Uruguay
Por las razones que todos imaginarán esta semana decidimos
no seguir escribiendo sobre los temas a los que nos
referimos siempre. La esperanza y la alegría de todo un
pueblo, explicitada en las banderas, los cantos, los bailes
que se dieron en cada esquina y cada plaza del país, tanto
como en la cantidad de votos depositados en las urnas,
justifican que hagamos un paréntesis. Esa esperanza y esa
alegría nos llamarán rápidamente a seguir luchando contra
los remanentes del neoliberalismo y su doctrina de muerte y
exclusión. Hoy simplemente nos sumamos a la alegría,
compartiendo con los lectores algunos de los sentimientos
que recogimos en esa jornada histórica.
“Está mi
corazón en esta lucha. Mi pueblo vencerá. Todos los
pueblos, uno a uno, vencerán", profetizó Pablo Neruda.
Así empezaba
un correo electrónico que me envió una amiga hace unos
días convocando a la esperanza y a la celebración de
la victoria. Entusiasmado con la expectativa del
triunfo no le di a ese mensaje la trascendencia que
realmente tenía. Pero hoy en la mañana, al levantarme,
vi que mi vecino de enfrente,
insospechable de militancia política,
había colgado una bandera del Frente, cuando salí a
votar vi que mi vecina del otro apartamento también
había embanderado su casa.
Al llegar a
la mesa de votación, temprano, como corresponde a mi
edad, me encontré con una fila bastante larga. Pero
nadie se quejaba, la alegría
era el sentimiento dominante, el
"Votaste bien, ¿no?" sustituía a los saludos
habituales.
Finalmente, sobre las
nueve de la noche, toda esa esperanza, esa alegría
contenida, estalló en cantos, cohetes, bailes y
banderas que se agitan.
No importa
mucho hoy si la cantidad de senadores será tal o cual,
cuántos diputados tendrá cada partido, si mi candidato
tendrá o no un lugar en el Parlamento. Lo realmente
trascendente, lo que cambió es que este pueblo
se
dio la oportunidad de la esperanza. Como decía la
consigna de nuestros
vecinos brasileños: "Sin miedo a ser
felices".
Ariel |
Desde mi
perspectiva de apenas “votante solidario” -para
acompañar a los que quiero pero sin expectativas y sí
con muchas incertidumbres- creo que disfruto más a
partir de ahora, “el día después”, porque la
alternancia permite nuevas e inéditas reflexiones.
Este día me muestra,
por fin, un país en el cual por lo menos la mitad de
sus votantes decidió confinar a antiguos y modernos
gorilas civiles a sus jaulas, donde permanecerán,
furiosos, algún tiempo. Me muestra una izquierda
internamente balanceada entre “radicales” y
“moderados”, aunque quién sabe qué significan hoy
estas categorías. Y bien adentro de la izquierda este
día me muestra que el sector más votado es, en
realidad, una persona, y más aún, es un lenguaje, una
forma de presentarse contrariando la tradición, los
hábitos y la modorra del sistema político.
Me alegro por la
alegría de la gente, y si es por esperanzas, espero
que el mismo fervor y tenacidad para festejar se
manifiesten cuando haya que reclamar.
Carlos |
Salí a
festejar al Centro y haber podido compartir el
ambiente que allí se generó será un recuerdo para
siempre. Valió la pena esperar tanto para ver, por
ejemplo, carros tirados por caballos junto a
camionetas 4x4 y camiones desvencijados cargados con
gente feliz por la misma razón. Una imagen me quedó
grabada: en 18 de Julio un hombre vestido casi
miserablemente se paró ante otro muy bien vestido que
iba en el otro sentido. Ambos se tomaron de los brazos
y gritaron juntos: “Y ya lo ve, y ya lo ve, el
Presidente es Tabaré”. Se abrazaron y después cada
cual continuó su camino. Eran, y siguen siendo, dos
mundos totalmente distintos, pero anoche todos
estuvimos unidos en una misma alegría, una misma
esperanza. No sé qué otras cosas buenas podrán venir
ahora, pero lo que ya ganamos es la tolerancia y, por
fin, algo para festejar.
Estela |
En lo
personal, 2004 ha sido un año fenomenal. Con doble
nacionalidad, uruguaya y española, mi voto por
correspondencia fue uno de los que contribuyó al
triunfo del Partido Socialista Obrero Español el
pasado marzo. Siete meses después, mi voto contribuyó
a colocar en el gobierno, por primera vez en la
historia, a la izquierda en Uruguay. Simultáneamente,
en un plebiscito que anuncia los tiempos que vienen,
mi voluntad se sumó a la de la mayoría de mis
compatriotas para asegurar que el agua es nuestra.
Tres al hilo no es poca
cosa para quien está a punto de cumplir setenta años.
Enildo |
Gerardo
Iglesias
©
Rel-UITA
3 de noviembre de 2004
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