La
conciliación entre familia y trabajo siempre fue un desafío y una
necesidad para cientos de mujeres. Lejos de ser sólo una voluntad de
reafirmar su independencia, hoy el trabajo de las mujeres es de
fundamental importancia para combatir la pobreza e incrementar la
renta dentro de miles de hogares.
Esta constatación
fue documentada en el informe "Trabajo y Familia: Para nuevas formas
de conciliación con co-responsabilidad social" de autoría conjunta
entre el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Las
informaciones se refieren al universo de los países de América
Latina y el Caribe.
Lanzado a comienzos
de esta semana, el informe 2009 reitera la necesidad de incentivo
para que cada vez más mujeres consigan conciliar las actividades
domésticas con las obligaciones de un empleo. La inserción femenina
en el mercado de trabajo demostró ser una salida exitosa para el
enfrentamiento de la crisis económica mundial. Según el informe,
sin el trabajo de las
latinoamericanas y de las caribeñas, la pobreza urbana aumentaría el
10 por ciento y la rural el 7 por ciento.
En toda la región a la que se refiere el informe,
la participación de más de 100
millones de mujeres en el mercado de trabajo "tuvo efectos
importantes en la generación de riquezas de los países, en el
bienestar de los hogares y en la disminución de la pobreza".
Hoy, la inserción femenina en el mercado no es sólo una opción, sino
una salida para la elevación de la calidad de vida de las familias.
Aunque la
importancia de la inserción femenina en el mercado de trabajo sea
evidente, algunas convenciones sociales todavía perjudican la
concreción de este paso. Una prueba es el hecho de que, incluso
teniendo más años de estudio, las mujeres todavía son dejadas de
lado para el trabajo en comparación con los hombres. El prejuicio es
otro desafío a ser superado.
"(...) las mujeres
efectivamente están accediendo a más empleos, pero no de mejor
calidad. Este fenómeno es más pronunciado entre las trabajadoras
pertenecientes a hogares de menor nivel socioeconómico, las cuales
se ven enfrentando una doble o triple discriminación por ser
mujeres, por ser pobres y por ser indígenas o afrodescendientes",
señala el informe.
Otra barrera a la
actuación de la mujer, probablemente la mayor de ellas, es la
obligación de cuidar el hogar, los hijos y, muchas veces, también,
de los ancianos que se viven en casa. Muchos cambios ocurrieron a lo
largo de los últimos años para las mujeres; sin embargo, la
obligación no compartida de cuidar el hogar se mantuvo igual. Para
la mujer hay una duplicación de la jornada, factor que representa
una fuente de desigualdad. "Hoy las mujeres comparten con los
hombres el tiempo de trabajo remunerado, pero sin embargo no hubo un
cambio similar en la distribución de las tareas domésticas".
La responsabilidad
social de ayudar a las mujeres a conciliar trabajo y familia debe
ser compartida entre gobiernos, empresas y organizaciones
sindicales. La generación de trabajo decente es una de las medidas
eficaces que tienden a generar desarrollo humano e igualdad de
género en un plazo no muy largo.
"Lo que aquí se propone es que la
conciliación entre vida laboral, familiar y personal y la co-responsabilidad
social en las tareas de cuidado -entre hombres y mujeres, así como
también entre Estados, mercados y la sociedad- formen parte de la
‘corriente principal’ de políticas y programas sociales de los
gobiernos".
Para auxiliar en
esta búsqueda del mantenimiento de la mujer en el mercado de trabajo
por medio de la oferta de apoyo y del compartir las
responsabilidades, el informe "Trabajo y Familia: Para nuevas formas
de conciliación con co-responsabilidad social" ilustra las
iniciativas de algunos países y ofrece ayuda para una toma de
consciencia sobre la importancia del papel femenino en la sociedad
como un todo.
|