"Para mi -subraya la religiosa- las luchas de
hoy, de los hombres y de las mujeres, por la dignidad, tienen que incluir la
dignidad del planeta. Esto para mí es la dimensión política radical que tiene
que ver con un no a la forma capitalista de explotación de la mano de obra
humana y de los recursos naturales de nuestra casa grande".
Una monja brasileña, feminista y libertaria, Ivone Gebara,
vino a la capital dominicana a hablar de género y religión, a esbozar criterios
sobre el papel de las feministas en la defensa del planeta y de sus propios
cuerpos, preocupada, sin embargo, de no subsumir a las mujeres en la noción de
naturaleza: "aunque todo es naturaleza", aclara Gebara, quien pertenece a
la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora.
Se hizo monja en los años sesenta, cuando terminó su carrera,
para liberarse, asegura. Considera que su ruptura con los planes familiares de
casarla con alguien de buena posición fue su primera opción de libertad. Luego,
cuando conoció a quienes, en Brasil, luchaban contra la dictadura
militar, avistó otra cara de ese concepto. A comienzos de la década de los
noventa, sus pensamientos escandalizaban. Por eso la mandaron a Bélgica
por dos años, al parecer, para silenciarla.
Respetuosa del ecofeminismo, ella sostiene que agregar la
ecología al feminismo es tornar más ancha la problemática feminista sin grandes
discusiones teóricas, sino asumiéndolo sencillamente. No puedo decir que el
ecofeminismo es bienvenido en el feminismo, refiere. "Lo que digo es que lo
importante ahora no son los conceptos, sino el tipo de práctica que se haga para
salvaguardar la vida. Estamos en una cultura de desastre ambiental y la justicia
pasa por la justicia ambiental".
-¿Cómo se interrelacionan el feminismo y la ecología?
-"Personalmente, no represento a un ecofeminismo radical. No
pienso que mujer y naturaleza sean semejantes, como algunas ecofeministas
brasileñas y estadounidenses creen. Pero no me gusta este debate, porque el
debate de esencialistas y no esencialistas nos distancia de las luchas
concretas. Para mi -subraya la religiosa- las luchas de hoy, de los hombres y de
las mujeres, por la dignidad, tienen que incluir la dignidad del planeta. Esto
para mí es la dimensión política radical que tiene que ver con un no a la forma
capitalista de explotación de la mano de obra humana y de los recursos naturales
de nuestra casa grande".
-¿Por qué nace el ecofeminismo y no el ecomasculinismo?
-"Porque nos hemos dado cuenta de que siempre nosotras somos
quienes tenemos que preocuparnos por la comida, la bebida de nuestras familias y
de la de los otros".
Gebara
relató que, el 8 de marzo de 2006, unas campesinas le escribieron. "Habían
invadido los laboratorios de una gran transnacional, Aracruz, dedicados a
la plantación de pinos y eucaliptos para fabricar celulosa. Esta empresa tomó
tierras indígenas y plantó pinos, expulsó a campesinos y sembró eucaliptos. Y
aunque hubo reacciones en contra, siguieron haciéndolo". Entonces las mujeres
organizaron manifestaciones: "No comemos pinos, comemos arroz, frijoles, maíz…".
Y, ese día, 1.500 mujeres invadieron el laboratorio y destruyeron absolutamente
todos los pinos, las plantitas germinando… Fue un escándalo nacional", rememora.
"Qué locas estas mujeres, dijeron. La TV sólo dio voz a la
investigadora, una danesa que lloraba y decía que habían destruido cinco años de
trabajo. ¿Cómo pasó? Toda la gente acumuló rabia contra ellas, pero poco a poco
se fueron dando cuenta de sus razones".
La alimentación, de la que tanto se habla ahora, es una
preocupación ecológica de las mujeres. En entrevista con SEMlac, Ivone
Gebara evaluó lo que pasa con los gobiernos en relación con el cambio
climático y los problemas ambientales: "Para ellos es más cómodo abrazar la
causa del planeta que el problema de las mujeres. Las ecofeministas dicen que no
se pueden ignorar los problemas del ambiente como si esos no fueran problemas
del feminismo. Otras sienten que eso es reducirnos a la condición de naturaleza.
Yo digo que todos somos naturaleza y cultura: no hay cultura sin naturaleza, no
son realidades separadas".
"Una mujer como Vandana Shiva -refiere Ivone
recordando a la prestigiosa ambientalista hindú- se ha dado cuenta de los
problemas ecológicos vividos por mujeres del campo, que perciben esto en su
conexión más grande. Quienes no viven en contacto con la tierra, que casi no ven
las estaciones porque se las pasan dentro de sus oficinas y de sus
universidades, suelen no entender. Si yo me doy cuenta, como ciudadana de una
ciudad, de que tengo que limpiarla, que colocar la basura en un sitio, también
tengo que darme cuenta de que debemos descontaminar nuestras ideas y las ideas
preconcebidas que tenemos unas de otras".
La visita de Ivone Gebara a la capital dominicana se
dio en un momento de fuertes discusiones sobre la necesidad de despenalizar, al
menos, ciertas formas de interrupción del embarazo, práctica que aquí es
sancionada, sin importar causales, tema al que ella hizo sus contribuciones
reflexivas. La religiosa también visitó bateyes, asentamientos poblacionales que
suelen estar cerca de ingenios azucareros y que acogen, en una gran proporción,
a población migrante de Haití.
"Allá en los bateyes -contó- pregunté a un pastor por las
ideas religiosas de las gentes y me dijo que allí eran de todo: 'todo lo que hay
de bueno eso somos'. Porque la religión es más que los conceptos teóricos que
tenemos de ella. La rigidez de las creencias es menos fuerte entre los pobres."
"La validez de una teoría y su verdad se muestran en la
práctica", insistió. "Hablar de feminismo es verlo en su práctica: cuáles han
sido las cosas efectivas que hemos logrado. El mundo patriarcal, en todas las
culturas, ha dominado los cuerpos femeninos. Porque los cuerpos femeninos son
muy fuertes: producen alimento, sangran y no mueren…"
"Figuras de mujeres son la primera expresión religiosa de las
culturas más antiguas. Desde el punto de vista arqueológico, las primeras
estatuas son figuras femeninas en posición de parto."
"Para subyugar ese poder -agrega- los hombres y las
religiones se apropian y distorsionan esa realidad. Se habla del 'seno de Dios
Padre'. Es impropio: somos nosotras las que tenemos seno. Se habla de 'volver a
la casa del Padre'. Pero no, es a la casa de la madre a la que se vuelve. La
madre es la primera diosa para cualquier niño o niña. Su refugio es el cuerpo de
la madre. Aunque el cuerpo de los hombres también ha sido dominado, ellos se han
hecho dominadores".
Al resumir sus puntos de vista sobre las múltiples realidades
de las mujeres y su subordinación, la reconocida activista brasileña puso punto
final a la conversación con esta idea: "la liberación es un camino diario",
aseguró mirando a los ojos de esta reportera.
Mirta Rodríguez Calderón
SEMlac
15 de septiembre de 2008
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