Entre la zanahoria y el garrote:

La política de Bush hacia América Latina

 

La próxima visita de George W. Bush a América Latina, del 8 al 14 de marzo, es considerada por muchos comentaristas como un intento tardío por remendar las relaciones con una región que ha estado rezagada entre las últimas prioridades de la agenda de su administración y que a todas luces se le resbala de las manos. Mientras tanto, el cambio reciente a una mayoría demócrata en ambas Cámaras del Congreso de EE.UU. está levantando interrogantes en cuanto a la posibilidad de que provoque cambios en las políticas hacia la región.

 

ALAI entrevistó al estadounidense, historiador y analista de asuntos latinoamericanos, Roger Burbach1 sobre la evolución última de la política de EE.UU. hacia América Latina. Él comentó que a los recientes cambios políticos que atraviesan la región –bajo la iniciativa de gobiernos inclinados hacia la izquierda y de movimientos populares que han conducido al auge de una agenda reformista opuesta al neoliberalismo y al militarismo estadounidense, no se les ha respondido en forma tan agresiva como EE.UU. solía hacerlo en el pasado. El analista considera que este hecho se debe no tanto a un cambio en la política hacia la región, sino al fuerte involucramiento del gobierno Bush en las guerras, primero en Afganistán y ahora en Irak. "La administración Bush ha estado tan ocupada y obsesionada con sus guerras imperiales en esos países, que no ha podido dedicar los mismos recursos, como lo ha hecho históricamente cuando se siente amenazado, incluso por gobiernos reformistas, del estilo de Evo Morales y ahora del gobierno de Rafael Correa" (en Bolivia y Ecuador, respectivamente).

 

En años recientes, se ha visto una línea política relativamente moderada hacia la región. No obstante, desde febrero de este año, hay muestras de un nuevo giro en la política, desde que John Negroponte asumió como Secretario de Estado Adjunto. "Como sabemos, reciente e históricamente, Negroponte ha adoptado una línea muy dura e intervencionista hacia todo lo que se percibe como amenaza para el sistema estadounidense en América Latina. Él ayudó a orquestar la guerra de los "contras" en los años 80, contra los sandinistas en Nicaragua". De 2005 a 2007, Negroponte fue Director de Inteligencia Nacional, y antes de ello, embajador en Irak. "En recientes declaraciones, ha indicado que está asumiendo una línea implacable frente a Hugo Chávez", comenta el analista norteamericano.

 

Burbach ubica dos fases en la política de la administración de Bush hacia el hemisferio: inicialmente, fue controlada principalmente por los neoconservadores, bajo la figura dominante de Otto Reich, nominado en 2002 como Subsecretario del Departamento de Estado para Asuntos Hemisféricos, y luego (cuando su nombramiento fue rechazado por el Congreso), como Emisario Especial para Iniciativas del Hemisferio Occidental en la presidencia. "Reich adoptó una actitud de mano dura contra Chávez, y es probable que haya contribuido a orquestar la participación de EE.UU. en el golpe contra Chávez en 2002", asevera el historiador.

 

Después de que Reich dejara su cargo en el Departamento de Estado, en 2003, bajo una lluvia de críticas, se produjo un cambio cuando Thomas Shannon asumió la conducción de los asuntos hemisféricos, y en 2005 fue confirmado como Subsecretario del Departamento de Estado para Asuntos Hemisféricos, puesto que aún mantiene. Shannon "introdujo una línea un tanto distinta. Él prácticamente aceptó como un hecho la elección de Evo Morales en Bolivia, así como las victorias electorales sucesivas de Hugo Chávez en Venezuela. Al mismo tiempo, durante los últimos 18 meses, EE.UU. ha bajado el tono de su discurso frente a Chávez, por lo menos en el Departamento de Estado", destaca Burbach, a la vez que reconoce que las voces disidentes desde el Consejo de Seguridad Nacional y la Casa Blanca, han estado presionando por una línea más firme. Estos sectores buscan distinguir entre la "mala izquierda" y la "buena izquierda" en América Latina: la “mala izquierda” incluiría particularmente a Chávez y hasta cierto punto a Morales, y por supuesto a Cuba como siempre; la “buena izquierda” sería la de Brasil con Lula y de Argentina con Kirchner; y entonces tratan de abrir una brecha entre estas dos tendencias”.

 

La llegada de Negroponte como Secretario de Estado Adjunto tenderá a consolidar esas posiciones, y con el rango de segundo a bordo de Condoleezza Rice, él tiene el poder de imponer su perspectiva por sobre la de Shannon, en la política hacia América Latina. Controla todas las oficinas regionales, con un manejo más directo que la propia Rice, puesto que ella se ocupa principalmente del Oriente Medio y los Estados del Golfo, y conoce muy poco sobre América Latina, según comenta el analista, quien agrega que: "mi expectativa, dada la experiencia histórica de Negroponte, es que pronto controlará los Asuntos Latinoamericanos dentro del Departamento de Estado, e impondrá una línea política mucho más dura que Shannon". Incluso se especula que, dadas las diferencias políticas, Shannon preferiría cambiarse de puesto o renunciar.

 

El viaje de Bush: en busca de nuevas alianzas

 

Es en este contexto que Bush visitará cinco países latinoamericanos. Roger Burbach estima que detrás del viaje se encuentra la visión de ensanchar la brecha entre la "mala izquierda" y la "buena izquierda". "Bush va a Brasil y Uruguay, que representan los gobiernos de la nueva izquierda, luego visitará a aliados más tradicionales, como Colombia, Guatemala y México. Así intenta forjar una alianza diferente, para tratar de utilizar a los aliados tradicionales de EE.UU., en la esperanza de conseguir que hagan gestiones ante el gobierno de Brasil, y en cierto grado ante Argentina y Uruguay, para conseguir que colaboren con EE.UU. y para abrir un mayor espacio para que los regímenes más neoliberales puedan actuar sin ser marginados, dado el auge masivo de la nueva izquierda a través de América Latina. Creo que ese es el papel estratégico del viaje de Bush a América Latina: intentar lograr acuerdos separados, intentar engatusar a estos gobiernos, alejarlos de cualquier alianza y colaboración potencial con Chávez, Morales y ahora Correa".

 

De esta forma, dependiendo de los resultados del viaje, el analista vaticina que su país adoptará una línea más dura hacia Chávez, por lo menos en el plano del discurso, aunque, como dice, "todo esto tiene que ser visto en el contexto de EE.UU. obsesionado con la guerra que están perdiendo en los Estados del Golfo". Y agrega: "yo estoy seguro que ya se están realizando actividades encubiertas contra el régimen de Chávez, de muchos tipos, para desestabilizarlo, así como lo hicieron con el gobierno del Salvador Allende en los años '70. No tengo ninguna duda que EE.UU. está haciendo todo lo que puede para seguir provocando la desestabilización económica del país, y ello podría lograrse a través del sistema financiero –incluso a través de los sistemas financieros privados– para tratar de trastornar las finanzas del país. En ese plano, actuará con mayor confianza bajo Negroponte. Es claramente su ámbito de acción: él conoce todas las palancas del ámbito de la inteligencia, y sabe manipularlas, financiera, económica y políticamente".

 

En cuanto al gobierno boliviano, Burbach precisa que el punto principal de la tensión con EE.UU. no sólo son sus relaciones con Chávez, sino también su participación en el programa contra el narcotráfico. Morales ha impuesto sus propios términos para participar en el plan, y se ha incrementado la cuota de coca que puede ser cultivada legalmente. Washington renovó recientemente su ayuda financiera para el programa, pero solamente en forma provisional, por seis meses, luego de lo cual habrá una revisión. "Morales acaba de decir que él no hará ninguna concesión al plan de EE.UU.", señala el entrevistado, un hecho que podría conducir a ese país a suspender una nueva ayuda al programa. Este hecho, a su vez, podría desencadenar repercusiones para otras formas de ayuda bilateral estadounidense, así como presiones hacia las agencias multilaterales: "entonces esperaría un impulso más agresivo de la política de EE.UU. hacia Morales. Hasta ahora, con Shannon, los embajadores han utilizado un tono suave, han estado dispuestos a conversar sin levantar la voz, ni amenazar a Morales. Es previsible que esto cambiará muy rápidamente con Negroponte como Secretario de Estado Adjunto"…

 

 

Sally Burch

Agencia Latinoamericana de Información – ALAI

5 de marzo de 2007

 

1 Roger Burbach tiene un doctorado en historia económica latinoamericana. Es director del Center for the Study of the Americas, basado en Berkeley, California. Ha escrito varios trabajos sobre América Latina, incluyendo, “The Pinochet Affair: State Terrorism and Global Justice.” Es también co-autor con Jim Tarbell de: “Imperial Overstretch: George W. Bush and the Hubris of Empire.” 

Foto: markethemaccountable.com

 

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