Expertos de la UE alertan de que la globalización, la
deslocalización
y
la precariedad generan patologías emergentes
Las nuevas formas de organización del trabajo generan nuevas formas
de ansiedad y nuevos riesgos laborales. Un panel de 79
expertos de la Unión Europea, EE UU y la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo ha
constatado así a través de una investigación de tres años,
que recientemente ha sido publicada por la Agencia Europea
para la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Junto a los
riesgos físicos, biológicos y químicos, el grupo de
especialistas advierte del creciente auge de los riesgos
psicosociales, "relacionados con el modo en que el trabajo
se diseña, organiza y gestiona, así como con los contextos
social y económico del trabajo". Entre sus conclusiones
destaca que, mientras las medidas de seguridad física
aumentan, la fragilidad psicológica de los empleados también
sube.
Demandas emocionales
Los principales agentes infecciosos no son ahora ni virus ni
bacterias, sino la precariedad de los contratos, las
elevadas demandas emocionales asociadas al trabajo, el
equilibrio insatisfactorio entre vida laboral y personal, la
vulnerabilidad de los trabajadores de más edad en un mercado
altamente competitivo, las cargas de trabajo desmesuradas y
las presiones asociadas a ellas. El cuadro resultante es
bastante desolador, por lo que los expertos llaman a las
administraciones públicas y a los responsables empresariales
a tener en cuenta estos factores al organizar el trabajo. De
forma muy resumida, éstas son las principales fuentes de
ansiedad laboral según el documento titulado Pronóstico de
expertos sobre los riesgos psicosociales emergentes
relacionados con la salud y la seguridad en el trabajo:
1. Intensificación del trabajo: casi la mitad de los empleados
europeos trabaja a muy alta velocidad durante tres cuartas
partes o más de su jornada laboral. En comparación con años
previos, esta tendencia no para de crecer. Dolor de espalda,
fatiga, dolencias musculares y estrés son las consecuencias
más mencionadas por los trabajadores expuestos a jornadas
extenuantes.
2. Inseguridad laboral y nuevas formas de contratación: los
contratos temporales y por obra, así como la tendencia a
externalizar procesos productivos, es fuente de
vulnerabilidad. "Habitualmente llevan a cabo los trabajos
más peligrosos, trabajan en condiciones más precarias que
los empleados indefinidos y, a menudo, reciben menos
formación en salud y seguridad laboral", un panorama que,
pronostican los expertos, se consolida y crece. Tensión
vinculada al estrés, agotamiento, sensación de estar quemado
y depresión son las consecuencias más observadas, con
cuadros más severos en los empleados con contrato precario.
3. Elevada demanda emocional en el trabajo: trastorno por estrés
postraumático, deterioro de la autoestima, ansiedad,
depresión, apatía, irritabilidad y trastornos de la memoria
son algunas de las consecuencias más habituales de la
elevada autoexigencia emocional puesta en el trabajo y el
temor a su pérdida. Trastornos en el sueño, alteraciones del
ciclo corticoide, falta de apetito, hipertensión, fatiga
crónica y dolores musculares son los efectos más observados
en este terreno.
4. Poco equilibrio entre trabajo y vida personal: uno de los
riesgos psicosociales emergentes más acentuados. "Los
horarios irregulares, como los de los trabajos por turnos,
de fin de semana o nocturnos, pueden ser especialmente
demoledores para el equilibrio entre vida laboral y personal
de los que tienen empleo precario", se lee. La creciente
existencia de familiares en situación de dependencia,
combinada con un escaso apoyo familiar y dificultades para
adecuar los horarios de trabajo a las necesidades
personales, crea cada vez más riesgos sobre la salud mental
de los afectados.
Dolores Hernández, responsable de salud laboral de UGT,
sindicato que ha tomado parte en la investigación, se
muestra convencida de que el amplísimo análisis tendrá
repercusión en los ámbitos políticos y en las estrategias
públicas de salud laboral tanto españolas como europeas, que
a su juicio, tal y como están planteadas en la actualidad,
son "flojas" porque apenas contemplan los riesgos
psicosociales. En su opinión, sólo si se favorecen
iniciativas que conlleven "la participación de los
trabajadores en la asignación de turnos y horarios y en la
conciliación de su vida laboral y personal", así como
medidas de promoción profesional que aumenten la implicación
en el puesto de trabajo, se irán atajando estos peligros.
La situación en España
El Observatorio Permanente de Riesgos Psicosociales de UGT
ha elaborado recientemente una radiografía de la situación
en España, a partir de más de 5.000 encuestas en 11
sectores de actividad. Entre sus conclusiones figura que el
impacto de dichos peligros es análogo en todos los sectores
(enseñanza, hostelería, textil, atención primaria, seguridad
privada, teleoperadores, cárnicas y cerámicas/azulejos,
entre ellos).
Según UGT, en España, el 68% de los trabajadores
manifiesta alta carga mental, resultado de tener que
trabajar con plazos y fechas ajustados, mantener un nivel de
atención muy alto durante toda la jornada, tener que
trabajar a ritmo muy rápido y realizar tareas complejas. El
23% considera que sus condiciones ambientales no son las
adecuadas (mala iluminación, excesivo ruido, altas o bajas
temperaturas...) y el 65% declara que no dispone de
autonomía ni participa en la toma de decisiones que afectan
a la planificación de tareas y la organización del trabajo.
El resultado es que el 81% de los trabajadores españoles
presenta un alto riesgo de sufrir estrés.
Josep
Sarriegui
El Pais
22 de
enero de 2008
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