La mano japonesa

 

 

El modo capitalista de producción logró aumentar la cantidad de millonarios  pero es incapaz de disminuir el número de víctimas.

Esa constatación nos mueve a desarrollar una pequeña reseña de cómo han ido involucionando las condiciones de trabajo, las consecuencias para el físico de las personas y la reciente aparición de una “mano japonesa”

 

 

Según un reciente estudio de las consultoras Merrill Lynch y Capgemini, en 2006 la cantidad de millonarios en dólares llegó a 9,5 millones de personas en el mundo, lo cual significó un incremento de 8,3 por ciento en relación a 2005. Considerando solamente a América Latina, el número de los poseedores de más de un millón de dólares experimentó un crecimiento todavía mayor: 10,2 por ciento. Y el capitalismo parece ser tan eficiente fabricando ricos que no le importa quién dirige la economía, pues los países de la región que más crecieron en millonarios fueron Argentina, Brasil y Chile, los tres con gobiernos autodeclarados de izquierda. También en 2006 la riqueza total de las personas con patrimonios elevados* en América Latina aumentó 23,2 por ciento, convirtiéndola en la región de mayor crecimiento en todo el mundo.

 

Mientras los millonarios aumentan los trabajadores disminuyen, fenómeno que obedece a dos causas principales. La primera está relacionada -aunque parezca una paradoja y contradiga los argumentos de los defensores del neoliberalismo- al aumento de la productividad. Para constatarlo basta con recordar un estudio publicado en marzo de 2004 sobre la productividad en las 100 mayores empresas de Estados Unidos, en ese año sólo hacían falta nueve trabajadores para producir lo que hacían 10 trabajadores en marzo de 2001. La explicación la conocemos todos y es que el éxito del capitalismo se basa en la lógica de reducir costos, incluyendo los de la mano de obra, de ahí su búsqueda permanente de tecnologías -incluyendo las de gestión- que incrementen la productividad, reduzcan salarios y eliminen mano de obra. La segunda causa es más reciente y se origina en el ocultamiento del trabajo. Tres décadas atrás, al mismo tiempo que comenzaban a desaparecer las grandes fábricas, el trabajo se volvía más y más invisible. La externalización y la subcontratación  provocaron el ocultamiento de segmentos enteros, lo que a su vez desembocó en la precarización del empleo, la reducción de los costos laborales -que incluye condiciones de trabajo inaceptables desde el punto de vista de la salud y la seguridad- y la eliminación de los derechos laborales. Vale decir que trabajadores y trabajadoras “invisibles” son los encargados de aumentar cada vez más la productividad, pagando por ello con su salud, cuando no con su vida.

 

Lo anterior, igual que el aumento de los millonarios, también se traduce en números. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) cada 15 segundos muere una persona en el mundo a causa del trabajo, lo que equivale a 6.000 muertes diarias. La misma fuente señala que 2 millones 200 mil personas mueren anualmente por razones derivadas de su trabajo y que de éstos, 22 mil son niños. A esta altura no existe duda alguna que el avance de la siniestralidad y de las enfermedades profesionales es directamente proporcional a la reestructuración y la precariedad del trabajo.

 

Dentro de las dolencias vinculadas al trabajo sobresalen las denominadas lesiones por esfuerzos repetitivos (LER) ocasionadas por las posturas y los esfuerzos que se realizan en el trabajo (más información) . A modo de ejemplo digamos que un informe elaborado en 2005 por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo de España concluía en que el 75 por ciento de los trabajadores y las trabajadoras de ese país padecían LER, al tiempo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) en varios documentos menciona a esas lesiones como una pandemia.

 

Ahora nos llega la noticia de que investigadores japoneses acaban de presentar un prototipo de mano robótica desarrollada para ser utilizada en la industria. En lugar de las tradicionales garras, comunes en los robots industriales, los científicos liderados por el Dr. Ichikawa Yukata, pretenden construir una mano dotada de todas las características de la mano humana. Además de la fuerza y destreza de la mano humana, los investigadores pretenden que su mano robótica reproduzca también la textura y flexibilidad, con una “piel” que le otorgue la misma sensibilidad y las posibilidades higiénicas de una mano humana con guantes de goma. La noticia destaca que la prueba de fuego del nuevo instrumento ocurrirá en la industria de alimentos, ya que los ingenieros esperan lograr automatizar algunas tareas, tales como cortar productos de diversos formatos colocándolos en sus correspondientes embalajes.

 

¿Desaparecerán las LER en el futuro inmediato? ¿Debemos reclamar  la instalación de  “manos japonesas” en las fábricas pese a que ello signifique eliminar puestos de trabajo? Planteadas las cosas en esos términos no sabemos si estamos frente a una solución o a un nuevo problema. Muy despistados andaríamos si festejáramos la desaparición de las LER debido al triunfo de la ciencia. Las enfermedades profesionales y los accidentes de trabajo no se corrigen con simples medidas técnicas. Las LER surgen de la anteriormente mencionada lógica de aumentar la productividad al tiempo que se reducen costos. Es posible que la mano robótica, cuyo precio en el mercado seguramente será elevado, comience a utilizarse en algunas fábricas de determinados países desarrollados -posiblemente de la Unión Europea o el mismo Japón- pero no lo hará en nuestros países. Aquí, lo que las empresas harán será aumentar la velocidad de las líneas de producción (siempre se puede hacerlo un poco más) y las protestas de los trabajadores serán acalladas con la amenaza de importar la “mano japonesa”. Se trata de una nueva demostración de que en un  sistema donde prevalece la propiedad privada, las cosas son producidas como mercancías y la producción tiene como meta obtener una ganancia, no existe solución posible.

En Montevideo, Enildo Iglesias

© Rel-UITA

9 de julio de 2007

Enildo Iglesias

 

 

 

* No incluye propiedades inmobiliarias, joyas, yates, coches, etc.

 

 

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