El director general de la OIT, Juan
Somavia, enumeró una serie de realidades que evidencian la
crisis a nivel mundial. En primer lugar, la
mitad de los trabajadores existentes –cerca de 1.400
millones– viven con menos de dos dólares al día por persona, sin
prestaciones, ni seguridad o asistencia social.
En segundo lugar, el desempleo, que
actualmente afecta a 192 millones de personas,
está en sus máximos niveles y continúa creciendo,
a un ritmo del 25% en los últimos diez años.
Por último, la consecuente migración laboral se convierte con
facilidad en fuente de tensiones.
"Alguien podría preguntar si el reciente crecimiento económico
mundial es suficiente para contrarrestar la crisis del trabajo",
dijo Somavia. "Pero la respuesta es un no rotundo. A pesar del
fuerte crecimiento económico del 4,3% en 2005, la economía
mundial no está dando respuestas adecuadas (…),
sería necesario crear cerca de 40 millones de trabajos
cada año en la próxima década sólo para satisfacer la demanda
del número creciente de trabajadores que buscan empleo".
Para afrontar la crisis, según el responsable de la OIT, es
crucial la creación de un nuevo equilibrio entre las políticas
económicas y sociales que apunte a la estabilidad
macroeconómica. Igualmente, promover un crecimiento económico
sostenible, rico en empleos, para lograr un desarrollo económico
global y local capaz de generar trabajo. Somavia también destacó
la necesidad de crear políticas adecuadas y un entorno normativo
que estimule la competitividad en todos los países y de extender
la capacitación y educación.
"La crisis mundial del empleo es uno de los mayores peligros a
la seguridad que enfrentamos hoy. Si decidimos continuar por
este camino, el mundo corre el riesgo de fragmentación,
proteccionismo y confrontación", concluyó Somavia.