Uruguay

Con Eduardo Bonomi, ministro de Trabajo y Seguridad Social

Hay un modelo uruguayo
en relaciones laborales

 

En la década de los 60 y principio de los 70 fue militante
del guerrillero Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros.
Estuvo 13 años preso en el Penal de Libertad, una cárcel de máxima seguridad con características de campo de concentración. Desde 2005 se encuentra al frente del Ministerio cuya gestión recibe los índices más altos de aprobación entre la población. Bonomi recibió
a Sirel en su despacho del viejo edificio ministerial, a las puertas de
la Ciudad Vieja y junto al puerto de Montevideo. Lo que sigue es
lo esencial de una extensa conversación.

   

 

 

Un ministro singular

 

-¿Qué hacía usted antes de ser apresado? ¿Era estudiante? ¿Trabajaba?

-Mientras cursaba la secundaria jugaba al fútbol en Wanderers, uno de los llamados “clubes chicos” de la liga uruguaya. Continué jugando aún cuando era estudiante en la Facultad de Veterinaria, a la que ingresé en 1969. Caí preso en 1972, al ingresar en el cuarto año de la Facultad.

 

-¿Estuvo en la clandestinidad?

-En una semiclandestinidad, entre enero y junio de 1972 cuando pasé totalmente a la clandestinidad. Duré un mes, porque fui apresado el 21 de julio de ese año.

 

-¿Ya había formado su propia familia?

-Era casado y tenía un hijo que, al momento de caer en prisión, tenía apenas un año y pocos meses. Estuvimos casi dos años sin vernos.

 

¿Estuvo siempre en el Penal de Libertad?

-Al principio estuve seis meses en el Batallón 13 de Infantería y de allí fui a Libertad. En 1975 me trasladaron en tres oportunidades para ser “interrogado” en el departamento de Colonia y regresé al mismo Penal hasta 1985.

 

-¿Qué hizo cuando salió de la prisión?

-Trabajé en una planta pesquera entre el 17 de mayo de 1985 y abril de 1999, cuando la empresa cerró. Fui secretario general del sindicato de la planta, cofundador del Congreso Uruguayo de Trabajadores de la Industria de la Pesca (CUTIP), que reunía los sindicatos de todas las plantas pesqueras. Integré la Directiva y el Secretariado Ejecutivo de ese organismo. Al mismo tiempo, estaba en el Comité Central del MLN y desde ahí fui cofundador del Movimiento de Participación Popular (MPP), que es actualmente la fuerza mayoritaria del Frente Amplio (FA). Entre 2000 y 2005 representé a ambas organizaciones en la Mesa Política del FA. También tuve dos hijas en un segundo matrimonio, que actualmente tienen 20 y 16 años.

 

-¿Continúa en el MLN?

-Integro su Comité Central y su Comité Ejecutivo, la Dirección Nacional y el Comité Ejecutivo del MPP. En las elecciones de 2004 fui electo diputado, y a los 15 días de asumir ese cargo fui investido como Ministro de Trabajo y Seguridad Social. En ese acto estuvo presente el Ministro saliente, Santiago Pérez del Castillo, y el Ministro de Trabajo de la República Argentina, Carlos Tomada, con quien teníamos una relación desde hacía varios años. Él decidió prestigiar mi nombramiento con su presencia.

 

Las ideas fuerza de su gestión

 

-¿Cuáles fueron sus primeras decisiones como Ministro?

-Asumí a las 9 de la mañana, y cinco minutos después firmé una resolución por la cual los Directores del Ministerio dejaban de tener un automóvil oficial a su disposición permanente y que llevaban a sus casas. La segunda resolución fue un convenio de cooperación entre nuestro Ministerio y el de Argentina.

 

-¿Usted confirma que Uruguay tiene actualmente, y desde los últimos años, la cifra más alta de sindicalización en relación con su población a nivel mundial?

-No dispongo del dato en el ámbito mundial. Puedo decir que en el último Congreso de la central de trabajadores PIT-CNT que se realizó meses antes de las elecciones, se declararon 109 mil afiliados, y a esta altura la central tiene cerca de 250 mil afiliados, esto es un crecimiento de aproximadamente 150 por ciento. Esta información ya tiene algún tiempo, así que es probable que actualmente se haya superado esa cantidad. Desgraciadamente, no tengo cómo contrastarla con datos de otros países. Hagamos la salvedad de que este nivel de afiliación no llega siquiera cerca del que había en Uruguay antes de la dictadura, que era mucho más alto.

 

-Es notorio que esto ocurre a partir de la política que despliega el nuevo gobierno desde esta secretaría de Estado. ¿Cuáles eran las ideas fuerza que ustedes traían al iniciar la gestión?

-Teníamos ideas bien específicas y definidas. Quizás éramos el Ministerio que tenía más claro por dónde comenzar porque nos habíamos concentrado en cuatro o cinco medidas esenciales:

 

  • El retorno a la negociación colectiva con la modalidad uruguaya que son los Consejos de Salarios regidos por la normativa de la Ley de 1943.

 

  • Incorporar a estos a los trabajadores rurales y a las trabajadoras domésticas, cosa que nunca había ocurrido en la historia del país.

 

  • Modificar radicalmente las políticas de empleo, ya que las que se habían implementado, sobre todo a partir de 1991, eran un financiamiento al desempleado más que políticas de creación de empleo. Teníamos la intención de usar los fondos para el desempleo en promover políticas activas de empleo.

 

  • Otro paso fundamental en nuestra gestión debía ser el fortalecimiento de la Inspección de Trabajo.

 

  • También proteger la actividad sindical promoviendo una Ley de Fueros Sindicales.

 

  • Y ya estaba esbozada la limitación de la jornada laboral en el agro.

 

Estas eran nuestras ideas fuerza.

 

-¿Cómo las llevaron adelante?

-Asumimos el 2 de marzo de 2005, y el 7 de marzo de ese año convocamos a los Consejos de Salarios tradicionales, a los rurales y a una negociación a los funcionarios públicos.

 

Los Consejos de Salarios 

 

-¿Qué son los Consejos de Salarios?

-Es un modelo tripartito de negociación por rama de trabajo que cuenta con tres representantes del Poder Ejecutivo, dos del sector empleador y dos por los trabajadores. Ellos resuelven los salarios mínimos por categoría, los aumentos salariales, pueden también discutir la categorización y según la Ley, aunque no es de uso, pueden tener carácter inspectivo para controlar que se cumplan los acuerdos. También puede asumir un carácter mediador en caso de conflictos laborales. El Poder Ejecutivo designa directamente a sus representantes, mientras que los otros son votados en elecciones secretas. Estos Consejos se crearon en 1943, se dejaron de convocar en 1968, una época ya signada por el autoritarismo, se rehabilitaron en 1985 con el primer gobierno de Julio María Sanguinetti, quien por decreto modificó el reglamento original para que empresarios y trabajadores fueran designados directamente por las cámaras y los sindicatos. Esto impedía que lo resuelto por los Consejos de Salarios se transformara en ley, y todo quedaba en manos del Ejecutivo que homologaba mediante un decreto en el cual, a menudo, desaparecían las aspiraciones de los trabajadores.

 

-Pero luego volvieron a desaparecer…

-En 1991 el gobierno de Luis Alberto Lacalle los dejó de convocar, y nosotros en 2005 los hemos rehabilitado en el esquema creado por Sanguinetti, pero ahora hemos enviado un proyecto de ley al Parlamento creando el Sistema Nacional de Negociación que vincula el salario mínimo nacional por decreto, la negociación por rama de trabajo tripartita en el marco de los Consejos de Salarios, y la negociación bipartita por empresa donde se puedan discutir y resolver temas que no se tocan en los Consejos. En este proyecto modificamos la ley de 1943 habilitando ambos modos de designación de los representantes, por elecciones o por cooptación, lo que permitiría que lo resuelto se transforme directamente en ley. Este punto aún lo estamos terminando de definir en la discusión parlamentaria.

 

-¿Cómo funcionaron los Consejos de Salarios?

-Se generaron 21 grupos de Consejos de Salarios tradicional, que en 2005, entre grupos, subgrupos, capítulos y carpetas produjeron 186 Convenios, cantidad que llegó a 213 en la segunda ronda de los Consejos. Estos últimos incluyen ya a los tres grupos rurales. Por fuera de estas instancias se generó un ámbito de negociación para los funcionarios públicos.

 

-¿Qué pasó con la Inspección de Trabajo?

-Logramos introducir la exclusividad de los inspectores adecuándoles el salario para que puedan vivir de un solo empleo. Hoy cobran algo más de 2 mil dólares mensuales como base. También conseguimos la incorporación de 33 nuevos inspectores y de siete profesionales, médicos, químicos, ingenieros, etc, que se suman al trabajo de los inspectores. No hemos logrado aún dotarnos de vehículos 4x4 que son esenciales para el trabajo en el medio rural, pero sí cuatro camionetas 4x2 que nos dan una buena mano para llegar a las estancias, las minas y los campos forestados.

Con respecto a las políticas de empleo, hemos modificado la reglamentación para que, por ejemplo, un desempleado pueda optar por cobrar en una sola vez todo el seguro de desempleo, cuando se demuestra que la intención es invertir en una empresa que puede ser recuperada por una cooperativa o alguna otra forma de economía social, lo que permite mantener esos empleos vivos. Complementariamente, fortalecimos lo que llamamos el Observatorio del Trabajo para mantener un permanente seguimiento del mercado laboral y orientar las estructuras de capacitación para trabajadores hacia los sectores de actividad que exhiben dinamismo y crecimiento. Aunque parezca una obviedad, esto antes no se hacía de esta manera, sino que se abrían cursos al voleo.

 

-¿Se avanzó con la limitación de la jornada de los trabajadores rurales?

-En el marco del Consejo de Salarios presentamos un proyecto de ley que fue aprobado por los trabajadores y el Ejecutivo y que está en el Parlamento para ser votado. Otro de los objetivos fue cumplido a fin de 2005 con la aprobación por el Parlamento de la Ley de Fueros Sindicales. Quiere decir que de lo que nos habíamos propuesto al iniciar la gestión, sólo nos queda pendiente el Consejo de Salarios de las trabajadoras domésticas. Lo convocamos, pero no había ninguna contraparte empresarial, aunque sí un sindicato de trabajadoras que se formó luego de 2005. A partir de cierto momento, decidí que cada vez que me solicitaran intervenir en seminarios, coloquios o eventos de equidad de género, donde aparece siempre este tema, haría un llamado a las y los presentes -que mayormente emplean asistentes domésticas- a que integraran una contraparte para el Consejo de Salarios. Finalmente, vino la Liga de Amas de Casa, que existe desde hace más de 15 años, y solicitó integrar el Consejo de Salarios en representación del empresariado, así que ya los hemos convocado para mayo próximo.

 

Las materias pendientes:
el Sistema Nacional de Negociación Colectiva

 

-¿Cuáles serán entonces los pasos futuros?

-Ahora corresponde consolidar lo hecho. Por eso tenemos en el Parlamento varios proyectos de ley como la del Sistema Nacional de Negociación Colectiva que contiene dos capítulos: uno referido al sector privado y otro al público. La ley de limitación de la jornada en el campo también apunta a la consolidación de lo hecho, y estaba olvidando otra ley muy importante, ya aprobada, referida a las tercerizaciones.

 

-¿En qué consiste esta ley?

-No prohíbe las tercerizaciones ni las subcontrataciones, pero establece que quien utiliza para sí trabajadores empleados por un subcontratista es responsable solidariamente o subsidiariamente no sólo de lo salarial, como ya estaba establecido desde 1943, sino que también lo es de los aportes a la Previsión Social, al Banco de Seguros y de aplicación de las normas de salud y seguridad en el trabajo. Si la empresa original se ocupa de que el subcontratista respete todas las normas, su responsabilidad es subsidiaria y las acciones legales irán dirigidas al subcontratista. En caso contrario, su responsabilidad es solidaria y el trabajador puede elegir contra qué empresa acciona en la justicia. La definición de este proyecto demandó mucho tiempo, y el sector empleador se retiró de la discusión de normas por tener discrepancias con la síntesis que habíamos hecho. Al mismo tiempo, abandonó el ámbito de discusión sobre Negociación Colectiva, por lo que este es un proyecto que hemos enviado al Parlamento sin discusión previa, lo que genera críticas en empresarios y trabajadores. Nuestra propuesta quería ser un borrador para llevarlo a la discusión tripartita y llegar al parlamento con un texto más refinado, aunque no hubiese acuerdo total de las partes.

 

-Debe ser difícil llegar a esos acuerdos totales…

-Lo es, porque tanto empleadores como trabajadores negocian con el espíritu de que “mientras no esté todo acordado no hay nada acordado”, y entonces un tropiezo hace caer todos los logros previos. Para nosotros es igualmente útil, porque si hubo consenso en 18 puntos y en dos no lo hubo, para nosotros es igualmente un camino andado muy importante, aunque las partes salgan de aquí diciendo que no se alcanzó un acuerdo. Nosotros quedamos sabiendo para dónde apuntar. En este caso la discusión fue sólo con los trabajadores. Esperamos que en el ámbito parlamentario las partes hagan sus respectivos aportes y los legisladores lleguen a una síntesis más fina a partir de nuestro borrador.

 

-Los empleadores reaccionaron muy vehementemente en este tema.

-Hicieron declaraciones muy fuertes. La Comisión de Legislación del Trabajo del Parlamento decidió de manera unánime solicitar la asistencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La oficina de este organismo en Santiago de Chile enviará ahora, en estos días, una misión tripartita que participará en un debate junto a empleadores, trabajadores, legisladores y este Ministerio, con la intención de aportar al trabajo posterior de los parlamentarios una base de discusión y reflexión amplia. Esto ocurre porque los empleadores han dicho que impugnarán esta norma como nosotros la planteamos porque discrepan con la valoración que hacemos de las ocupaciones de los lugares de trabajo. De cualquier forma, ahora la OIT estará participando desde el inicio del debate, por lo que sus recomendaciones serán recibidas antes de legislar.

 

Las ocupaciones de locales de trabajo 

 

-Ese punto de las ocupaciones, y su puesta en práctica en Uruguay por los sindicatos, ha levantado mucha polémica. ¿Cuál es la visión del Ministerio?

-En Uruguay las ocupaciones nunca estuvieron criminalizadas y existen desde la década del 50. De ahí en adelante, todos los gobiernos -incluyendo la primera etapa de la dictadura iniciada en 1973- tuvieron que negociar con los ocupantes. Nadie jamás las prohibió. La inmensa mayoría de la cátedra laboral nacional, inclusive, las considera una forma de ejercer el derecho de huelga. Los laboralistas que piensan lo contrario son una ínfima minoría, al punto que quienes quisieron presentar opiniones en contrario, antes que a la Cátedra debieron recurrir a bufetes de abogados. La propia OIT considera que las ocupaciones son parte de la huelga, y recomienda no reprimirlas, salvo que dejen de ser pacíficas, esto es, que sirvan de marco para ejercer violencia sobre las personas o las cosas. Esta recomendación se encuentra establecida en el seno del Comité de Libertad Sindical, y al no ser una resolución formal de la OIT, el sector empleador aduce que no forma parte de los Convenios del organismo y, por tanto, se niega a reconocerlas como legales. Pero en realidad, la práctica histórica en el país ha sido de tolerancia. Desde el fin de la dictadura, en 1985, hubo por lo menos varias decenas de ocupaciones, y sólo tres fueron reprimidas. Durante 20 años los partidos que ahora son oposición tuvieron las mayorías parlamentarias necesarias para prohibir las ocupaciones, pero nunca lo hicieron. Por algo fue. Sin embargo, ahora que son minoría reclaman que nosotros hagamos lo que ellos no quisieron hacer. Reclaman que reglamentemos la huelga, cosa que ellos tampoco quisieron hacer. El argumento que esgrimen para criminalizar las ocupaciones es que ellas atentan contra el derecho al trabajo y el derecho a la propiedad. En realidad, existen varias sentencias judiciales que establecen que cuando el trabajador y la trabajadora ocupan sin hacer uso de las instalaciones más que para lograr una reivindicación, y luego las restituyen intactas al propietario, no hay afectación a la propiedad privada.

 

-También hubo muchos acuerdos con los empleadores.

-Hubo muchos. Los empresarios se retiraron de la discusión de normas, pero no de los Consejos de Salarios, de un ámbito creado por este gobierno que es el Compromiso Nacional por el Empleo, los Ingresos y las Responsabilidades, que es la búsqueda entre trabajadores, empresarios y gobierno de acuerdos para mejorar la producción nacional y crear fuentes de trabajo. Su retiro tuvo por base la discrepancia con dos o tres puntos de la discusión. Se puede decir, inclusive, que la inmensa mayoría de las empresas cumplieron con lo acordado en los Consejos de Salarios. Lo que pasa es que en todo 2006 hubo 23 ocupaciones, y 24 en 2007, pero en la agenda de los medios masivos la ocupación de fábricas y plantas adquiere a menudo proporciones exageradas, y las declaraciones al respecto son fuertes y apasionadas, entonces ocurre que al lado de tanto ruido, miles de acuerdos cumplidos pasan desapercibidos. Además, entendemos que la mayor parte de los conflictos se produjeron porque hubo algunos empleadores que no respetaron lo que habían firmado. Existen conflictos por intransigencia en las reivindicaciones, pero son una ínfima minoría.

 

Hacia la autotutela

 

-Recapitulando, hay mayor sindicalización, acatamiento general a los convenios alcanzados, negociaciones colectivas en Consejos de Salarios, un aporte sustancial a la legislación laboral nacional, fortalecimiento de la Inspección de Trabajo, y junto con eso un incremento enorme de la inversión en el país, lo que significa que este panorama no asusta al capital. En los ámbitos laborales internacionales ya se hace referencia al “modelo uruguayo” como una experiencia exitosa. ¿Qué piensa usted de esto?

-Hay inversores del exterior que consideran que el Uruguay da las suficientes garantías en el aspecto laboral, y hay algunos empresarios uruguayos que estiman que no existen tales garantías. Eso es así, y parece más que nada una forma de discutir hacia adentro del país donde se expresan complejos e intrincados intereses. Por otra parte, todas las relaciones laborales tienen base en la combinación de la negociación, la huelga y el respeto a los derechos sindicales. Nosotros hemos instrumentado estos principios en algunos ejes: la negociación colectiva centralizada, una política de carácter inclusivo y la promoción de la autotutela. La negociación es tripartita, por lo que participa el Estado que además centraliza los programas de trabajo. Esto está complementado con una política de promoción de los derechos sindicales porque nuestra sociedad, o gran parte de ella, ha sumido históricamente que hay que nivelar las desigualdades entre trabajadores y empresarios para ejercer una negociación efectiva. Muchas veces se dice que la negociación debe ser bipartita, y se pone como ejemplo a los países nórdicos. Pero allí parte de la cuota sindical va al Partido Socialdemócrata, que suele estar en el gobierno. Por tanto, el respaldo y la defensa que tienen los trabajadores y trabajadoras sindicalizados son mucho mayores que los que hemos generado nosotros. La defensa de la libertad sindical no es apenas un objetivo en sí mismo, es una manera de fortalecer la negociación.

Una política de naturaleza inclusiva. En tres años y dos rondas de Consejos de Salarios alcanzamos más de 400 Convenios Colectivos, de los cuales aproximadamente 380 fueron por consenso. Este modelo tiende a incluir a todas las actividades y a todos los actores.

Con promoción de la autotutela queremos señalar que las soluciones a los conflictos se logran de dos maneras: de heterocomposición, que es cuando interviene un juez que arbitra una solución; y de autocomposición, que es cuando las partes resuelven sus propios conflictos. Con todos estos instrumentos queremos avanzar cada vez más hacia la autotutela de manera que el Estado participe cada vez menos. Pero para alcanzar eso se precisa un equilibrio previo, y eso es lo que estamos promoviendo.

La doctrina inglesa designa esto como “pluralismo conflictual”, y parte de la base de que en una democracia auténtica, genuina, el conflicto es inevitable, porque es natural al funcionamiento del sistema la existencia de grupos con intereses diversos y contrapuestos. En ese caso no hay que negar los conflictos, sino equilibrar los poderes en pugna y solucionarlos.

 

-¿Eso es lo que este Ministerio intenta hacer en Uruguay?

-Sí. Pero tengamos en cuenta que venimos de 14 años durante los cuales se hizo lo contrario: se impulsó la desregulación y la flexibilización laboral. No quiero decir con esto que no debe existir flexibilidad en el campo de la organización de la empresa, eso es otra cosa. Me refiero al desmantelamiento de las leyes laborales, que fue lo que ocurrió aquí. En esas condiciones, llamar a que las partes negocien por sí solas es promover que el más fuerte prime sobre el otro, que se encuentra indefenso en su capacidad de organizarse. Hoy, que hacemos lo contrario, parece que el mundo se viene abajo. Pero no es así. El desempleo estaba en más del 12 por ciento, y en diciembre de 2007 llegó al 7,7 por ciento, la cifra más baja en la historia del Uruguay, porque aumentó el empleo. Según afirmaciones de una empresa consultora internacional, en ese año la industria uruguaya considerada en bloque creció un 10 por ciento; la que trabaja para la exportación se ubicó debajo de esa cifra, creció más que el promedio la que produce para el mercado interno y compite con las importaciones, pero llegó al 15 por ciento la industria enfocada al mercado interno y no compite con importaciones. La explicación que aportó la consultora sobre este panorama fue que creció el empleo, aumentaron el salario y las pasividades y hay más consumo interno. El salario, el ingreso de las familias se transformó en el motor del desarrollo interno. El administrador y propietario de grandes superficies comerciales, contador Carlos Lecueder, declaró recientemente que se está muy cerca de un boom del consumo en el país, y lo explicaba diciendo que ha crecido el empleo, hay mayor ingreso en las familias y ellas perdieron el miedo a no poder pagar las cuotas y consumen más.

Por mi parte agrego que el turismo interno aumentó en un 10 por ciento y la cantidad de uruguayos que salieron al exterior de vacaciones retoma el nivel de hace siete años, antes de la crisis de 2002. Estas cifras son resultado de una política general del gobierno, que incluye como una de sus partes a la política laboral.

 

-Algunos opinan que este gobierno tiene una política económica de derecha y una política laboral de izquierda.

-Lo que hay es una política de gobierno. Hay quienes dicen estar de acuerdo con la política económica pero no con la laboral, y también quienes dicen lo contrario, pero ambos se equivocan. Este gobierno tiene una sola política articulada en distintos aspectos complementarios.

 

-La OIT está desarrollando una experiencia piloto en Uruguay. ¿Podría explicar de qué se trata?

-La OIT está llevando adelante una experiencia piloto referida al trabajo decente en ocho países, de los cuales Uruguay es el único con renta media. Se seleccionó a nuestro país porque, según el criterio de la OIT, es uno de los que más avanzó en el desarrollo de ese concepto. En otros programas y prepósitos también hemos contado con un fuerte apoyo de la OIT.

En Montevideo, Carlos Amorín

Rel-UITA

13 de mayo de 2008

 

 

 

Fotos: Rel-UITA

 

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