Argentina

MultiForum Cono Sur

 

En el marco de la conmemoración del 90º aniversario de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y del 30º aniversario de la Declaración Tripartita de Principios sobre las Empresas Multinacionales (EMN) y la Política Social, los días 22 y 23 de abril, convocado por la OIT y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la República Argentina, se celebró el “MultiForum Cono Sur 2009”. El encuentro reunió a ministros de Trabajo del Cono Sur, representantes de organizaciones de empleadores y de trabajadores, representantes de compañías transnacionales y funcionarios de los gobiernos del Cono Sur y de la OIT.

 

Nuestro compañero Enildo Iglesias representó a la Rel-UITA e integró con Cristiano Rattazzi (Presidente de FIAT Argentina) y Eduardo Rojas (representante del gobierno de Chile) el panel “La promoción de la Declaración de EMN en las relaciones laborales a través del diálogo social”. A continuación transcribimos su ponencia:

 

Bajo la convocatoria “Promoviendo prácticas laborales responsables durante el período de crisis”, nos corresponde dar seguimiento a las reflexiones y análisis de la Declaración Tripartita de Principios sobre las Empresas Multinacionales y a la recientemente aprobada Declaración de la OIT sobre Justicia Social, en este panel denominado La promoción de la Declaración de EMNs en las relaciones a través del diálogo social.

 

En primer lugar, ¿a qué nos refiere la mención al “período de crisis”? Seguramente que a la burbuja financiera y económica que estalló en la segunda mitad del año pasado. Si es así, nos resistimos a aceptar que la crisis recién comenzó cuando el sistema dejó de ser rentable para un cierto número de empresas transnacionales y algunos millonarios.

 

¿Es que antes de esa fecha la responsabilidad en las prácticas laborales no estaba en crisis? ¿Cómo calificaremos entonces, que por ejemplo en Chile, el promedio de duración de los contratos laborales no alcance a los 8 meses? ¿Que en 2005 existieran 1.400 millones de personas en el mundo viviendo con menos de US$ 1,25 por día? ¿Que el 60% de la población mundial activa -1.800 millones de personas- trabaje sin contrato ni prestaciones? ¿Que más de 200 mil personas mueran anualmente intoxicadas con agrotóxicos? Para los trabajadores, la crisis hace décadas que existe.

 

Según el director general de la OIT, esta crisis fue provocada por un modelo de globalización “desequilibrado e injusto” que en los últimos años ha sobrevalorado el papel del mercado, infravalorado el papel del Estado y “menoscabado la dignidad del trabajo y el respeto por el medio ambiente”.

 

Suscribimos esos conceptos, coincidiendo con aquellos que afirman que la globalización es el tercer capítulo de la historia del capitalismo. El primero fue el capitalismo de Estado denominado colonialismo, el segundo fue aquel constituido por la protección de los Estados a las empresas (Estados Unidos enviando tropas a Centroamérica para proteger los intereses de la United Fruits, la CIA conspirando contra el gobierno de Allende para defender las transnacionales mineras, etc.) y en el tercero y actual, las empresas transnacionales son beneficiadas con la protección del Banco Mundial, el FMI y la OMC, prevaleciendo sobre los Estados, el interés general y el bien común.

 

En la medida en que esta última etapa se desarrollaba, también lo hacía la búsqueda de unas normas internacionales capaces de regular la actividad de las empresas transnacionales. Es que al mismo tiempo que la globalización creaba un escenario favorable para el desarrollo de este tipo de empresas, se dificultaba el avance de los sistemas de control y regulación jurídica de las mismas.

 

Esto llevó a que la OIT afirmara que “las normas globales reflejan una falta de equilibrio. Las normas e instituciones económicas prevalecen sobre las normas e instituciones sociales; y las realidades globales están poniendo a prueba la eficacia de las propias normas e instituciones actuales”1.

 

En ese contexto, la Declaración Tripartita sobre las Empresas Multinacionales tiene una historia que no podemos soslayar. En 1964 se creó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) con la finalidad de establecer relaciones comerciales más equitativas entre el Norte y el Sur. En 1974 el Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC) creó el Centro de Empresas Transnacionales con la finalidad de elaborar una serie de recomendaciones que establecieran la base de un código de conducta para las transnacionales (el Centro se cerró en 1993).

 

Inmediatamente las transnacionales se involucraron en el sistema de la ONU (FAO, PNUD, UNCTAD, etc.) integrando -con justificaciones técnicas- las delegaciones gubernamentales para así defender sus intereses. Viendo que la mayoría de las transnacionales tenían su sede en países industrializados que eran minoría en la ONU, y que lo principal de sus actividades e inversiones se realizaba en la zona de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) decidieron definir su política sobre las CTNs en el marco de esta organización, llamada el “club de los países ricos”. En 1976, la OCDE adoptó las Directrices para la Inversión Internacional y las Empresas Multinacionales, en las cuales, si bien los Estados son los encargados de su aplicación, se trata de principios voluntarios y no vinculantes.

 

Lo ocurrido en la OCDE repercutió en la OIT. En abril de 1977, en ocasión de la Reunión Consultiva Tripartita, los delegados del gobierno y de los empleadores de Estados Unidos logran imponer los criterios de la OCDE, que predominaron en la Declaración. Si bien este documento constituyó un importante paso adelante, el mismo contempla la reconocida pretensión de las compañías transnacionales de autorregular sus actuaciones y negarse a cualquier iniciativa que las someta a normas jurídicas obligatorias.

 

La Organización Internacional de Empleadores (OIE) reconoce en su página Web que, al tiempo que apoya la Declaración Tripartita “promueve que la Base de Datos para Empresas e Iniciativas Sociales de la OIT siga siendo un inventario de información objetiva y neutra relativa a las iniciativas sociales encabezadas por las empresas”.

 

Y agrega: “Los empleadores también tienen una posición clara en cuanto a lo que no desean que haga la OIT: concretamente, convertirse en una organización de control y verificación respecto de las iniciativas voluntarias de las empresas en materia de RSE; juzgar o clasificar los resultados o el comportamiento de las empresas; establecer cualquier tipo de condición a favor o en contra de las empresas sobre la base de su actividad o falta de ella en el ámbito de la RSE; y, de manera quizás más fundamental, trasladar a las empresas la responsabilidad en relación con las normas internacionales del trabajo”2.

 

Como puede observarse, se trata de la defensa del viejo principio de “dejar hacer y dejar pasar” y la última crisis que estamos padeciendo es, precisamente, el resultado de la aplicación de este principio.  Con la salvedad que la actual crisis se diferencia de la de 1929 en que ahora enfrentamos una crisis múltiple:

 

  • La crisis económica.

  • La crisis productiva y financiera-especulativa.

  • La crisis hídrica.

  • La crisis ambiental.

  • La crisis social en constante agravamiento.

 

De ninguna de ella los trabajadores nos sentimos responsables

 

En lo que tiene que ver con el tema específico de este panel, si al mencionado principio le sumamos las practicas habituales de las transnacionales en los últimos años, como la deslocalización de sus actividades productivas a regiones y países con menor costo de mano de obra y leyes laborales y ambientales más permisivas; la contratación de mano de obra tercerizada o con contrato a término; la inestabilidad y flexibilidad laboral; la persecución sindical etc., queda claro que el dialogo social es una meta cada vez más lejana y cuando se logra algún resultado el mismo, desde el punto de vista normativo, es poco más que una declaración de buenas intenciones.

 

En 1964, un Congreso de la UITA aprobó iniciar negociaciones internacionales coordinadas o centralizadas con las sedes mundiales de las CTNs, sobre problemas que afectan a varios países o al conjunto de una empresa.

 

En 1985 (ocho años después de aprobada la Declaración Tripartita) comenzaron las negociaciones entre la UITA y la transnacional francesa BSN, antecesora de la actual Danone. En 1994 se firmó una declaración conjunta UITA/BSN sobre el ejercicio de los derechos sindicales. En 1997 se firmó un convenio o acuerdo marco entre la UITA y Danone, pionero en el mundo, se necesitaron 12 años para culminar el proceso. Además de Danone, la UITA tiene firmados convenios internacionales con Accor, Chiquita, Fonterra y Club Mediterranee.

 

En los 12 años transcurridos desde 1997, cuando firmamos el primer convenio internacional, sólo hemos logrado pactar cuatro nuevos convenios y en todo el mundo existen solamente 50 convenios involucrando una transnacional. Como podemos apreciar, muy poco que conmemorar.

 

Hoy los programas de Responsabilidad Social Empresarial y los Códigos de Conducta están suplantando a los acuerdos marco y a los convenios internacionales. La diferencia entre ambos es grande, tanta como comparar el reglamento interno de una empresa con el convenio colectivo.

 

La Regional Latinoamericana de la UITA está creando nuevas estructuras con la intención de responder a la actual situación. Se trata de organizar federaciones regionales que agrupen a los sindicatos que representan a los trabajadores de una misma transnacional. Ya se han constituido la Federación Latinoamericana de Trabajadores de Coca Cola (FELATRAC); la Federación Latinoamericana de Trabajadores de AmBev (FELATRA); la Federación Latinoamericana de Trabajadores de Nestlé; la Federación Latinoamericana de Trabajadores de Arcor; y la federación que representará a los trabajadores de Unilever se encuentra en formación.

 

Se presume que el trato cotidiano entre los dirigentes sindicales y los ejecutivos de las empresas facilite la posibilidad de discutir y aprobar convenios regionales en cada compañía.

 

Para desarrollar el dialogo social se requieren estructuras adecuadas, pero también voluntad de practicarlo y protocolizarlo.

 

Ponencia de: Enildo Iglesias

MultiForum Cono Sur

Buenos Aires, 22 de abril de 2009

 

 

Rel-UITA

                 27 de abril de 2009

 

 

 

 

1- OIT, 2004ª

2- www.ioe-emp.org/es/politicas/rse/index.html

 

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