Chile
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TEMPORERAS, ESCLAVAS
DEL SIGLO XXI
Trabajar
encadenada
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Sólo cuando las
despidieron sin pagarles su sueldo y se fueron agotando los
medios para conseguir que el empleador cumpliera este
compromiso, las trabajadoras temporeras del packing Santa
Ana Export, de Requínoa (VI Región), se atrevieron a contar
la forma en que habían sido tratadas.
Laboraban de 12 a 14 horas diarias, seleccionando ciruelas,
de pie y encadenadas a la mesa de trabajo, para que no
fueran al baño. Tal cual. Con dos cadenas, una circundando
la cintura y otra, en las piernas.
'De Rancagua eran 50, 30 de Graneros y 20 de Requínoa. La
mayoría mujeres y todas trabajaban en las mismas
condiciones. Además, contaron que lo más terrible era un
jefe acosador sexual con todas las mujeres, sin importarle
la edad que tuvieran', denuncia Juana Carvajal, dirigenta de
la Federación Campesina Bernardo O'Higgins, de Rancagua.
Habían llegado al packing en abril del año pasado y
soportaron en silencio este trato humillante por no perder
la posibilidad de un salario que nunca llegó. Sólo les
dieron un anticipo. La mayor parte de ellas fue 'enganchada'
por contratistas y, como sucede en la mayoría de estos
casos, nunca tuvieron contrato. Eso facilitó el despido sin
pagarles un peso.
Juana Carvajal, recibió el testimonio de las temporeras
cuando acudieron a la Federación para pedir asesoría ante la
Inspección del Trabajo. 'Hubo varios comparendos, pero el
contratista jamás reconoció que hubo una relación laboral,
menos el representante de la empresa (Leo Romeu). Entonces,
el caso quedó botado, porque había que poner una demanda y
no teníamos abogado ni plata. Recurrimos a las autoridades
para ver si podían presionar a la empresa para que cancelara
los sueldos. Fue ahí cuando ellas empezaron a contar cómo
trabajaban. Mucha gente se espantó. Tuvimos una entrevista
con el seremi del Trabajo, Rodrigo Vergara, y no lo podía
creer', relata la dirigenta. Sin embargo, cuando le pidieron
ayuda para conseguir un abogado, éste las envió a la
Corporación de Asistencia Judicial. 'Hemos tenido pésimas
experiencias en la Corporación, así que le dijimos al seremi
que si no se solucionaba luego el problema de estas
trabajadoras, a la prensa', recuerda Juana Carvajal. Pero
como no pasó nada, dieron una entrevista a El Rancagüino en
el mes de octubre.
El diario estaba preparando un reportaje sobre los
temporeros y la supuesta mejoría de su situación, con los
nuevos tratados de libre comercio. 'Ahí quedó la escoba
-dice la dirigenta sindical-. A mí me llamó Luis Sepúlveda,
director regional del Trabajo, y me dijo que 'las dirigentas
polémicas duran poco en sus cargos...', que no debería haber
llevado a las mujeres a la prensa, porque eso no era real,
que no podía ser que las temporeras hayan estado trabajando
encadenadas. Le expliqué que simplemente dijimos lo que
ellas mismas relataron.
Han pasado cuatro intendentes y ninguno nos ha querido
recibir como organización campesina. Tampoco el intendente
actual, Carlos Bravo. Lo único que hizo la Dirección del
Trabajo fue fiscalizar a la empresa Santa Ana. Y resulta que
entre 2003 y 2004 le habían aplicado como diez multas, por
lo cual ya deberían haberla cerrado. Había mucha gente a la
que no le habían cancelado los sueldos, pero recién la
clausuraron ahora, debido a esta denuncia. Lo lamentable es
que esto salió a luz porque no se le habían pagado los
sueldos a las trabajadoras, no por un tema de dignidad
humana'.
Después de la denuncia en la prensa, a las ex temporeras de
Santa Ana Export les llegaron anónimos con amenazas, que se
supo provenían de los contratistas. 'Ellas no quisieron
seguir dando entrevistas, porque dijeron que se estaban
arriesgando a tener más problemas, no les darían trabajo y
tampoco conseguirían que les pagaran los sueldos adeudados',
añade Juana Carvajal.
Cajeras con
pañales
La dirigenta de la Federación Campesina Bernardo O'Higgins
relató este impactante caso en una acción-denuncia sobre las
condiciones laborales de las temporeras que se realizó en la
Plaza de Armas de Rancagua, el 14 de diciembre, con
participación de diversas organizaciones de la zona,
Santiago y Melipilla. En esta oportunidad, dirigentes de la
Organización de Consumidores y Usuarios (Odecu) de la VI
Región, dijeron que también han recibido denuncias que
parecen provenientes de una historia de ciencia ficción.
'Cajeras de supermercados dicen que las hacen trabajar con
pañales... para que no pierdan tiempo en ir al baño-señaló
Alejandro Pujá-. Pero no hay gente que se atreva a dar
testimonio, porque tienen miedo de perder su trabajo'.
El trato indigno; la inexistencia de contratos laborales;
los salarios cada vez más reducidos, debido a la mediación
de contratistas que se quedan con la mitad del salario;
jornadas extenuantes; falta de higiene, de baños y agua
potable en los lugares de trabajo, y el riesgo de sufrir
graves enfermedades debido al contacto o exposición obligada
a plaguicidas durante la jornada laboral, fueron parte de
las denuncias efectuadas por las dos organizaciones citadas
y por dirigentes de la Red de Acción en Plaguicidas y sus
Alternativas en América Latina (RAP-AL), del Observatorio
Latinoamericano de Conflictos Ambientales (Olca), el
sindicato Martralipo, de Pomaire, y 'Rodrigo ayuda',
organización de la comuna de Melipilla que agrupa a
familiares de niños nacidos con malformaciones a causa de la
exposición de sus padres a agrotóxicos mientras trabajan en
faenas agrícolas. La acción-denuncia tuvo como eje una
muestra de réplicas de fetos malformados del artista Juan
Verdejo, expuesta al público en la plaza central de
Rancagua.
Tanto el incumplimiento de las escuálidas leyes laborales
como la inoperancia de las autoridades y la falta de
fiscalización de las entidades del Estado, que afectan en
forma especial a los temporeros agrícolas, serán denunciados
por estas agrupaciones ciudadanas ante la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y entidades de consumidores
de Europa y Estados Unidos, para que sepan a qué costo se
producen las frutas chilenas que se exportan a sus países.
Las mujeres y los niños son los que se llevan la peor parte.
En la temporada de cosecha, que coincide con las vacaciones
escolares, menores de hasta siete años trabajan junto a sus
padres y otros familiares en las mismas condiciones que los
adultos. Un estudio efectuado en la VI Región por la doctora
Angélica Moreno y otras especialistas en salud constató que
el setenta por ciento de los niños de entre 7 y 16 años de
los colegios de Coínco se integran al trabajo de temporada
durante el verano. 'Nos hemos reunido muchas veces con las
autoridades por el tema del trabajo infantil, que está
penalizado por la ley, pero no se toman las medidas que
corresponden -dice Juana Carvajal-. La verdadera solución es
que les mejoren los sueldos a los papás para que los niños
no tengan necesidad de trabajar para ayudar en sus casas o
juntar plata para comprar sus útiles escolares'. Si todo
esto ocurre sin que se oficialice la 'flexibilización'
laboral pretendida por los empresarios y sectores de la
derecha y de la Concertación, ¿qué sucederá después?
Patricia Bravo
argenpress.info
28 de marzo de 2005
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