Estados Unidos
Vienen por lana, terminan trasquilados
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El
informe titulado "Sufriendo en los campos de la abundancia:
experiencias de los trabajadores ovejeros en el Valle
Central de California", generó amplias discusiones en el año
2000. El documento, producido por la agencia Servicios
Legales de California Central, dió a conocer las condiciones
laborales y de vida de los trabajadores temporales que
cuidan ovejas.
"Trabajan
aislados de otras personas, carecen de transporte, baño,
agua potable, calefacción, electricidad y refrigeradores",
dijo el abogado Chris Schneider, director del proyecto,
resumiendo los hallazgos del reporte del 2000. "Durante los
tres años del contrato viven en una casita rodante
dilapidada."
Los
ovejeros están dedicados a su trabajo las 24 horas del día,
siete días a la semana durante todo el año.
Entonces, la totalidad de los ovejeros entrevistados
declararon que no asistían a reuniones, cine o ninguna otra
actividad colectiva, que sus patrones sólo les daban comida
y agua una vez a la semana y que, debido a las altas
temperaturas del verano californiano, el agua almacenada en
los contenedores expuestos a la intemperie, se volvía
insalubre rápidamente.
Debido al
impacto del informe y a las presiones subsiguientes, la
legislatura estatal aprobó una ley en el 2001 destinada a
mejorar esas condiciones laborales. En primer lugar, se
estableció un ajuste salarial: aumentó los sueldos (aunque
los mantuvo lejos del salario mínimo), se estableció que los
ovejeros que desempeñan otras labores tendrían que recibir
paga extraordinaria y se intentó equiparar las condiciones
de trabajo en relación al código laboral. Pero sus
características hacen difícil cualquier control.
Los
ovejeros se mueven de un lugar a otro, siguiendo al rebaño.
Y con ellos van las casitas rodantes. Pero las empresas no
parecen entender aspectos tan básicos como la forma de
trasladar un baño portátil, de hacer llegar inmediatamente
al trabajador su correspondencia o de ofrecerle algún medio
de comunicación para casos de urgencia, como accidentes.
Éstos y
otros elementos aparecen detallados en un nuevo estudio, a
manera de seguimiento, realizado por la misma agencia. El
documento, "Actualización de la experiencia de los
trabajadores ovejeros en el Valle Central de California", se
presentó el pasado 30 de marzo en Fresno. "Empezamos el
estudio en el año 2004 para saber si se estaba cumpliendo la
ley", comentó Schneider.
Los
resultados demuestran que no: el 91 por ciento de los
ovejeros carecen de baños, el 68 por ciento no tiene forma
de comunicarse, 41 por ciento carece de movilización, 9 por
ciento no tiene electricidad, y así sucesivamente. Además,
los empleadores continúan con sus viejas mañas. "En
diciembre pasado, el patron me llevó a cuidar las vacas pero
me caí y una vaca me pisó, lastimándome", dijo Tito Macha,
un ovejero peruano de 39 años y residente en Bakersfield. Su
empleador lo llevó a una clínica pero le insistió en que no
dijera cómo se lastimó: "diles que te caíste del caballo".
La razón
para mentir, según Schneider, es que la ley del 2001
establece que si los ovejeros realizan otras labores, se les
debe pagar más dinero; y en este caso, el patrón también
podría haber sido multado.
Casi el 80 por ciento de los
ovejeros de California son de Perú y el resto son de Chile y
México. Todos vienen con visa H-2A y
contrato de tres años, renovables.
Una agencia
localizada en Lima (Perú) se encarga del reclutamiento de
pastores en ese país. "Pero no nos dicen cuáles son las
condiciones, lo presentan diferente", dice Macha. Cada
pastor cuida entre 1.000 y 2.000 ovejas. Durante los meses
del parto, trabajan unas 16 horas diarias. Los problemas de
salud son constantes. "Tuve problemas del estómago y
bronquitis, pero nunca me llevaron al médico", asegura
Macha.
Debido a
las características del trabajo, los ovejeros dependen casi
totalmente de sus empleadores. "En el año 1977 me enfermé de
fiebre del valle y el patrón quería cancelarme el contrato
-declaró Heraclio Astete, dirigente del Sindicato de
Ovejeros de California, que representa a los casi 1.000
ovejeros residentes en el estado-. "Tuve que entablar una
demanda para recibir atención médica." Los dos ovejeros
afirmaron que la renovación de los contratos depende casi
exclusivamente de la recomendación del empleador, quien casi
siempre se molesta cuando el trabajador exige alguna mejora
o presenta alguna queja.
"Lamentablemente, ésta es solo una muestra de la larga
historia de abusos a los trabajadores huéspedes -afirma
Schneider-. "Como ejemplo tenemos el caso conocido de los
Braceros" (trabajadores rurales que vinieron de México por
contrato entre 1946 y 1964 y a quienes aún se les adeuda el
10 por ciento de sus salarios, retenido como condición
contractual para asegurar su regreso a México).
Actualmente, la administración Bush busca implementar una
propuesta migratoria basada en un programa similar. "Este
programa se llama Trabajadores huéspedes", finalizó
irónicamente Schneider
Eduardo Stanley
7 de abril de 2005
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