Chile

Muertes, abortos y graves infracciones laborales

en la industria de las ovas de oro
El costo humano de las salmoneras

Es uno de los sectores que más ganancias ha registrado en los últimos años, pero sus trabajadores reciben menos del mínimo y es uno de los que más viola las leyes laborales en el país. Eso, sin contar la alta siniestralidad que presenta: 17 trabajadores han muerto desde 2005, uno cada mes. El último caso ocurrió el domingo 18 de junio. Diputados, preocupados, harán una sesión especial para tratar el tema.
 

José Diego Barría Reyes colocaba y revisaba redes loberas en un centro de cultivo de salmones de la empresa Frío Sur, a 20 metros de profundidad. Desde el exterior, una máquina compresora conectada a una manguera lo proveía de aire. Era su trabajo habitual: colocar las redes, revisar la jaula de salmones y sacar los peces muertos de las profundidades. Mientras realizaba su labor, la fina red destinada a los lobos de mar se le enredó en el cuerpo y desprendió la manguera que lo proveía de oxígeno. Murió de asfixia por inmersión. No es el primero y probablemente no será el último buzo que perece en la industria salmonera.

 

Desde el año 2005 a la fecha han muerto 17 trabajadores en la salmonicultura chilena, de ellos, siete eran buzos. Una tragedia que no es nueva, como explica Juan Carlos Cárdenas, director ejecutivo de la ONG Ecoceanos. “Los buzos que trabajan en la salmonicultura provienen de la pesca artesanal y no cuentan con tecnología que les permita autonomía. Las empresas los contratan porque son más baratos, a pesar que cumplen una función primordial. Son pescadores mariscadores que se meten en el trabajo industrial haciendo un trabajo ‘yo-yo’: bajan varias veces al día al mar y eso, desde el punto de vista fisiológico es fatal, porque provoca el mal de presión”, explica.

 

Tradicionalmente, estos trabajadores en la pesca artesanal, llegan a lo sumo a 20 metros de profundidad, pero se han registrado buzos muertos en hasta 36 metros bajo el mar.

El problema no se limita a las muertes. La industria de las “ovas de oro” tiene una de las tasas más altas de infracciones laborales del país. Las denuncias efectuadas en la Dirección del Trabajo, en 2005, hablan de un aumento de éstas en un 147%. Básicamente son por hacinamiento en el trabajo, higiene, seguridad, bajos salarios y prácticas antisindicales y contratos.

 

Por este y otros motivos el diputado Fidel Espinoza (PS) denunció la tragedia de los buzos y las malas condiciones laborales en que se desempeñan los trabajadores de la industria del salmón. El parlamentario indicó que el próximo año nuestro país será el principal productor del mundo, pero “desde mi punto de vista, la bonanza de empresas transnacionales tiene su correlato en la sistemática violación de los derechos de los trabajadores y en los atentados contra el medio ambiente”.

 

El parlamentario llevó su acusación a la Cámara de Diputados, donde se realizará una sesión especial para tratar el tema, la primera semana de julio.“Hay que pensar en un royalty a la salmonicultura, no sólo por los costos laborales, sino también por los costos medioambientales. Yo valoro el compromiso de 42 diputados para discutir este tema”, dijo.

 

Abortos y la cola del pescado

 

“Estuve cinco días en el hospital y no me decían nada, hasta que después me dijeron que tenía 90% de probabilidades de perder mi guagüita. En la empresa no me quisieron dar permiso. Andaba sangrando y no alcancé a llegar al hospital. Perdí a mi hijo”. El testimonio es de Isabel Huaiquin, quien trabajaba, en ese entonces, en la salmonera Mainstream, filial chilena de Cermaq Asa, empresa que cuenta con participación de capitales estatales noruegos.

 

Su drama no terminó ahí. Tras volver a trabajar la despidieron. Así lo relata la joven en el documental “Ovas de Oro”, que ganó el primer premio al documental ambiental en Brasil hace tres semanas y que retrata las duras condiciones en que los trabajadores chilenos hacen crecer la industria del salmón.

 

No es la primera ni la única afectada. Según se desprende del informe emitido por la Dirección Regional del Trabajo, en el año 2005 el monto de las multas cursadas a la industria salmonera por infringir la legislación laboral ascendió a 117 millones de pesos, suma que supera en cinco veces la de la construcción, segundo en importancia en la X Región. “En el 2003, de cada 10 compañías inspeccionadas, siete violaban la norma; el 2004, seis de cada diez; y el 2005, siete de cada diez. Esto, a pesar de que se inspeccionaba en promedio cerca del 12% de las empresas”, agrega Cárdenas.

 

El tema no es menor si se considera que la industria del salmón ha crecido más de un mil por ciento en 15 años y compite, actualmente, con Noruega por el primer lugar en producción mundial. Se centra principalmente en la Región de los Lagos y el año pasado produjo cifras cercanas a los 1.400 millones de dólares, generando además, cerca de 40 mil empleos de manera directa e indirecta.

 

Marisol Rosas Alvarado, dirigente sindical de la salmonera Aqua Chile, relata cuáles son las condiciones de las mujeres en las empresas: “Muchas veces tienen que estar las ocho horas de pie, lo que ha provocado abortos espontáneos en algunas trabajadoras por las duras condiciones laborales. Hace un año, dentro de la empresa dos mujeres sufrieron pérdidas”. Eso no es todo. Agrega que en Aqua Chile “a uno le dan 10 minutos para ir al baño, si uno se pasa de los diez minutos entra en un ranking de malos trabajadores por demorarse y eso es una causal de despido. Una vez al día se puede ir al baño. En la mañana o en la tarde”. Además agrega que el salario base es menos del mínimo, y que sólo con bonos de producción pueden llegar a ganar hasta 200 mil pesos. “Del total de las ganancias de la empresa, los trabajadores nos llevamos la cola del pescado”, dice.

 

William Rebolledo, dirigente sindical de Mainstream comparte la apreciación de su colega: “Las falencias de la empresa es que tienen grandes rentabilidades y salarios bajos. Hacen un contrato de obra y faena y no respetan la antigüedad. En los centros de cultivo hay tres o cuatro accidentes en el mes. Todos estos problemas se han denunciado, tanto en Ecoceanos, como en distintas partes”. Aún así, reconoce que las condiciones son menos malas que hace dos o tres años: “En el 2003 -2004, las mujeres trabajaban precariamente. Ahora estamos peleando por tiempo para amamantamiento. Han mejorado en cuanto al hacinamiento, a la calidad de trabajo, la comunicación entre mando medio y trabajador y ya no hay un hostigamiento constante. Es un poco más humano”.

 

Para Jorge Arriagada, subjefe del departamento de inspección de la Dirección del Trabajo “la alta infraccionalidad del sector pasa por la inobservancia de la legislación laboral previsional y de seguridad social. Se fiscaliza y se hacen programas de fiscalización en forma rutinaria. Pero hay nula observancia por parte de las empresas”.

 

Los estudios de la industria

 

Consultados por estas denuncias SalmónChile -asociación que aglutina a los empresarios del sector- se limitó a enviar los resúmenes de algunos documentos que respaldarían la probidad de la industria. Según uno de estos, que cita como por fuentes a Encla (Encuesta Laboral), Dirección del Trabajo, Universidad de Chile y al Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la industria del salmón presenta un nivel de sindicalización más alta que la media regional y nacional (33% la industria contra 23,9% de la región y 22,1% del país), lo que “muestra el alto grado de formalidad de las relaciones de trabajo”.

 

El director ejecutivo de Ecoceano retruca que si bien esa realidad es efectiva, no tiene mayor incidencia, pues los trabajadores de esta industria “tienen poca cultura sindical, lo que implica que la empresa salmonera constantemente ejecute medidas antisindicales, como negociar paralelamente con otro grupos”.

 

En cuanto a las remuneraciones, el mismo documento señala que en abril de 2005 fueron de 905.781 pesos para jefes y supervisores; 466.928 para administrativos y 260.676 para operarios. Con respecto a la subcontratación, el mismo informe indica que el “6% de los trabajadores pertenece a empresas contratistas que prestan servicios de buceo, alimentación y aseo”. Lo que el documento no señala es que precisamente es esta una de las áreas más afectadas. Y tampoco indica la forma en que está compuesto el sueldo de los operarios.

 

Otro texto enviado por SalmonChile -realizado por la Universidad de Chile- indica que “si bien la industria presenta infraccionalidad reconocida por las empresas, la composición de las multas es diferente al comportamiento regional y nacional. En la industria el primer lugar de fuentes de infraccionalidad son las razones administrativas (38%) y el déficit de infraestructura, (21%) cuando el comportamiento regional y nacional ponen en primer lugar multas ligadas a remuneraciones y contratos. En la industria este tema representa sólo 12% y el 5% de las multas cursadas respectivamente”.

 

Por último y para respaldar la tesis del impacto positivo que la salmonicultura tiene para la región, SalmonChile también reveló los resultados de una encuesta de percepción sobre la industria, elaborada por la Universidad de Los Lagos. En ella, el 87% de los habitantes de la Región X y XI consideran al sector como el más importante de su comuna, “destacando la mejor percepción del sector entre quienes trabajan en él”.

 

El sondeo también sostiene que el 74% de los encuestados considera que la industria del salmón ha sido un aporte al crecimiento personal de la mujer”.

 

Prefieren pagar multas

 

De las empresas existentes, el 40% son multinacionales y de este porcentaje el 60% corresponden a capitales noruegos, quienes fueron los que más invirtieron en el sector salmonero en los años 2000-junio 2001.

 

El ministro de Pesca noruego, Svein Ludvigsen en su visita a Chile en marzo de 2002, afirmó -respecto a las empresas noruegas que operan en otros países- que “las empresas noruegas debieran aplicar en todos los países en donde operan los mismos estándares ambientales y sociales exigidos en Noruega y las normas éticas que les caracterizan”. Pero al parecer no es así. El senador Nelson Ávila (PRSD), quien participó del documental “Ovas de Oro” señala que “los estándares que presentan las salmonicultoras noruegas en su país son absolutamente diferentes, y es porque aquí ven que no hay capacidad de resguardar la legislación. Las multas son ridículas. Es negocio pagarlas sistemáticamente, porque lo que consiguen a cambio es muchísimo mayor: la explotación de la mano de obra es muy rentable, más que en su país. Y lo que queda en la región es muy poco, la mayor rentabilidad se va a fuera y acá dejan residuos tóxicos”.

 

El diputado Fidel Espinoza (PS) también arremete: “Marine Harvest ha sido acusada de prácticas antisindicales reiteradas. Acá violan los derechos laborales, pero afuera son las más respetuosas. Entonces hay una contradicción entre lo que hacen en Chile y en el resto del mundo”. Y agrega que “de cada 100 dólares que se exportan cuatro dólares van destinados a remuneraciones; el 50% de esos 100 dólares son ganancias netas, el 46% es para alimentación y mantención de la empresa. En la región no queda nada, ni una multicancha. Esto es lamentable”.

 

Debido a la realidad de los trabajadores de la salmonicultura es que la Fundación Terram, junto con la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y el Canelo de Nos han ideado un observatorio laboral en la provincia de Chiloé. Rodrigo Pizarro, director ejecutivo de Terram indica que las condiciones son simplemente deplorables. “Por un lado están los centros de cultivos, donde hay total aislamiento y donde las vulnerabilidades están asociadas a inseguridad laboral, acoso sexual, incumplimiento de contrato. Luego, hay otro tipo de condiciones que se dan en las plantas de proceso, ahí las prácticas son distintas: hay muchas mujeres que trabajan con mucho frío y a las que no se les deja ir al baño, hay muchas denuncias de enfermedades laborales. La situación es grave”, dice.

 

Dalia Rojas

La Nación

28 de junio de 2006

 

  

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