Argentina
Con
Carolina Llanos, Secretaria de la Mujer de UATRE
El
trabajo de la mujer rural es invisible
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Es coordinadora del Programa de Alfabetización Rural de la
Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE),
y secretaria de la Mujer en el Secretariado Nacional de
UATRE. Carolina conoce el medio rural porque nació en él, y
con su organización tiene el propósito de dignificar a la
mujer del campo.
-¿Cuál es tu evaluación del seminario “Género y Trabajo en
el Campo Uruguayo” realizado en Montevideo?
-Estuve el 8 y 9 de marzo allí, y me pareció muy
positivo que también en Uruguay se esté debatiendo sobre la
seguridad en el trabajo rural, y de todos los problemas que
debe enfrentar la mujer en ese medio y su participación en
las organizaciones sociales. Nos encontramos con las mujeres
de la Unión Nacional de Trabajadores Rurales Asalariados (UNATRA)
a quienes no conocía, y comprobé que ellas están en una
situación bastante parecida a la nuestra, aunque nuestro
sindicato representa a una variedad muy grande de sectores
de trabajadores, desde el citrícola hasta la fruta fina,
pasando por la esquila, vid, banano y otros muchos. Sentí un
gran orgullo al ver a esas jóvenes trabajadoras integrando
el secretariado de su organización. Quiero que sepan que
tienen todo el apoyo nuestro para ir armando algo similar a
nuestra Red Nacional de Mujeres de UATRE, que ellas definían
como de mujeres asalariadas y que en nuestro caso integra
también a las esposas de los asalariados o trabajadores
rurales.
-¿Por qué las incluyen?
-Por que sabemos que muchas veces ellas colaboran con
sus maridos en las tareas del campo o, en su defecto,
igualmente está involucrada con la situación porque convive
permanentemente con todos los problemas que surgen del
trabajo rural.
-¿Cuál es la situación de la mujer argentina en el medio
rural?
-Es de una gran desvalorización. La mujer rural tiene
una autoestima muy baja, no cree en lo que es capaz de
hacer. No percibe que tiene condiciones, conocimientos,
potencialidades que muchas otras mujeres no tienen. Sufren
porque a menudo están muy alejadas de los medios de
transporte y de comunicación, carece de recreación, trabaja
desde que se levanta hasta que se acuesta, duerme poco y
todo ese trabajo sacrificado no es reconocido. Si la mujer
urbana aún está dando la lucha por el reconocimiento de su
trabajo, mucho más tiene que hacer la mujer rural, que
muchísimas veces ni siquiera es reconocida por su propia
familia. En la actualidad, a través del Registro Nacional de
Trabajadores y Empleadores (RENATRE) esto cambiará
completamente porque la mano de obra femenina que hasta
ahora es invisible será definitivamente reconocida.
-¿Por qué mecanismo?
-Porque será registrada como una trabajadora rural,
ella tendrá su libreta de trabajo igual que el hombre, y si
ella se desempeña en el campo, ya no estará simplemente
ayudando a su esposo o su compañero, sino trabajando
oficialmente y generando beneficios sociales.
-¿Cuáles son las conclusiones del Programa de
Alfabetización?
-Lo primero a señalar es que la mayor parte de los
alfabetizadores son en realidad mujeres, y lo segundo es que
el 70% de las personas alfabetizadas también son mujeres.
Esto era bastante previsible, ya que en los hogares de
muchos hijos, cuando se tiene que elegir a quién se envía a
estudiar, la elección siempre recae en los varones, porque
se considera que “él tendrá que mantener a su familia”,
mientras que la mujer “sólo” debería desempeñarse en tareas
domésticas que puede ir aprendiendo en su casa parental.
Otro argumento bastante habitual es la seguridad de las
chicas, ya que si la escuela queda lejos se presume que las
niñas corren más riesgos que los varones en el viaje.
También alfabetizamos muchos hombres que por tener que
trabajar tempranamente tuvieron que abandonar la escuela o
inclusive que nunca fueron a una institución educativa. Aún
hoy niños y niñas del campo argentino hacen tareas de
adultos. Nuestro trabajo es la conscientización para el
proceso de cambio.
-¿Cuáles son los objetivos?
-Son varios. Uno es la afiliación, la agremiación,
pero también promovemos una cadena de relaciones entre las
personas, la autoconfianza, el diálogo, la expresión, la
revelación de las capacidades ocultas o ignoradas que todas
tienen. El sistema es que las líderes comunitarias surgen
entre ellas mismas, y eso facilita mucho el cambio. Creo que
a partir del trabajo con la Red de Mujeres se creó la
Secretaría de la Mujer. Cuando me propusieron para ese cargo
pensé que lo hacían por el simple hecho de que soy mujer,
pero de a poco voy entendiendo que no es así, que no fue
sólo para la vidriera sino que hay espacio para un trabajo a
fondo. Desde noviembre pasado esto está siendo para mí una
experiencia muy removedora.
-¿Cuál es tu origen social?
-Rural. Yo soy de un pueblito de 2 mil habitantes
llamado El Bobadal, en la provincia de Santiago del Estero.
Mi abuela era analfabeta. Mi padre es trabajador rural y
dirigente sindical. Mi madre salió del campo y durante dos
años vino a Buenos Aires donde estudió enfermería. Ella fue
la que inculcó el deseo de aprender, de estudiar, de
prepararme para luchar en la vida. Siento que recibí mucho,
y ahora quiero restituir algo de todo eso. Quiero que las
mujeres del campo no tengan que dejar de ser lo que son, y
que tengan futuros dignos.
Carlos Amorín
© Rel-UITA
23 de
marzo de 2005
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