Brasil
Finaliza UNCTAD XI
Algunas
expectativas y muchas incertidumbres |
El viernes 18 de junio
se clausuró en San Pablo (Brasil) la conferencia de las
Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo (UNCTAD). Los
gobiernos acordaron una breve declaración política ("El
espíritu de Sao Paulo") y un documento analítico más
detallado ("Consenso de Sao Paulo"), muy a tono con los
encuentros internacionales donde los problemas apenas se
denuncian, muchas cuestiones se insinúan y todos se
felicitan mutuamente por los éxitos cosechados.
Seguramente el encuentro en
Brasil permitió mantener a flote a la UNCTAD como un foro
público donde se pueden discutir más abiertamente muchos más
temas que en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Pero
de todas maneras, el encuentro recibió menos jefes de Estado
que en la anterior edición, y las delegaciones de varios
países fueron de menor jerarquía. Es más, buena parte de los
encuentros más esperados en la arena comercial se
desarrollaron en encuentros paralelos claramente por fuera
del programa oficial de la UNCTAD. Esto sucedió con la
reunión del "Grupo de los 20", la mini cumbre ministerial
informal de Estados Unidos, la Unión Europea y otras
naciones para destrabar las negociaciones en la OMC, e
incluso las discusiones de la UE con el MERCOSUR.
Estados Unidos y la Unión
Europea enviaron a sus máximos representantes comerciales (Robert
Zoellick y Pascal Lamy), pero para participar de esos
encuentros paralelos. A los pocos días abandonaron los
salones de la UNCTAD y dejaron a representantes de nivel
intermedio, aunque al frente de grupos numerosos. Cumplieron
un claro papel de vigilantes, cerciorándose que algunos
países revoltosos del sur no fueran a desencadenar una
"rebelión en la granja", y actuando con discreción para
dejar languidecer las iniciativas más osadas.
Desde el punto de vista de las
naciones del sur, el "Grupo de los 20" se mantiene en
funcionamiento, y sigue machacando por una apertura del
comercio agrícola. Pero no se logró ningún avance que
permitiera destrabar las negociaciones en la OMC. De la
misma manera, y en buena medida por las diferencias sobre el
comercio agrícola, las negociaciones entre el Mercosur y la
UE tampoco progresaron. Si bien todos los negociadores
repitieron su optimismo por un próximo acuerdo y declaraban
en público que todo marcha sobre ruedas, lo que se pudo
observar en el centro de convenciones de Anhembí es que los
negociadores europeos se fueron un día antes, y en los
corredores ya se habla de un posible "acuerdo light".
Brasil aprovechó tanto esos
encuentros paralelos como las actividades centrales de la
conferencia de UNCTAD para fortalecer su nuevo papel
internacional. El presidente Lula da Silva participó de una
larga lista de actividades con gobiernos, empresarios,
sociedad civil y la prensa; el canciller Celso Amorim hizo
otro tanto y se quedó hasta el último minuto, participando
de la presentación de clausura junto al ministro Gilberto
Gil y el secretario de la UNCTAD, Rubens Ricupero. Pero la
multiplicidad de foros a los que asistió Lula hizo que la
agenda temática se ampliara, y quedaron en evidencia varias
lagunas tanto en la política doméstica como en las
estrategias internacionales.
Entre los resultados más
concretos de la UNCTAD XI se encuentra el lanzamiento de la
tercera ronda de negociaciones del Sistema General de
Preferencias Comerciales (SGPC) y el establecimiento de un
grupo de trabajo sobre el precio internacional de los
productos primarios. El SGPC inicia nuevas negociaciones
entre los miembros del Grupo de los 77 y China, con
importantes potencialidades para incrementar el comercio sur
- sur y lograr nuevos márgenes de autonomía (La Insignia, 18
de junio). El análisis de alternativas sobre el precio de
las materias primas es una urgencia de varios países del
sur, y recibió a último momento el espaldarazo del caso que
Brasil le ganó a Estados Unidos por las distorsiones que
impone sobre el algodón (La Insignia, 19 de junio). La
conferencia también dio un paso adelante en abrir casi todos
los encuentros a la sociedad civil, y permitir el desarrollo
de un foro ciudadano.
De todos modos UNCTAD mantiene
varios desafíos y problemas. Los tironeos con la OMC
seguramente se mantendrán, pero tanto en esa organización
como en la UNCTAD se sientan los mismos gobiernos, y por lo
tanto ellos tienen las herramientas para inclinar la balanza
en un sentido o en otro. En ese camino la UNCTAD se encamina
a un recambio de su secretario general, quien está haciendo
uso de una extensión de su mandato. Por cierto que será
difícil reemplazar al brasileño Rubens Ricupero, quien
usualmente va más allá de las tibias declaraciones
gubernamentales y denuncia las asimetrías en la
globalización actual. La nominación del sucesor corresponde
al secretario general K. Annan, y necesita del respaldo de
la asamblea general de la ONU.
Ricupero brindó varias ideas
importantes sobre el papel de la sociedad civil en el marco
de las Naciones Unidas. Advirtió una vez más que muchas
organizaciones ciudadanas surgen por la crisis de la
democracia representativa (La Insignia, 14 de junio), pero
avanzó todavía más al decir que se debería buscar un sistema
similar al utilizada por la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) -en esa institución la representación es
tripartita: gobiernos, empresarios y sindicatos-.
En cuanto a los dos documentos
que los gobiernos aprobaron por consenso, es evidente la
diversidad de cuestiones en juego, los diferentes énfasis y
las dificultades en identificar caminos alternativos. Por
ejemplo, en el "Espíritu de Sao Paulo", los gobiernos
cuestionan la globalización -afirman que "la mayoría de los
países en desarrollo, en especial los de África y los países
menos adelantados, han quedado al margen del proceso de la
globalización"-. Pero a pesar de esos testimonios no
presentan una alternativa distinta a la globalización, sino
que esperan que los actuales procesos mundiales de alguna
manera les generen beneficios. Se conforman entonces con una
reforma en el acceso a las pretendidas ganancias de esa
globalización, y vuelven a insistir en liberalizar todo el
comercio. De esta manera los países del sur en el marco de
la UNCTAD, así como algunos grupos (notablemente el G-20)
quieren todavía más liberalización comercial. En el
"Espíritu de Sao Paulo" sostienen que es "preciso centrar la
atención en la capacidad de la liberalización del comercio
para contribuir al alivio de la pobreza", e incluso apuestan
a la Ronda de Doha de la OMC como opción privilegiada.
A partir de ese tipo de análisis
se llega a la cuestión de la "coherencia", uno de los temas
centrales de UNCTAD XI, entendida como la coordinación,
complementaridad y consistencia entre los el sistema
financiero internacional, el sistema comercial global y la "governanza"
económica mundial. Frente a estas cuestiones tanto el
"Espíritu de Sao Paulo" como el "Consenso de Sao Paulo"
ofrecen la idea que basta una cierta coherencia entre esos
ámbitos para generar nuevos caminos hacia el desarrollo. Es
claro que en la actualidad esos espacios regularmente actúan
en forma contradictoria, y que con ello estrangulan a los
países del sur (como lo hace el FMI y el Banco Mundial al
imponer restricciones sobre los presupuestos nacional), pero
es ciertamente ingenuo sostener que con coordinar esos
ámbitos se lograrán las soluciones de fondo. En realidad lo
que se necesita es una reforma sustancial de esos espacios.
La tarea necesita entonces de una cirugía más profunda que
todavía aguarda diagnósticos más certeros.
Eduardo Gudynas *
Integración Sur / D3E. Brasil
Convenio La
Insignia / Rel-UITA
23 de
junio del 2004
* E. Gudynas
es analista de información en D3E
(Desarrollo,
Economía, Ecología, Equidad América Latina).
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