Se muestra implacable en las críticas al modelo
estadounidense en contraposición al europeo, “basado en la
solidaridad y el imperio de la ley”. Susan George, más de
treinta años de lucha, defiende la existencia de otro mundo,
de una alternativa al actual modelo de globalización
neoliberal: un mundo más participativo, ecológicamente
sostenible, más equitativo y más consciente de sí mismo.
Potencialmente posible, dice Susan George, si los
movimientos sociales asumen su enorme responsabilidad y
desarrollan su “capacidad para presionar a nuestros
gobiernos y hacer que nos escuchen”.
Entre risas, afirma que el mayor desafío que
enfrentamos es deshacernos de George Bush. Pero de momento,
dice, no va a ser posible... Ahora es tiempo de actuar:
“participando, uniéndose a algo, a otras personas...” El
movimiento social mundial es esa alternativa. Mejor
organizado, tendrá la fuerza necesaria para provocar esos
cambios. Pero aún no, todavía es pronto.
-
El título de su nuevo libro,
Otro mundo es posible si...
(Icaria/Intermón, 2004), sintetiza la esperanza del
movimiento altermundista. ¿Cuáles son esos condicionantes
que se deben cumplir para que ese otro mundo sea posible?
- Uno de los problemas más importantes es que hay
mucha gente que no tiene ni idea de cómo funcionan las
instituciones, de cómo es el proceso de decisiones y cómo
éstas afectan a sus vidas... Sobre todo, tenemos que saber
de qué estamos hablando: qué es el neoliberalismo, y saber
que está creando más y mayores desigualdades, empobreciendo
a la gente. El segundo punto que planteo es salvar el
planeta. El neoliberalismo es un sistema incompatible con la
supervivencia ecológica. Otro de los temas que considero
fundamental es la profunda división entre lo que podemos
considerar el modelo estadounidense y el europeo. El
estadounidense trata de dividir Europa porque la ve como un
rival potencial. Y en este sentido pienso que hay una
verdadera guerra entre Europa y Estados Unidos, que Europa
está perdiendo por el momento. Por eso creo que el cambio en
España es extremadamente importante porque puede empezar a
revertir la tendencia y hacer tomar conciencia a los
europeos de que tienen capacidad para cambiar el mundo hacia
un modelo diferente.
Y dentro de Europa, son vitales los movimientos
sociales, que la gente vaya tomando conciencia del mundo,
porque si no asumimos nuestra gran responsabilidad, se
acabará imponiendo el modelo estadounidense: un capitalismo
brutal sin poca o nula protección social, un modelo
ecológicamente insostenible y un modelo belicoso que invade
países utilizando la guerra como primer instrumento de su
política.
Tenemos además algo diferente que decir. Hay
suficiente riqueza en el mundo para que todo el mundo tenga
educación, salud, alimentos... Es realizable, no es un sueño
utópico, pero para conseguirlo tenemos que ir donde está el
dinero a nivel internacional, lo que implica gravar los
mercados internacionales, a las transnacionales, tener un
sistema eficaz y transparente de redistribución y, muy
importante, una estructura democrática externa que siga la
pista del dinero y determine junto a los gobiernos y todos
los sectores de la sociedad, las prioridades.
-
Primero fue el 11 de septiembre en Nueva York. Ahora ha sido
desgraciadamente el turno de Madrid. ¿Qué relación observa
usted entre terrorismo y globalización neoliberal?
- No creo que podamos establecer una relación directa.
Se demostró que los terroristas arrestados después del 11-S
eran de una cierta clase social, con formación. Por eso no
creo que podamos decir que se trataba de gente pobre
reaccionando contra el mundo rico, pero sí podemos decir que
existen inmensos focos de desempleo y de gente que se siente
fuera del sistema. Y cualquier sociedad que excluye a la
mitad de su población está condenada al fracaso.
-
¿Piensa usted que entonces los acontecimientos del 11 de
marzo en Madrid van a suponer un cambio a nivel
internacional?
- Eso espero... que Europa tome conciencia de sí
misma, decida ser un actor geopolítico, que se separe del
brutal régimen estadounidense y que promueva un modelo
europeo que sea posible en el resto del mundo.
-
Son más de treinta años los que usted lleva de lucha por los
derechos humanos, contra la pobreza, la deuda, el hambre...
¿Cuál es la crisis más inmediata que debemos enfrentar en la
actualidad?
- Deshacernos de George Bush (risas), pero no va a ser
posible por el momento... Bien, la crisis más inmediata es
la ecológica, es la exclusión. Y la respuesta es más o menos
la misma, la responsabilidad tan grande que tiene la
sociedad civil.
-
¿Cómo afecta la globalización a los Derechos Humanos?
- Miremos la Declaración Universal de 1948. Lo que
recoge son unos mínimos para tener un nivel de vida decente.
Eso es exactamente por lo que luchamos, y eso es exactamente
también aquello que la globalización neoliberal está
contribuyendo a destruir. En este sentido el papel de las
organizaciones no gubernamentales es crucial y la
responsabilidad del movimiento social, fundamental. Por eso
animo a las organizaciones a unirse, a formar alianzas. Esa
es la única forma que tenemos de vencer porque seremos
mayoría y tendremos entonces capacidad para presionar a
nuestros gobiernos y hacer que nos escuchen.
-
Tras este tercer Foro Social Mundial celebrado en India,
parece que el movimiento social mundial está creciendo, se
está haciendo más fuerte... ¿Puede ser este fortalecimiento
y sobre todo su heterogeneidad, fuentes también de potencial
debilidad?
- Creo que no. En realidad es increíble lo que se ha
hecho en cinco años. Lo que necesitamos ahora es estar mejor
organizados. Debemos tratar de planificar estrategias
comunes. Por eso creo que debemos celebrar muchos menos
plenos y muchos más seminarios y talleres donde los temas
son discutidos. Eso es lo que debemos hacer ahora: definir
cuáles son nuestros objetivos.
-
Usted ha dicho en varias ocasiones que hay motivos para la
esperanza... ¿Tiene entonces el movimiento social suficiente
fuerza como para provocar estos cambios?
- Aún no... Las ideas y la energía ya las tenemos,
pero necesitamos crecer en número de gente, mejorar nuestros
lazos, centrarnos más y fijar nuestras prioridades de una
forma natural. No es fácil, pero creo que estamos en el buen
camino. Lo fundamental eso sí, es fomentar buenas alianzas.
-
¿Qué impresión le ofrece la actual política exterior
norteamericana?
- Francamente, como estadounidense, creo que este
gobierno es una aberración y espero que les echen. Están
dañando profundamente las instituciones americanas. Creo que
se trata de un gobierno protofascista que está ejecutando un
golpe de estado. Esta gente representa una amenaza severa
para todos y Europa parece que no acaba de entender que
tratan de dividirla. Ahora mismo hay una guerra para hacerse
con el poder, y en este sentido, Europa debe mantener una
política exterior que no se tiene que basar en una carrera
armamentista con Estados Unidos. Al contrario, eso es lo que
sucedió con Rusia y de esa forma fue como la desmembraron.
Europa necesita un servicio de inteligencia competente y una
fuerza de intervención que pueda acudir a desastres
naturales y humanitarios. Pero no fuerzas de invasión como
las estadounidenses.
-
¿En qué sentido cada uno de nosotros puede contribuir a
hacer un mundo mejor?
- Participando, uniéndose a algo, a otras personas...
Haciéndose miembro de una organización, y asegurándose de
que esa organización se une a otras en grandes temas.
Alianzas. Si se hace sólo, únicamente conseguirás quizá
sentirte mejor contigo mismo.
-
¿Cuál es el papel de Naciones Unidas en la creación de este
nuevo mundo?
- Desde luego que debería tener un papel importante en
la creación de una agencia propia que gravase las
transacciones internacionales. Naciones Unidas en estos
momentos todavía sigue muy próxima a los intereses
americanos. Kofi Annan no es un “agente libre” pero lo está
haciendo bien en las circunstancias actuales. Aunque por
otra parte lamento la iniciativa del Global Compact
(principios de responsabilidad social a las empresas
multinacionales). No confío en esa iniciativa y creo que es
un gran error. Así que ciertamente, nunca diría que Naciones
Unidas puede ser un gobierno global.