En el
marco de una reciente audiencia pública organizada por el Centro
Flora Tristán con el apoyo del Gobierno Regional del Cusco, se
presentaron cinco casos emblemáticos que ilustran el impacto del
cambio climático entre las mujeres rurales.
“La pachamama está molesta porque estamos destruyendo la naturaleza,
se ha roto el equilibrio y tenemos que corregir. No queremos que nos
regalen dinero, pedimos apoyo en capacitación, que se reforeste
nuestra zona para crear microclimas que contrarresten las heladas,
que se conserve la biodiversidad y se fomente la producción
orgánica”, propone Sonilda Atencio, mujer aymara de 35 años.
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“Las heladas ya no son como en los tiempos de nuestros
abuelos, ahora la temperatura baja hasta los 33 grados
bajo cero destruyendo nuestros sembradíos cuando están
en pleno esplendor”
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Sonilda,
quien vive en la comunidad campesina de Pacha Ccaccapi, testimonió
junto a otras cuatro productoras en la reciente audiencia pública
“Mujer Rural y Cambio Climático”.
“Este
cambio no afecta igual a mujeres y hombres; son ellas las que
padecen más los efectos porque no tienen acceso a la educación y la
capacitación que les permitan incorporarse a procesos de adaptación
y mitigación ante este fenómeno global que viene causando la pérdida
de cultivos y viviendas, afectando su seguridad y salud física y
mental, y la de sus hijos e hijas”,
afirmó Blanca Fernández, coordinadora del Programa de
Desarrollo Rural de la institución.
“Las heladas ya no son como en los tiempos de nuestros abuelos,
ahora la temperatura baja hasta los 33 grados bajo cero destruyendo
nuestros sembradíos cuando están en pleno esplendor. Nosotras
trabajamos duro en el campo, pero basta una noche de frío intenso
para que al día siguiente solo veamos matas secas”, explicó
Sonilda Atencio.
En la audiencia pública también hicieron oír sus voces María
Ibárcena, del distrito de Chuquibamba (Arequipa), Rosaura
Huatay, del caserío de Otuzco (Cajamarca), Hilaria Yanque,
de la comunidad de Yanamanchi (Cusco), y Bertha Bereche, del
caserío La Encantada (Piura).
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Las cinco mujeres dejaron en
claro que cada medida debe
partir de los conocimientos
y saberes ancestrales de los
que las pequeñas productoras
son depositarias, y que han
permitido el cuidado de la
biodiversidad
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María
no pudo cosechar frutos ni flores que sembró este año pues
resultaron destruidos por las heladas; Rosaura perdió sus
sembríos de papa, maíz y frijol por las sequías lo que empujó a sus
hijos a migrar a la selva para conseguir trabajo; Hilaria
vive en un módulo luego que el desborde del río Lucre arrasó su
vivienda y todos sus bienes; y
Bertha
aún no se recupera del impacto de ver morir a una mujer embarazada a
quien, siendo promotora de salud, no pudo ayudar porque el desborde
del río Ñacara arrastró no solo parte de su casa sino el botiquín
comunal.
El conjunto de propuestas emanado en la audiencia que se realizó en
la ciudad del Cusco el pasado 10 de noviembre se hará llegar a la
XVII Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático a realizarse en Durbán,
Sudáfrica, el 28 del corriente.
Las cinco mujeres dejaron en claro que cada medida debe partir de
los conocimientos y saberes ancestrales de los que las pequeñas
productoras son depositarias, y que han permitido el cuidado de la
biodiversidad, como por ejemplo de las semillas nativas de muchos
productos que son insumos esenciales para la soberanía alimentaria.
También señalaron de manera enfática que debe tomarse en cuenta la
diversidad de culturas que tiene el país, así como la discriminación
que padecen las mujeres en el campo y les impide participar en
igualdad de condiciones en diferentes espacios como la educación, la
formación técnica, las capacitaciones, la organización comunal,
entre otros, debido a sus roles preestablecidos que las constriñen a
las labores domésticas, el cuidado de la familia y la faena en las
chacras.
Las propuestas:
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