Guatemala

De vuelta a la esclavitud

15 mil niñas víctimas

de la explotación sexual infantil

   

 

Con la solidez que le da la investigación y denuncia de numerosos casos de trata de personas y explotación sexual infantil, la periodista mexicana Lydia Cacho, afirmó: “Los grandes proxenetas del mundo son los gobiernos”, que permiten la existencia de burdeles y barras show en los que se trafica y se comercia sexualmente con personas -en su mayoría, menores de edad-. Las autoridades, a pesar de que cobran impuestos a estos lugares, no investigan qué sucede al interno de los mismos y adónde va a parar el dinero que generan.

 

Cacho visitó Guatemala, invitada por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la organización Casa Alianza, para denunciar que en el país existen al menos 15 mil niños y niñas víctimas de explotación sexual infantil, entre guatemaltecos y centroamericanos. Este mal llamado negocio mueve, según cifras del FBI, unos 700 millones de dólares al año. A partir de las capturas de pedófilos y pederastas que compraban paquetes de turismo sexual en Asia, las mafias se han trasladado en gran medida a América Latina y El Caribe, porque son lugares “seguros” para cometer los ilícitos.

 

Los puntos fronterizos y las áreas turísticas como Lívingston, Panajachel y Antigua son lugares en los que ya están operando estas redes. Los “tratantes” se vinculan con dos áreas: el poder político y el económico, afirma Cacho, quien explica que para operar se requiere de la complicidad de personeros de Migración, funcionarios de las municipalidades y gobernaciones, taxistas, agentes de viajes, dueños de hoteles, policías y hasta guías turísticos; al final de la cadena están también los bancos, a través de los cuales se lava el dinero proveniente de estos hechos delictivos.

Según datos de Unicef, cada 15 segundos una mujer es violada en algún lugar del mundo. En esta cifra espeluznante se cuentan niñas entre los 5 y 13 años de edad, que son vendidas “una y otra vez” a redes de explotadores que comercian sus cuerpos por grandes sumas de dinero.

 

Los lugares que se utilizan para mantener a los niños y niñas explotados son cada vez más públicos, como el caso de restaurantes o comedores. Allí los menores pasan desapercibidos o se les asume como hijos de empleados o niños que viven en el lugar. En la mayoría de los casos, las víctimas están en condiciones de alta vulnerabilidad: son migrantes, infantes extremadamente pobres, o están siendo abusados en sus propios hogares. “Hay un vínculo paradójico con sus captores —señala Cacho—, porque las víctimas los ven en muchos casos como las personas que les protegen, les aseguran un techo y les dan de comer”, y eso hace más difícil la detección de los casos.

 

Según datos de Unicef, cada 15 segundos una mujer es violada en algún lugar del mundo. En esta cifra espeluznante se cuentan niñas entre los 5 y 13 años de edad, que son vendidas “una y otra vez” a redes de explotadores que comercian sus cuerpos por grandes sumas de dinero. Los niños también son abusados y explotados, y sin embargo, en muchos países como el nuestro la violación de un varón no es considerada delito.

 

La sociedad en la que vivimos también se vuelve cómplice de la trata y explotación sexual, porque acepta como válido el ejercicio machista de poder sobre los cuerpos y las vidas de las niñas, niños y las mujeres. “La trata es un acto voluntario del ejercicio del poder machista y patriarcal, que paraliza a la sociedad, porque desnuda todos nuestros tabúes sobre la sexualidad”, asegura Cacho.

 

La explotación sexual comercial y la trata de personas son dos flagelos latentes que hay que enfrentar y combatir sin más dilación, si no queremos seguir siendo cómplices -por acción u omisión- de estas violaciones a los derechos humanos que tienen en los niños y las niñas a sus víctimas permanentes.

 

Marielos Monzón

www.prensalibre.com.gt

Tomado de Albedrío

 

 

Foto: Rel-UITA

 

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