Estados Unidos
Aborto y
manipulación política en EEUU
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El aborto es una
operación quirúrgica destinada a interrumpir un embarazo.
Cuando se realiza en condiciones médicas normales no se
considera de alto riesgo, y hay pocas posibilidades de que
surjan complicaciones postoperatorias. Sin embargo, esas
"condiciones médicas normales" existen solamente en unos
pocos países; en muchos más, el aborto es ilegal.
El porcentaje de mortandad debida a abortos insalubres o
ilegales es del 54 por ciento en Etiopía, 35 por ciento en
Argentina, 36 por ciento en Chile, etc.; según la
organización Chilbirth by Choice Trust, de Canadá, cada año
fallecen alrededor de 200.000 mujeres por dicha razón en
todo el mundo. Además, varios miles sufren graves problemas
postoperatorios como infertilidad permanente, perforación de
los intestinos, afección de los riñones y otras dolencias.
¿Y por qué tanto debate sobre una simple operación
quirúrgica? Cuando un gobierno decide legalizarla, sus
consideraciones son de índole terapéutico. Sin embargo,
quienes se oponen al aborto en determinados países han
logrado, después de años de intensa propaganda y agitación,
crear un ambiente contrario a éste a partir de argumentos
supuestamente morales, no médicos.
La práctica del aborto es milenaria. Ya se practicaba en las
sociedades antiguas mediante el uso de hierbas y objetos
punzantes (primitivos bisturíes), como demuestran muchos
textos médicos del Egipto farónico y de China. De hecho,
hasta la Iglesia católica, la organización militante más
activa en el movimiento contra el aborto, lo aceptó con
limitaciones hasta mediados del siglo XIX. En 1869, el Papa
Pío IX lo prohibió totalmente, y por razones políticas: la
Iglesia estaba perdiendo poder y los índices de natalidad en
países fervientemente católicos, como Italia, también
bajaban. Además, intentaba controlar el naciente movimiento
de mujeres que empezaba a reclamar sus derechos. Desde
entonces, el fervor religioso -o fanatismo- fue el motor que
impulsó el movimiento contra el aborto.
La Iglesia católica, el primer Estado transnacional de la
historia, utiliza argumentos supuestamente morales para
hacer política y disfraza así sus intenciones. El caso más
típico es La Santa Inquisición (siglos XIII-XIX), tribunal
encargado de investigar y juzgar casos de "herejías" que en
realidad fue una manera de sembrar el terror para controlar
a la población y eliminar opositores.
Un argumento moral es asimilado más facilmente por la
población, entre otras cosas porque establece una valoración
("bueno" o "malo") y un castigo o condena, eliminando todo
razonamiento. Ésta es la base de la manipulación política.
En Estados Unidos, el aborto es legal desde 1973. Las
organizaciones religiosas nunca han dejado de luchar contra
esta decisión y han llegado a casos extremos de fanatismo
con ataques a clínicas, agresiones físicas a empleados de
las mismas e incluso asesinato. El convencimiento de
participar de una "cruzada" le ha dado a este movimiento una
fuerza política poco usual. Y cada tanto se agregan otras
causas igualmente "cristianas", como la oposición al
matrimonio de homosexuales.
El argumento más usado es que el aborto consiste en eliminar
una vida; es decir, sería un crímen y "un pecado". Pero el
concepto de vida ha ido cambiando con el tiempo; por
ejemplo, antes de 1869 la propia Iglesia católica decía que
la vida empezaba semanas después del embarazo. Hoy, dice lo
contrario.
Si este movimiento defiende tan fanáticamente la vida, ¿por
qué no reacciona ante la muerte de las mujeres que practican
abortos sin atención médica adecuada? ¿O ante realidades
sociales inexcusables, como la de Rumanía (único país del
"socialismo real" que prohibió el aborto y el control de la
natalidad, durante la dictadura de Nicolae Ceaucescu). Al
ser derrocado, investigadores sociales europeos determinaron
que al menos 10.000 mujeres habían muerto por abortos
insalubres y que unos 200.000 niños habían sido abandonados.
A principio de los 90, la prensa hegemónica estadounidense
realizó numerosos reportajes sobre los horfanatos rumanos,
presentándolos como parte de "la barbarie comunista" y
ocultando que en realidad estaban relacionados a la
prohibición del aborto y los anticonceptivos. Cuando el
nuevo gobierno rumano derogó las leyes represivas en 1989,
la mortalidad entre mujeres disminuyó en un 317 por ciento.
Para la derecha cristiana, la lucha contra el aborto forma
parte de una cruzada en favor de valores morales que
cautivan fácilmente a determinadas audiencias. Afirmar que
"el aborto es una forma de terrorismo", según un cartel
escrito en una iglesia de California, desnuda la
intencionalidad política de su campaña. Estas organizaciones
pidieron votar por candidatos que están contra el aborto, es
decir, candidatos de derecha naturalmente asociados al
Partido Republicano.
La campaña se utiliza para distraer la atención de temas
cruciales como el aumento de la actividad y presupuestos de
guerra mientras cada vez hay más gente que carece de seguro
de salud o lo pierde, además de la inmoral matanza de
inocentes en guerras de rapiña, justificadas con la ayuda de
la explotación del patriotismo, o el aumento de la pobreza
en Estados Unidos.
La manipulación moral de temas políticos y la agitación del
fanatismo religioso han dado excelentes resultados a la
derecha en Estados Unidos. Los llamados "liberales" no saben
cómo neutralizar esta tendencia. Tienen miedo de desafiar
tabúes y por eso carecen de definiciones políticas precisas.
En realidad, deberían sentirse orgullosos de ser auténticos
pro-vida: mantener el aborto legal es salvar la vida de
miles de mujeres y evitarles graves consecuencias
postoperatorias, además de defender el derecho de las
mujeres a decidir por ellas mismas. Los fanáticos del terror
no pueden decir lo mismo.
Eduardo Stanley
3 de noviembre de 2004
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