A pesar de los
numerosos tratados internacionales contra la discriminación, la desigualdad de
género en perjuicio de las mujeres está extendida y profundamente arraigada en
muchas culturas, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
"Las
creencias y tradiciones culturales son frecuentemente más fuertes que las
leyes", declaró el 12 de noviembre a la prensa la directora ejecutiva de esa
agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Thoraya Obaid.
Advirtió, sin embargo, que el
respeto a las tradiciones culturales no significa que se acepten prácticas
perjudiciales o abusos de derechos humanos. "Todo lo contrario", aseguró.
Entre esas prácticas
inaceptables mencionó los matrimonios de niñas, la mutilación genital femenina,
los asesinatos "por honor" y la extendida desigualdad de género, que son vistas
como normas culturales en algunas sociedades.
Al difundir el informe anual de
la UNFPA, Estado de la Población Mundial 2008, Obaid dijo que la
cultura es creada por la gente y por lo tanto puede ser cambiada.
"La cultura es la forma en que
pensamos, actuamos y lo que creemos. Los valores y las prácticas que violan los
derechos humanos pueden encontrarse en todas las culturas", señaló.
El UNFPA ha estado
librando una larga batalla contra dos prácticas que se presentan,
principalmente, en los países en desarrollo: los matrimonios de niñas y la
mutilación genital femenina. "En muchos países son ilegales y, sin embargo,
persisten, porque están muy enraizadas en la cultura", afirmó Obaid.
Tamara Kreinin,
directora ejecutiva del Programa Mujer y Población de la Fundación de las
Naciones Unidas, admitió que es complejo abordar el tema de esas prácticas
perjudiciales, a las que añadió la oposición al derecho de las mujeres a la
información y servicios de planificación familiar. De todas formas, declaró a
IPS, "la asociación del UNFPA y otras agencias con organizaciones locales
de mujeres y de defensa de los derechos humanos es absolutamente crucial para
poner fin a lo que constituye una violación sistemática de los derechos humanos,
cometida a través de esas prácticas".
El informe del UNFPA señala que el poder cultural
opera a través de la coerción, "que puede ser visible, estar oculta en las
estructuras del gobierno y las leyes, o estar arraigada en la percepción que de
sí mismas tienen las personas".
El estudio destaca que los
avances en materia de igualdad de género jamás se han concretado sin dar una
batalla cultural.
Las mujeres en América
Latina, por ejemplo, tuvieron éxito en su intento de visibilizar la
violencia de género y lograron que se aprueben leyes contra ella. Pero, agrega
el UNFPA, hacer que se cumpla esa legislación continúa siendo un
problema.
"Es riesgoso hacer
generalizaciones sobre las culturas y particularmente peligroso juzgar a una con
las normas y valores de otra", advirtió el informe. Incluso en el marco de una
misma cultura no todas las personas están de acuerdo con sus normas y valores,
destaca el estudio, agregando que, de hecho, el cambio se produce cuando la
gente se resiste ante las presión cultural.
El movimiento hacia la igualdad
de género es un buen ejemplo sobre cómo funciona ese mecanismo, según el
UNFPA.
Mujeres y niñas constituyen
tres quintas partes de los 1.000 millones de personas más pobres del mundo, las
mujeres representan dos tercios de los 960 millones de adultos que no saben leer
y las niñas 70 por ciento de quienes, estando en edad escolar, no asisten a
clases. Pero la desigualdad de género es un hecho de la vida al que hay que
resignarse en la mayoría de las sociedades.
Las normas y tradiciones
culturales pueden perpetuar la violencia de género y tanto las mujeres como los
hombres pueden "aprender" a ignorar el tema, dice el informe.
Es importante, agrega, hacer
alianzas con líderes y formadores de opinión, al igual que con personas y
organizaciones que trabajan en el terreno. "Algunas veces, los propios
guardianes de la cultura son quienes promueven los derechos de las mujeres",
señaló.
Kreinin
afirmó que el UNFPA y otras agencias de la ONU tienen un mandato,
derivado de los acuerdos internacionales sobre derechos humanos y los Objetivos
de Desarrollo del Milenio, para identificar estrategias que aseguren que la
cultura no se emplee para violar los derechos de las mujeres. "Hay
organizaciones no gubernamentales en todos los países del mundo dispuestas a
tomar el liderazgo para implementar esas estrategias, para poner fin a esas
prácticas perjudiciales", agregó.
Esos grupos son socios clave de
las agencias de la ONU y otras partes interesadas, particularmente para
plantear a sus gobiernos que cumplan sus obligaciones internacionales de
promover, proteger y asegurar los derechos de las mujeres, a través de leyes que
se cumplan completamente, políticas y programas, dijo Kreinin. "Existe
una sinergia que surge del trabajo del UNFPA en estrecha colaboración con
esas organizaciones no gubernamentales locales para abordar estos temas
desafiantes. La efectividad de ambos se ve incrementada", señaló.
"Mi organización, la Fundación
de las Naciones Unidas, a veces interviene para asegurar que florezcan esas
asociaciones. También trabajamos para fortalecer la habilidad de los grupos
civiles locales para usar los acuerdos internacionales y sus vínculos con la
ONU para aumentar el impacto de su labor", explicó Kreinin.
La consecuencia más importante de esas asociaciones entre la
ONU y las organizaciones no gubernamentales locales es que las vidas y el
bienestar de muchas mujeres y niñas serán preservados más temprano que tarde,
concluyó
Thalif Deen
IPS
17 de
noviembre de 2008
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