Perú

           

Terremoto en Perú

Damnificados desesperan

Continúan las réplicas y la ayuda no es suficiente

 

 

La pesadilla continúa para los sobrevivientes del terremoto de más de 7 grados en la escala de Richter que, después del pánico y dolor por la pérdida de sus seres queridos, claman por ayuda en la región Ica, 250 kilómetros al sur de la ciudad de Lima.

 

 

Ante la escasez de agua, comida y abrigo, para soportar las noches frías algunos damnificados desesperados y hambrientos asaltaron camiones y saquearon comercios para alimentar a sus familias. La carretera que une a la capital de la República con el sur afectada por el sismo, la noche del viernes quedo habilitada y la solidaridad internacional y nacional continúa llegando a la zona devastada.

 

Hasta las primeras horas del sábado, de acuerdo al balance del Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) habría 510 fallecidos, 16.669 viviendas destruidas, 1.500 heridos y unos 80.000 damnificados, sin embargo, funcionarios advirtieron que las cifras pueden aumentar  debido a que perdieron contacto con sus enviados a pueblos alejados de Ica por problemas de comunicación telefónica.

 

Las imágenes que muestran la televisión y los diarios son desoladoras, el hermoso puerto de Pisco en donde desembarcó José de San Martín para iniciar su gesta liberadora, está completamente destruido. A cada paso hay viviendas arrasadas y cadáveres que aparecen entre los escombros. Al no contar con una morgue, los cadáveres, muchos mutilados, son apilados en la Plaza de Armas, en los centros de salud, en bancas de los parques a la espera de la llegada de una fiscal que decrete el levantamiento de los cuerpos y puedan ser sepultados.

 

Juan Mendoza, alcalde de Pisco, reveló que el 70 por ciento de las edificaciones de esa ciudad quedaron destruidas, el 20 por ciento está inhabitable y sólo el 10 por ciento se mantiene en pie.

 

En las ciudades de Cañete, Chincha, Pisco e Ica -que resultaron las más afectadas por el terremoto- hay filas interminables de pobladores en busca de comida y agua. La poca agua que pueden conseguir los bomberos y los camiones del municipio apenas alcanza para quienes viven en el casco urbano y no llega a los pueblos jóvenes ni a los poblados rurales en donde los baldes secos y ollas vacías evidencian el abandono.

 

La pobreza afecta al 50 por ciento de la población de Ica. Mujeres y hombres no tienen acceso pleno a sus derechos básicos, reciben míseros sueldos por trabajos en los que no se les reconoce sus derechos laborales, sus viviendas precarias, la mayoría construidas con paja y adobe (bloques de arcilla) sucumbieron ante el movimiento telúrico del miércoles último.

 

Desde el amanecer, decenas de personas se volcaron a las calles para pedir agua. Hasta ayer solo se entregaba botellas de agua mineral a los afortunados que alcanzaban ingresar a los registros del INDECI. De abrigo y comida todavía no había señales, aunque sí muchas promesas. No hay agua desde la tarde del terremoto porque los tanques y pozos que la almacenan no funcionan: los generadores eléctricos están apagados ya que el terremoto también destruyó el tendido eléctrico en la ciudad.

 

En ese panorama desolador se lleva adelante la acción organizada de los grupos de mujeres de la Federación de Mujeres de Ica, que sobreponiéndose al impacto de lo vivido, aunaron esfuerzos con la Comisión de Derechos Humanos de la región, con la Casa de Salud y con la Mesa de Concertación de Lucha Contra la Pobreza, a fin de canalizar la ayuda de diferentes sectores y entregarla en forma equitativa y evitar malos usos y tráficos.

 

María Teresa Saravia de la Federación de Mujeres de Ica, informó que en los distritos iqueños de Molinos, Aquijes, Pueblo Nuevo y Santiago, la destrucción es total, el 100 por ciento de las casas de adobe están derruidas.

 

La situación en Chincha -otra provincia afectada- es también muy difícil. Rocío Muñoz de la organización LUNDU, indicó que el 70 por ciento de las viviendas está inhabitable lo que ha llevado a la gente a dormir a la intemperie. Dijo que las necesidades prioritarias son agua, abrigo, alimentos para paliar estos momentos, porque se requiere mucho más para que se concrete la reconstrucción de los pueblos afectados.

 

Las réplicas continúan, suman más de 380, y aumentan el temor y la sensación de vulnerabilidad. Mujeres y hombres sufren a la vez por el dolor de la pérdida de sus seres queridos y por la dificultad para conseguir un poco de agua, algo de comida y una frazada. Muchos de ellos sólo cuentan con lo que tienen puesto, pues el terremoto los dejó en la calle y hasta el momento no recibieron ayuda por la incapacidad de las organizaciones del Estado para organizar el apoyo.

 

En los distritos de Lima: Barranco, Rímac, Pueblo Libre y la provincia Constitucional del Callao, donde parte de sus inmuebles pasan de los 50 años, la situación es de preocupación por el deterioro que presentaban. En otros distritos se dictaron ordenanzas para evaluar colegios y edificios.

 

Sin embargo, la tragedia parece ser mayor, conforme se desbloquean las comunicaciones, informaciones provenientes del departamento de Huancavelica dan cuenta que más del 50 por ciento de viviendas, escuelas y centros de salud de las provincias de San Juan de Castrovirreyna y Huaytará han sido destruidas como consecuencia del terremoto. La situación es dramática, la carretera quedó interrumpida por las piedras caídas durante los derrumbes generados por el sismo, no tienen agua ni luz y aún se desconoce el número de damnificados.

 

El presidente peruano Alan García advirtió que no se permitirá la delincuencia ni acciones “buitrescas” ante los hechos de saqueo y robo de los cuales son víctimas algunos comercios y camiones que transportan ayuda humanitaria a la zona devastada. Insistió en la necesidad de que se dejen a un lado las reacciones desesperadas y aseguró que nadie morirá de hambre o de sed, “pero deben acudir a los centros de distribución, a nadie se le llevara la ayuda a su casa”, dijo.

 

El presidente en declaraciones anteriores dio la impresión de que es él quien canaliza la ayuda, pero hasta el momento no se ha dado a conocer cual es el plan que ha diseñado el gobierno para enfrentar la emergencia y posterior reconstrucción. Tampoco se sabe cuando se restablecerán los servicios de agua, luz, desagüe y teléfono, qué acciones sanitarias realizarán para evitar una epidemia, cuando se iniciará la recuperación de clases y que pasará en los colegios que tienen aulas destruidas o inhabitables.

 

Julia Vicuña Yacarine

© Rel-UITA

20 de agosto de 2007

 

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