“El tren, algunas
veces, pasa una sola vez”, dijo Tabaré Vázquez el 9 de agosto en una
conferencia organizada por la Cámara de Comercio Uruguay-Estados Unidos
y el Congreso de las Americas, en la que participó el representante
adjunto de Comercio de los Estados Unidos, Everett Eissenstat. El
presidente uruguayo se mostró partidario de negociar con “pragmatismo”,
enfatizó que en materia de negocios no es bueno actuar en base a
“ideologías” y que está dispuesto a llegar “tan lejos como sea posible“
en sus relaciones con la potencia del norte. “En materia de comercio con
los Estados Unidos, Uruguay no parte de cero, hay un camino recorrido y
también un camino para recorrer. Estamos dispuestos a ello”, dijo
Vázquez, aunque aseguró que también pretende mantener buenas relaciones
con el Mercosur.
Sentarse a negociar
Según todos los
analistas, desde la derecha hasta la izquierda, desde los sindicatos
hasta los empresarios, Tabaré Vázquez envió una clara señal de que
pretende firmar un TLC con Estados Unidos, aunque se cuidó de hablar
explícitamente de libre comercio. Sabe que el gabinete está dividido,
que buena parte de la población se opone a un TLC y que su fuerza
política, el Frente Amplio, tiene una resolución expresa que rechaza ese
tipo de acuerdos. De ahí que se busque abordar la temática a través de
otros nombres, como el ABC (Acuerdo Bilateral de Comercio), cuando los
negociadores estadounidenses acaban de asegurar que la propuesta para
Uruguay es un acuerdo idéntico al que acaba de firmar Perú.
A apropósito, la
economista Ariela Ruiz Caro en su libro Riesgos del TLC Perú-Estados
Unidos, recuerda que en el caso andino el Congreso fue ajeno a las
negociaciones y se limitó a ratificarlo; que la estrategia
estadounidense consiste en “dejar los temas sensibles como propiedad
intelectual y el agrícola para el final”, como sucedió con México, Chile
y Centroamérica; que el proceso de negociaciones es “prolongado,
extenuante y costoso” y que siempre está marcado por los negociadores de
Estados Unidos que proponen falsos blancos para distraer la atención;
que la superpotencia se caracteriza por “ausencia de contrapropuestas a
los planteamientos andinos en los temas más sensibles, cambios de jefes
en las mesas de negociaciones y ausencia de negociadores en algunas de
ellas, sin que mediaran aviso alguno”1.
Luis Guillermo
Restrepo, miembro del grupo técnico colombiano que representó al sector
salud en la mesa de derechos de propiedad intelectual, concluyó en su
carta de renuncia que luego de 18 meses “nunca existió negociación y que
para poder firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos es
necesario abandonar la estrategia de 'negociación por intereses',
traspasar las 'líneas rojas' y aceptar unas disposiciones que eleven la
protección a niveles similares o superiores a los de los tratados
firmados por ese país con Chile y los países centroamericanos”2.
Así y todo, el
presidente uruguayo está decidido a comenzar el proceso negociador antes
del mes de octubre, como lo demanda el Congreso estadounidense. Quizá la
jugada más importante que anunció Vázquez el 9 de agosto consiste en
sortear la oposición de su propia fuerza política. “Este tema no lo
resuelve sólo una fuerza política, este tema lo resolvemos entre todos
los uruguayos”, dijo el presidente. En el fondo se trata de una amenaza:
el TLC podría aprobarse con los votos de la derecha y una parte de la
izquierda, aunque Vázquez pretende que la mayor parte de su partido se
sume a un eventual acuerdo para evitar pagar elevados costos políticos.
Y además, las
papeleras
El claro guiño de
Vázquez llega en un momento en el que se produce una fuerte disputa
entre el gobierno argentino y el FMI. El 7 de agosto la representante de
Comercio de Estados Unidos, Susan Schwab, declaró a la prensa que
Washington pretende excluir a Argentina, Brasil y Venezuela, entre otros
once países, del Sistema Generalizado de Preferencias que permite
venderle a Washington más de 3.000 productos sin aranceles. La respuesta
del presidente Néstor Kirchner no se hizo esperar: “Nosotros ya no
tenemos relaciones carnales con nadie. Somos un país independiente”,
marcando de esa manera distancias con el período en que Carlos Menem
había establecido “relaciones carnales” con Estados Unidos con
resultados catastróficos para el país3.
La misma semana el
Banco Central de Argentina propuso a Paraguay y Uruguay eliminar el
dólar en sus intercambios comerciales, como ya decidieron hacerlo
Argentina y Brasil hace dos semanas. La iniciativa se encamina a
conseguir una moneda única para el Mercosur, lo que podría significar
una seria consolidación de la alianza comercial. Hasta el momento, y
aunque Uruguay consideró la propuesta como “interesante”, el presidente
del Banco Central oriental, Walter Cancela, señaló que la medida “para
Uruguay puede tener dificultades” porque “es una economía muy
dolarizada”4.
En suma, la parte uruguaya recibió la propuesta con cierto escepticismo.
Lo que sigue
marchando viento en popa en Uruguay son las papeleras. La segunda semana
de agosto, una semana oscura por cierto, trascendió que ya son cinco las
papeleras que pueden instalarse en un pequeño país de 18 millones de
hectáreas. A los emprendimientos de la finlandesa Botnia y la española
ENCE sobre el río Uruguay, motivo de conflicto con Argentina, se sumó
hace varios meses la propuesta de la empresa sueco-finlandesa Stora Enso
de instalar una planta en el centro del país. Ahora trascendió que una
empresa canadiense pretende instalar otra más, pero el ministerio de
Industria mantiene la iniciativa en “absoluta reserva”; mientras,
empresarios iraníes adelantaron que pueden instalar una quinta planta en
la laguna Merin, fronteriza con Brasil5.
Un país que luego de
la dictadura militar (1973-85) se destacó como paraíso financiero,
pagando un elevado costo económico y social al hundirse la industria
nacional, ahora puede convertirse en el paraíso de la industria
papelera, una de las más contaminantes que existen. Y, bajo un gobierno
que se proclama progresista, todo indica que comenzarán a darse los
primeros pasos para la negociación de un TLC con Estados Unidos sin la
necesaria oposición de los movimientos sociales: la marcha contra el TLC
convocada el 9 de agosto contó sólo con 500 manifestantes.
Raúl Zibechi
Agencia Latinoamericana de
Información - ALAI
11 de agosto de 2006
Notas:
1
Brecha, 4 de agosto de 2006, "Detrás de los
números".
2
Idem.
3
Página 12, 9 de agosto de 2006, p. 4.
4
Idem.
5
El País, 9 de agosto de 2006.