República
Dominicana
Qué hacer con 33.000
huérfanos |
Ansi, Luisa, Sofía y Oveña quedaron en la orfandad el año
pasado en el poblado dominicano de Barahona, cercano a la
frontera con Haití. Su padre murió de Sida tras pasar seis
meses en cama, su madre también contrajo el virus. Ahora la
estrechez material parece insuperable.
Los menores, de nueve a dos años
de edad, pasan gran parte del día al cuidado de Carmela Pie,
la abuela. Ríen y juegan. No saben que Oveña, la más joven,
podría correr la misma suerte de su padre. Todavía está a
expensas de algunas pruebas. La madre, Luisa, fue infectada
por su esposo con VIH (virus de inmunodeficiencia humana,
causante del sida). "Mantener cuatro niños sola es difícil,
la vida es demasiado dura”, comenta la abuela, mientras
peina a Oveña sobre sus piernas, largas y cruzadas como
tijeras. "No sé qué podrá pasar con esta familia".
La realidad de los nietos de
Carmela es la de unos 33.000 niños y niñas de la República
Dominicana que quedaron en la orfandad tras la muerte de
alguno de sus padres por SIDA (síndrome de inmunodeficiencia
adquirida). Otros 3.000 menores padecen la enfermedad en
este país de 8,5 millones de habitantes.
República Dominicana se
encuentra en la segunda región del mundo con mayor peso de
la epidemia detrás de África, el Caribe.. La prevalencia de
la región -proporción de los casos conocidos respecto de
todos los habitantes- era de 1,6 por ciento a fines de 2005,
con unos 330.000 caribeños infectados, según el Informe
sobre la Epidemia Mundial de Sida 2006, publicado por el
Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA).
El vecino Haití es el motivo de mayor preocupación en la
materia, pues tiene una prevalencia en adultos de 3,8 por
ciento.
Ansi, Luisa, Sofía y Oveña
nacieron en este país de padres haitianos. Barahona -205
kilómetros al suroeste de la capital Santo Domingo-, donde
viven con su abuela y su madre, está a menos de 100
kilómetros de la frontera que divide a esta isla caribeña
compartida por las dos naciones. La zona tiene 179.900
habitantes. Su economía se sustenta en un ingenio azucarero
fundado en 1916. Además, vive del cultivo de plátanos y de
otras siembras menores, la extracción de yeso y la
explotación de minas de sal.
Casi el 65 por ciento de quienes
habitan en Baharona son pobres, según el informe
Focalización de la Pobreza en República Dominicana, dado a
conocer este año por las autoridades nacionales y el
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Como zona azucarera, Barahona está rodeada de bateyes
habitados por los cortadores de caña, de mayoría haitiana.
"La cercanía con Haití tiene que ver con la alta presencia
de la enfermedad en Barahona", comenta Lidia García,
coordinadora de la Unidad de Atención Integral del hospital
regional Doctor Jaime Mota. Aunque no hay datos específicos,
se estima que en los bateyes la prevalencia de VIH llega a
seis por ciento. "Por aquí se dan muchas relaciones entre la
gente de Haití y los dominicanos, y eso incrementa las
probabilidades de contagio”, afirma García.
En un intento de dar respuesta
al problema de la orfandad, las autoridades presentaron el
29 de septiembre la Política Nacional de Protección de
Niños, Niñas y Adolescentes en Situación de Orfandad y
Vulnerabilidad por el VIH/SIDA, que contempla mejorar "las
condiciones de vida de la niñez y adolescencia huérfana y
vulnerable".
Se trata de ocho puntos
fundamentales, como apoyo a las familias: escolarización
bajo igualdad de oportunidades, atención en salud eficaz,
efectiva educación sexual y fomento de la participación de
la niñez, entre otros. La política se enmarca dentro de la
campaña global iniciada el año pasado por el Fondo de las
Naciones Unidas para la Niñez (UNICEF) y el ONUSIDA, para
intensificar acciones en favor de más de 15 millones de
niños y niñas que han quedado huérfanos en el mundo a causa
de la enfermedad. Detener el avance del sida es parte de los
Objetivos de Desarrollo del Milenio, adoptados por la
comunidad internacional en 2000 como una gran plataforma
para abatir la desigualdad y la pobreza en todo el mundo.
Esta política dominicana "es el
resultado de un proceso interinstitucional liderado por el
Consejo Presidencial del Sida, y el Consejo Nacional de la
Niñez, con el apoyo del Instituto Nacional de la Salud y
UNICEF", dijo Humberto Salazar, director ejecutivo del
Consejo, durante la presentación del documento en el Palacio
de Gobierno.
"Ahora nos queda el desafío de
hacer realidad las estrategias que propone este documento de
política, con una efectiva articulación entre gobierno,
sociedad civil, sector privado, iglesias y todos los que
luchan contra la epidemia", destacó Tad Palac, representante
de UNICEF en República Dominicana.
Los funcionarios han dicho que
pretenden "lograr el acceso de madres o padres a servicios
eficaces de prevención y tratamiento que prolonguen su vida,
para reducir los niveles de riesgo de niños, niñas y
adolescentes en familias con VIH, antes de que la muerte de
uno de los progenitores destruya la protección que ofrecen a
sus hijos e hijas". Pero no se han anunciado medidas
concretas ni montos de recursos asignados.
En la población adulta de este
país, el sida presenta 1,7 por ciento de prevalencia. De
acuerdo con cifras oficiales, 2.490 dominicanos accedían en
2005 a terapias con medicinas antirretrovirales para fases
avanzadas de la enfermedad, lo que representa un 26 por
ciento de todos los que necesitaban estos medicamentos que
reducen la carga del virus en el organismo y prolongan la
vida, según datos oficiales.
El padre de los cuatro niños,
Juan Alberto Pie, de 39 años, murió en abril de 2005. La
responsabilidad familiar recayó entonces sobre Luisa, su
esposa, quien ahora va todos los días al mercado a vender
ropas y zapatos usados para mantener a los pequeños. Tiene
27 años y se sabe portadora de VIH.
La abuela, de 69, ni siquiera
quiere imaginar el escenario que la aguarda. "Estoy muy
vieja para trabajar", señala y se mira las manos
encallecidas. Recuerda sus días en el campo, cobijada bajo
el sol, sembrando gandules (guandú) y habichuelas para
mantener a sus tres hijos. "Ya apenas puedo cuidarlos un
rato, no tengo fuerzas para hacerme cargo de ellos para
todo", dice. Mueve la cabeza en sentido de negación y repite
"no puedo, no puedo…, no sé cómo me haré".
En 2004, murieron 7.900 personas
de sida en este país, y las autoridades sanitarias comienzan
a considerar la enfermedad como primera causa de muerte
entre adultos en edad reproductiva. El documento de Política
Nacional del gobierno indica que las condiciones de pobreza
estructural de la sociedad limitan la capacidad de respuesta
de las comunidades y de las propias familias. El VIH/SIDA
"se convierte en una tragedia familiar" como consecuencia
del alto costo de la atención primaria y por las debilidades
institucionales que acarrea el sistema de salud del país.
Cuarenta y dos por ciento de la
población dominicana vive en situación de pobreza, y en
algunas regiones, la indigencia llega a 31 por ciento del
total de habitantes, afirma el informe Focalización de la
pobreza.
Carmela Pie vive con sus nietos
en un barrio marginal. Los acoge un techo de hojalata y
cartón sobre piso de tierra. "Necesito ayuda para los niños.
Estoy vieja", dice. "Nadie sabe qué pasará con ellos mañana
si su madre y yo les faltamos"
Diógenes Pina
IPS
31 de
enero 2007
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