El miércoles último en una
sesión fuera de lo ordinario, se discutió y retomó el tema de la pena de muerte.
Con discursos que daban pena ajena, algunos diputados hicieron un voto total por
la pena de muerte. Se dijo hasta el cansancio que los delincuentes tenían que
pagar por sus fechorías y todo ese discurso que ya conocemos cuando se trata de
aplicar la susodicha pena.
El tema se adornó con una
demostración de ninguna seriedad para proponer una ley de armas y municiones que
en primer lugar, no sanciona el uso y la portación sin licencia, y luego no
establece la diferencia entre las armas largas y cortas, las que pueden ser
defensivas como un cañón en una fortaleza y las de asalto como los modernos
fusiles Tabor de fabricación israelí. En fin una serie de despropósitos para
justificar una ley de los vendedores de armas y de los traficantes de
municiones. Pero nada que ver con una idea de seguridad ciudadana.
Pero lo más delicado es que
por mayoría de votos, se aprobó devolver el derecho de decidir sobre las vidas
de los ciudadanos al presidente de la republica. Indulto se llama esta “gracia”
que se le otorga al ciudadano presidente. No creo que los señores y señoras
diputados y diputadas, se hayan molestado en detenerse a pensar por un minuto,
que el derecho sobre vidas y haciendas es parte del derecho de la época feudal o
esclavista, es el derecho de los dictadores como Ubico, Somoza o
Pinochet, pero nunca una facultad de un presidente republicano.
Pero además, si se piensa en
el debido proceso, nada mas alejado del imperio de la ley que esta facultad de
soberano, como un rey de España o de Uganda, para un presidente
republicano. Creo que en esta ocasión a los diputados les falto demostrar que en
algún momento de su vida habían aprobado la cátedra del debido proceso, y sobre
todo, de institucionalidad republicana.
Por este conjunto de
razones, me parece que el presidente Álvaro Colom, si no quiere ir por la
abolición de la pena de muerte, debería plantear un veto a lo aprobado el 12 de
febrero por el congreso de la republica. Es lo menos que se puede esperar de un
presidente entrante que expresa defender el estado de derecho y la
institucionalidad democrática y republicana.
Miguel Ángel Sandoval
www.albedrio.org
15 de febrero de
2008