España
Más de medio millón de personas son víctimas de la trata de
seres humanos.
El 80% son mujeres. La desigualdad social, la violencia
intrafamiliar y de género aumentan la vulnerabilidad de las
mujeres.
Cada año cerca de
700.000 personas son víctimas de la trata de seres humanos
en el mundo, aproximadamente un 80% son
mujeres y niñas y casi
la mitad son menores.
La trata de mujeres es una grave violación de los derechos
humanos y un grave problema de carácter internacional.
Conlleva la vulneración de otros derechos: a la vida, a la
dignidad, a la integridad, a la libertad y se traduce casi
siempre por trato cruel, degradante, inhumano. La
explotación de seres humanos es uno de los efectos perversos
de la injusticia imperante en las relaciones internacionales
cuya consecuencia principal es la pobreza de grandes
sectores de la población mundial.
En un planeta donde el
ingreso total de los 500 individuos más ricos es superior al
ingreso de los 416 millones más pobres (PNUD 2005), la trata
de personas es un fenómeno que se desenvuelve en el contexto
de los actuales movimientos migratorios. Una de cada 35
personas en el mundo es migrante, hoy están en movimiento
casi 200 millones de personas, un 3% de la población
mundial. La trata de personas afecta a
hombres y mujeres pero afecta a las mujeres en unas formas
de abuso y consecuencias distintas, ya que está relacionada
y generada por prácticas discriminatorias y relaciones
desiguales de poder. Afecta tanto a países de origen como a
países de tránsito y de destino.
Cada vez más familias tienen como cabeza de hogar a una
mujer que tiene que asumir mayor responsabilidad en la
generación de ingresos para mantener a los suyos. La falta
de oportunidades educativas, laborales y sociales las obliga
a buscar en el exterior una mejor suerte. La migración es
una opción de vida para miles de mujeres pobres.
Hay causas estructurales además de la pobreza que reproducen
la exclusión y aumentan la vulnerabilidad de las mujeres
migrantes. Entre ellas, la desigualdad social, la violencia
intrafamiliar y de género. La violación de derechos
permanente en los países de origen se debe a la incapacidad
de los gobiernos para crear políticas de protección y
programas de desarrollo adecuados. Son situaciones que
aprovechan las redes de traficantes y tratantes para hacer
negocios lucrativos a costa de mujeres y niñas, ofertando
viajes con contratos de trabajo que no se cumplen y
matrimonios con extranjeros que suelen terminar en
situaciones serviles. A veces, son los propios familiares y
otras personas allegadas quienes hacen de intermediarios a
las redes internacionales de la trata.
El Proyecto Esperanza desarrolla en España desde 1999
un programa de apoyo integral para mujeres víctimas de la
de explotación en la prostitución, el servicio doméstico, en
matrimonios serviles y en otros trabajos que se producen en
condiciones de esclavitud. Su objetivo es combatir la trata
a través de la protección de los derechos humanos de las
víctimas y de la denuncia de esta forma actual de la
esclavitud.
Esa intervención supone abordar el contacto directo con
personas que han sido objeto de la trata con fines de
explotación, identificar las vulneraciones de los derechos
que tienen lugar y responder a las mismas y a sus
necesidades reales.
No son derechos ‘canjeables’. Hay que evitar la
instrumentalización de esas personas. El derecho a la
protección, a la asistencia y a la reparación no debe quedar
condicionado a la disponibilidad o no de la persona para
colaborar con las autoridades o actuar en un juicio como
testigo.
El trabajo ha de tener un sentido de empoderamiento, con
estrategias y medidas que permitan a las mujeres que han
sufrido la trata reforzar sus capacidades como titulares de
derechos para hacerlos valer. Capacidad para cambiar su
propia situación y volver a dirigir sus vidas.
Es preciso un alto grado de cooperación entre todos los
sectores y un enfoque que permita la coordinación entre las
administraciones, la sociedad civil y las organizaciones
internacionales. Los responsables de Proyecto Esperanza
afirman que a pesar de que en la última década han
proliferado las políticas y medidas para combatir la trata
de personas con fines de explotación, hasta el momento hay
escasa evaluación sobre el impacto de las medidas, es una
tarea pendiente.
María José Atiénzar
Centro de Colaboraciones Solidarias
7 de diciembre de 2006
Ilustración:
Clarin.com
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