Perú
Primero de mayo
Las
mujeres se articulan
y demandan empleo
digno |
Trabajo precario, sin beneficios ni derechos laborales pese
a crecimiento macroeconómico, caracterizan desempeño de mano
de obra femenina
Gladys
Campos
fue despedida hace dos años de su empleo por formar un
sindicato en una empresa agro exportadora de espárragos,
ubicada en los valles de La Libertad, al norte costero del
Perú. Ella confiaba en que, organizándose, los
trabajadores podrían exigir a sus empleadores mejores
condiciones laborales, pago de horas extras y reconocimiento
de beneficios sociales. No imaginó que sería inmediatamente
despedida, acusada de haber hecho abandono de su puesto de
trabajo.
Jornadas laborales más allá de las ocho horas, sin derecho a
la seguridad social, jubilación y sindicación, presionadas
para no salir embarazadas y así mantener el empleo, viviendo
secuelas en sus mentes y cuerpos por las extensas jornadas
en los campos y plantas industriales, son algunas de las
condiciones que caracterizan el trabajo en la agroindustria
y confecciones, dos de los sectores que han experimentado un
crecimiento económico sostenido en los últimos años, pero
que se sustenta en la explotación de su mano de obra
principalmente femenina.
Estos hechos, que atentan contra la dignidad del empleo de
las mujeres, fueron recordados en la conmemoración del Día
del Trabajo a través de un plantón realizado el último lunes
30 de abril ante el Ministerio del sector a cargo de
Susana Pinilla, quien hasta antes de aceptar el cargo de
ministra conducía una organización no gubernamental
promotora de las actividades empresariales de las mujeres.
Campesinas, trabajadoras del hogar, obreras de diversas
empresas, empleadas del sector público, entre otras,
reclamaron a viva voz políticas gubernamentales para
enfrentar la discriminación por la mercantilización del
empleo y de la vida.
Sus representantes, articuladas en un colectivo conformado
por centrales y gremios sindicales, y por organizaciones de
la sociedad civil promotoras de los derechos laborales de
las mujeres, entregaron un Manifiesto a la titular del
Trabajo quien, sin embargo, no las recibió en su despacho
pese a que la cita había sido concertada con la debida
anticipación.
“Nosotras, mujeres trabajadoras asalariadas, pequeñas
productoras urbanas y rurales, trabajadoras independientes,
informales, trabajadoras familiares y comunitarias no
remuneradas, sindicalistas y feministas, reafirmamos nuestro
compromiso por la dignidad del trabajo”, sostienen en el
documento hecho público.
La secretaria del Departamento de la Mujer de la
Confederación General del Trabajo (CGTP), Gloria
Pérez, afirmó que la flexibilización de la
legislación laboral iniciada en el gobierno del depuesto
presidente Alberto Fujimori, es una política
que se mantiene hasta hoy, afectando de manera más severa a
las mujeres. “En la práctica esta situación se traduce en
pérdida de derechos y recortes en la negociación colectiva y
vigencia de nuestras organizaciones sindicales”, denunció.
El caso de Gladys Campos, la obrera despedida
de una empresa agro exportadora, es emblemático de la
injusticia e inequidad laboral. Contratadas por sus
habilidades motoras finas, producto de su socialización de
género, las mujeres han engrosado las filas laborales de
este sector, pero en los puestos de menor calificación, lo
que no les depara posibilidades de desarrollo ni ascensos, y
por tanto de mejora de sus ingresos y condiciones de vida.
“Yo soy madre soltera, trabajaba hasta 15 horas diarias en
temporada alta, y no podía ver a mi hijita, que se quedaba
con mi mamá. Muchas de nosotras estamos con gastritis porque
no podemos almorzar o desayunar a nuestras horas, con
inflamaciones porque pasamos muchas horas de pie y no nos
permiten ir al baño salvo en las horas indicadas, y con una
tensión muy grande porque si cometemos un error como que se
nos rompa un frasco, nos lo descuentan del salario”,
detalla Gloria, quien viene luchando judicialmente
por su reposición.
Karim
Flores, socióloga de la Asociación Aurora Vivar, que
asesora a Gladys Campos, informa que el 40 por
ciento del área cultivada destinada a la exportación de
productos no tradicionales, entre los que se encuentran el
espárrago, la páprika y las alcachofas, se concentra en el
seis por ciento de propietarios de unas 136 empresas de
sociedad anónima ubicadas principalmente en Ica, al sur de
Lima, en La Libertad-Trujillo, al norte, y en la propia
capital.
Las mujeres
que han entrado a este mercado de trabajo están en plena
edad reproductiva, se encuentran entre los 18 y 25 años, y
en la gran mayoría de los casos no han iniciado estudios
superiores lo que constituye una barrera para su posterior
desarrollo. Las discriminaciones que viven cotidianamente en
el acceso a sus derechos laborales se dan en el marco de la
ley N° 27360 que aprueba las Normas de Promoción del Sector
Agrario, emitida en el 2000 con carácter temporal, pero que
recibió una ampliación de vigencia por quince años más
durante el último tramo del gobierno de Alejandro
Toledo.
El colectivo de organizaciones que entregó el Manifiesto por
la dignidad del empleo femenino, compuesto además de la
CGTP, por la Central Unitaria de Trabadores, el
Sindicato de Trabajadoras del Hogar, el Centro Flora Tristán,
la Marcha Mundial de Mujeres y la Asociación Aurora Vivar,
demandó la derogatoria de los regímenes especiales que
recortan los derechos laborales.
El documento indica las diversas inequidades de género en el
ámbito laboral: la participación masculina en el empleo
supera el 75 por ciento mientras que la femenina llega sólo
al 51 por ciento. Las mujeres se concentran en los sectores
menos favorecidos y de menores ingresos, a tal punto que el
75 por ciento del total de peruanas ocupadas se ubica en la
economía informal que se traduce en ingresos mínimos o
trabajos no remunerados, jornadas superiores a las 10 horas,
carencia de derechos, accidentes y enfermedades
ocupacionales, y ausencia de organización sindical.
La dirigente de la CGTP Gloria Pérez,
demandó al Congreso la aprobación de una Ley General de
Trabajo con equidad que garantice iguales derechos para
trabajadores hombres y mujeres de empresas de servicios
temporales y complementarios, el reconocimiento del derecho
de licencia por paternidad ante el nacimiento de un hijo o
hija, la promoción de los servicios de cuidado infantil para
padres y madres con responsabilidades familiares, así como
la prohibición expresa de discriminación en el empleo por
orientación sexual.
También exigió que esta ley, cuyo articulado sigue en debate
en los Congresos de los cuatro últimos gobiernos incluyendo
el actual, utilice un lenguaje inclusivo e incorpore el
principio de equidad de género en las relaciones laborales.
El Manifiesto tiene demandas concretas al Ministerio de
Trabajo, como el respeto estricto al derecho a la igualdad
de remuneraciones por trabajo de igual valor, el
mejoramiento del sistema de inspección laboral, y garantizar
el cumplimiento del reglamento de seguridad y salud en el
trabajo.
“El pueblo ya lo sabe, sin luchas no hay victoria”, “mujeres
en las calles, defienden sus derechos”, “aquí están, éstas
son, las que siempre lucharán”, “mujeres unidas jamás serán
vencidas”, fueron algunos de los lemas coreados por las
diversas trabajadoras que manifestaron pacíficamente en el
plantón por la dignidad del empleo femenino.
Muchas trabajadoras como Gladys Campos aspiran
a que ese derecho elemental y básico, de un trabajo digno,
deje de ser una utopía para concretarse en su vida
cotidiana.
En Lima, Mariela Jara
©
Rel-UITA
3 de mayo de 2007 |
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