De Presidentes de la República
a campesinos sin tierra |
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El
gobierno paraguayo evita recuperar propiedades estatales
malhabidas que se encuentran en manos de políticos,
militares, diplomáticos y hasta de hijos de estos, según
revela un informe presentado ante la opinión pública por
la organización no gubernamental SEIJA.
Varios, políticos oficialistas, traficantes y hacendados de
origen brasileño, parlamentarios, hijos de connotados
exdiplomáticos y hasta expresidentes de la República figuran
en la lista de beneficiados por el Estado paraguayo con la
entrega de tierras que debían haber sido destinadas a
campesinos y agricultores sin propiedades para trabajar y
vivir.
La ley de reforma agraria denominada Estatuto Agrario
establece que el Instituto de Bienestar Rural (IBR),
actualmente denominado Instituto de Desarrollo Rural y de la
Tierra (INDERT), sólo puede adjudicar propiedades a aquellas
personas “que se dedican habitualmente a las labores
agropecuarias” y “que no tengan en propiedad otros inmuebles
rurales”; es decir a campesinos sin tierra. Estas parcelas
deben ser adjudicadas a los campesinos a precios 10 y hasta
20 veces menor que el del mercado, en diez cuotas anuales y
en parcelas de hasta diez hectáreas.
Sin embargo, desde la época de la dictadura stronista hasta
la actualidad, el mayor porcentaje de las tierras está
concentrado en manos de grandes terratenientes, políticos y
diplomáticos, mientras que el resto debe ser repartido entre
la población campesina, aunque esto tampoco se cumple como
lo establece la ley.
Así lo revela un informe dado a conocer por el Servicio
Jurídico Integral para el Desarrollo Agrario (SEIJA), una
organización no gubernamental paraguaya que trabaja por el
derecho humano a la alimentación mediante el acceso a la
tierra y la agricultura diversificada y sostenible del
sector rural, para lo cual brinda apoyo jurídico
organizativo y de capacitación a grupos y comunidades de
pequeños agricultores.
Esta organización define las “tierras malhabidas” como
aquellos inmuebles rurales propiedad del Estado que fueron
adjudicados en forma ilegal a personas que no tienen derecho
a recibir tierras fiscales.
En un informe elaborado recientemente SEIJA denunció que el
gobierno de Nicanor Duarte Frutos inició una tímida acción
judicial por medio de la Procuraduría General de la
República para investigar estos hechos, pero la abandonó
rápidamente. A pesar de las reiteradas denuncias el Poder
Judicial y el Ministerio Público se niegan a investigar la
entrega irregular de tierras a políticos, mientras que el
Parlamento no demuestra ningún interés en el tema.
Para la organización no gubernamental el principal problema
radica en que muchos dueños de propiedades malhabidas
pertenecen a los más encumbrados estamentos de poder dentro
del gobierno o están estrechamente relacionados con él, y
utilizan sus influencias para boicotear cualquier acción que
los deje al descubierto. Varios importantes integrantes de
algunos de los partidos de oposición también se beneficiaron
con la adjudicación indebida de extensas propiedades
estatales, por lo que tampoco han demostrado tener
intenciones de presionar al Poder Ejecutivo para que
investigue sobre estas denuncias y tolera este grave robo a
los bienes del Estado y de los campesinos sin tierra.
Los “sin
tierra” adjudicados
El informe de SEIJA indica que durante los casi 35 años que
duró la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) y, aún
posteriormente, el Estado adjudicó 11 millones de hectáreas
de tierras destinadas para la reforma agraria, y entre los
beneficiarios figuran expresidentes de la República,
militares, ministros, banqueros, empresarios y políticos
oficialistas, conforme a las investigaciones y denuncias
realizadas ante el Congreso Nacional por algunos
parlamentarios. Esta cantidad de hectáreas representa el 29%
del total del territorio de la República. El 57% de las 11
millones de hectáreas fue entregado a un grupo de 1.877
personas, mientras que el 43% restante fue repartido entre
288.883 beneficiarios (campesinos sin tierra).
Muchas de estas propiedades fueron posteriormente vendidas
por sus adjudicatarios por valores multimillonarios, por
estar localizadas en zonas de gran producción sojera y por
ser las mejores tierras agrícolas del país.
Los
“presidentes agricultores”
El revelador informe de SEIJA muestra que todos los
presidentes de la República, desde Stroessner hasta Luis
González Macchi, se auto adjudicaron extensas superficies de
tierra. Stroessner, por ejemplo, se benefició con 1.305
hectáreas localizadas en la localidad de Hernandarias, en el
departamento de Alto Paraná; en tanto que su consuegro, el
general Andrés Rodríguez, que lo derrocó para
posteriormente erigirse presidente de la República durante
el periodo 1989-1994, obtuvo 196 hectáreas en la zona de la
colonia Domingo Martínez de Irala, también en el mismo
departamento. El mandatario que sucedió a Rodríguez, el
ingeniero Juan Carlos Wasmosy (1994-1999), también obtuvo
270 hectáreas, mientras que Luis González Macchi (1999-2003)
tiene en su poder 85 hectáreas mal habidas cercanas a la
ciudad de Villeta, en el departamento Central.
El Estado adjudicó nada menos que en 17 ocasiones a Segundo
Eudoro Cáceres -político perteneciente al oficialista
Partido Colorado en el poder desde hace 60 años- un total de
17.522 hectáreas en el Alto Paraná, lo que representa el 12
% del departamento, cuando la ley estipula que se no puede
adjudicar más de 10 hectáreas a un solo agricultor.
Actualmente, las propiedades localizadas en esa zona están
valuadas en más de 2 mil dólares la hectárea.
En otro caso similar, Milton Machado, amigo del dictador
Stroessner, fue adjudicado en 49 ocasiones con un total de
1.542 hectáreas en el departamento del Amambay. En tanto que
conocidos capos mafiosos de la droga como Adilson Rosati (ya
fallecido) y Fad Yamil, fueron beneficiados en 12 y 11
oportunidades con 385 y 524 hectáreas respectivamente,
también en el Amambay.
En la lista de beneficiarios aparece también Joaquín Francis
Damota, a quien se le otorgó en 43 ocasiones un total de
2.964 hectáreas en el mismo departamento; Amelio Pelegrini,
adjudicado en 31 oportunidades con 620 hectáreas en el
departamento del Guairá; Esmair Riveiro Zacarías recibió en
34 ocasiones un total de 1.009 hectáreas en Concepción;
Víctor Riveiro Zacarías en 10 ocasiones obtuvo 200 hectáreas
también en Concepción; y Ceferino Miltos con 25
adjudicaciones de un total de 4.337 hectáreas. Y la lista de
los “sin tierra” sigue con el expersonero del gobierno
stronista Eugenio Sanabria Cantero, quien se benefició con
172 hectáreas; Eligio Tomás Franco, expresidente del Banco
de la Vivienda con 8.669 hectáreas; Crispinianao Sandoval,
exministro de Hacienda con 171 hectáreas; María Elvira
Fernández Lloret, hija del excanciller nacional José
Fernández Estigarribia, con 3.208 hectáreas. También la
esposa de éste, María Teresa Lloret de Fernández, fue
adjudicada con 3.000 hectáreas en el Chaco paraguayo, a
pesar de contar con propiedades ganaderas a su nombre.
También la hija de un exsenador por el principal partido de
la oposición, el Liberal Radical Auténtico (PLRA), Francisco
José de Vargas, Verónica, “adquirió” 4.000 hectáreas
ubicadas en la colonia San Miguel Arcángel, a un costo
irrisorio de menos de 1 dólar la hectárea.
El colmo es el caso del exdictador nicaragüense Anastasio
Somoza, exiliado en Paraguay durante un año (1979-1980),
quien también resultó ser un “campesino sin tierra”,
por lo que fue adjudicado con 8.000 hectáreas en Nueva
Asunción, departamento de Alto Paraguay.
Títulos de
propiedad nulos
Las adjudicaciones de tierras efectuadas por el Instituto de
Bienestar Rural (IBR) realizadas al margen de la ley, son
actos jurídicos nulos tanto para el Código Civil de Vélez
que rigió en Paraguay hasta 1987 como para el actual,
vigente desde ese mismo año, debido a que su objeto es
ilícito y existe un procedimiento fraudulento presumido por
la ley. “La nulidad pronunciada por los jueces torna la
situación al mismo estado en que se hallaban antes del acto
anulado, e impone a las partes la obligación de restituirse
mutuamente todo lo que hubieren recibido en virtud de él,
como si nunca hubiere existido. Esto implica que el título
queda nulo y las tierras vuelven al dominio del Estado, en
tanto que las mejoras introducidas al inmueble por el
detentador deberán ser recibidas por el Estado en concepto
de restitución de los beneficios usufructuados por el uso de
la tierra”, expresa la Ley de Reforma Agraria. Por tanto,
las propiedades pueden ser reclamadas directamente al actual
poseedor por parte del Estado paraguayo. Los terceros
adquirentes no pueden ampararse en las reglas de la buena fe
ni alegar que desconocían los antecedentes dominiales del
inmueble, pues la ignorancia de la ley no exime de su
cumplimiento.
Sin embargo, el SEIJA denunció que hasta el momento los
sucesivos gobiernos no han realizado ningún esfuerzo por
recuperar las tierras malhabidas, muy por el contrario, ha
hurgado en vericuetos legales para otorgar grandes
cantidades de hectáreas a las autoridades de turno.
Los datos
registrados por el SEIJA indican que la concentración de
tierra en el Paraguay es de 0,94%, casi la desigualdad
perfecta de acuerdo a los indicativos del coeficiente de
Gini que establece una escala de 0 a 1. De esta manera, el
Paraguay lidera el latifundio en Latinoamérica por encima de
Brasil (0,86%), Uruguay (0,84%) y Panamá (0,84%). Esta
situación se agrava si se tiene en cuenta que Paraguay es el
país con mayor proporción de población campesina en el
continente (43%), frente a los demás países que tienen un
promedio del 27%.
En
Asunción, Rosalía Ciciolli
© Rel-UITA
13 de
enero de 2006
FOTO: Campesino.org
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