA). Los países 
								miembros (El Salvador, Honduras, Guatemala, 
								Nicaragua, Costa Rica, Panamá y como 
								observador República Dominicana) optaron 
								por llegar a una comunidad económica y política 
								que aspira a una profunda integración. Algunos 
								Estados, sin embargo, no han ratificado los 
								protocolos. Costa Rica es el menos 
								entusiasta de esta integración y podíamos 
								establecer un paralelismo malévolo con el 
								Reino Unido en el caso de la Unión 
								Europea, ya que aquél objetó su 
								incorporación a la Corte Centroamericana de 
								Justicia, aduciendo que en su estatuto existen 
								disposiciones que van en contra de su Carta 
								Magna, y tampoco ha ratificado el tratado que 
								establece el Parlamento porque su Asamblea 
								Legislativa consideró perjudicial delegar 
								facultades en un órgano supranacional. 
								   
								
								Funciona permanentemente y está integrado por 
								veinte diputados titulares por cada Estado 
								miembro con sus respectivos suplentes elegidos 
								por periodos de cinco años por sufragio 
								universal, directo y secreto, pudiendo ser 
								reelegidos. Sólo el Parlamento Europeo goza de 
								esta misma legitimidad democrática directa. A 
								estos hay que añadir el execrable cementerio 
								dorado de elefantes políticos ya que los 
								presidentes y los vicepresidentes de cada uno de 
								los Estados al concluir su mandato pasan a ser 
								"diputados centroamericanos" sin estar ligados 
								por mandato imperativo, gozando de inmunidades y 
								privilegios especiales e irresponsabilidad por 
								sus opiniones y votos. Los requisitos y las 
								incompatibilidades para ser diputado coinciden 
								con los que se exigen para serlo de las cámaras 
								nacionales, sin olvidar la de no poder ser 
								funcionarios de organismos internacionales 
								mientras dure el mandato. Es un instrumento de 
								cooperación regional de planteamiento, análisis 
								y recomendación, foro permanente para el diálogo 
								y el sano debate como medios de solución de 
								conflictos y la búsqueda de la paz, la 
								democracia y el desarrollo. Orienta los procesos 
								de integración y propone proyectos de tratados y 
								convenios, propicia la convivencia pacífica y la 
								seguridad regionales. Debe promover la 
								democracia pluralista y participativa. 
								   
								
								Su poder moral, institucional y pluralista es 
								aún más significativo por cuanto se sientan en 
								sus escaños de Guatemala prácticamente 
								todos los partidos de Centroamérica, Panamá 
								y República Dominicana, sin 
								discriminación de signo ideológico, en 
								agrupaciones comunitarias, e incluso dialogan 
								fructíferamente en su seno líderes que 
								antiguamente se enfrentaban con armas. 
								
								
								Es una instancia deliberativa, de diálogo y 
								recomendación de 30 millones de habitantes y 
								alrededor de 40 partidos políticos.
								   
								
								El parlamentarismo regional puede contribuir al 
								logro de sistemas políticos incluyentes de todas 
								las fuerzas y sectores sociales; la reforma y 
								modernización del estado y de las instituciones 
								con la reconstrucción de las economías, la 
								generación y mejor reparto de la riqueza, la 
								disminución de la polarización social y la 
								resolución de una vez por todas del problema 
								agrario y la cuestión indígena. En la actualidad 
								sólo es una instancia meramente consultiva, pero 
								ya se ha planteado evolucionar hacia estadios 
								más avanzados como el de tener competencias 
								presupuestarias, de control democrático y de 
								legislación regional, etc., para que llegue a 
								ser un verdadero Parlamento de integración con 
								plena capacidad de iniciativa.    
								
								
								El diálogo y no la violencia es su esencia. 
								Por ahora no se conocen las causas del asesinato 
								de los tres parlamentarios centroamericanos.
								El esclarecimiento total de los hechos, de 
								los motivos y de sus autores materiales e 
								intelectuales es esencial para el futuro del 
								parlamentarismo regional. Guatemala y el 
								Parlamento se lo deben a El Salvador, a sus 
								familiares y amigos.
								
								
								Aunque la investigación de los hechos 
								corresponde a Guatemala, no estaría demás 
								la formación de una comisión regional que dejara 
								satisfechos, en el derecho a la verdad, al 
								pueblo centroamericano. 
						
							
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														Luis Peraza PargaConvenio Rel-UITA/La 
														Insignia
 
														
														26 de febrero de 2007
														
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