Los
Estados de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú
aún presentan debilidades en el tratamiento y en los organismos
rectores de las políticas de género, según concluyó el Informe
Regional de Derechos Humanos y Justicia de Género.
El documento,
difundido hace unas semanas, analiza la situación de los derechos
humanos de las mujeres, a la luz de los estándares internacionales
en estas seis naciones durante el período de 2004 a 2008.
La iniciativa fue
promovida por la Articulación Feminista, integrada por la
Corporación Humanas (de Colombia, Chile y Ecuador),
la Asociación Coordinadora de la Mujer (de Bolivia), DEMUS-Estudio
para los Derechos de la Mujer (de Perú) y el Equipo
Latinoamericano de Justicia y Género, ELA (de Argentina).
"Las
políticas públicas de género, en
general, son muy asistencialistas, en las que las mujeres son vistas
como sectores vulnerables de la población, no como agentes de
derechos y ciudadanas.
Por ello, no atienden necesidades estratégicas de las mujeres, como
garantizar la igualdad de oportunidades", afirmó a SEMlac Cecilia
Barraza, directora de la Corporación Humanas-Colombia.
Barraza
explicó que los organismos rectores de las políticas públicas de
género no se comunican al mismo nivel con el resto del aparato del
Estado y, por tanto, generan acciones aisladas. "Estos organismos
son válidos, el problema es que no tienen una jerarquía central en
la estructura estatal", sentenció.
Adicionalmente, la
incorporación de la "transversalidad", es decir que el enfoque de
género debe estar presente en todas las políticas públicas, ha
llevado a que no se pueda medir el impacto de estas políticas en las
mujeres, agregó Barraza.
El informe sostiene que, a pesar del
crecimiento económico registrado durante el cuatrienio estudiado,
"los sistemas políticos han sido incapaces de asegurar el imperio de
la ley y de garantizar la igualdad y autonomía de las mujeres y el
acceso de la justicia para todos y todas".
Según el reporte,
existe una falta de "protección integral" y de "reconocimiento
explícito" de los derechos humanos contenidos en los tratados
internacionales, tales como la Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer y
su Protocolo facultativo.
Si bien la mayoría
de los seis países han ratificado este tratado
–aunque
Chile no ha ratificado el Protocolo Facultativo–
y lo han desarrollado en normativas internas, el estudio asegura que
"todavía, amplios sectores de la población y en particular las
mujeres, siguen sufriendo las consecuencias de políticas públicas
que tienen graves falencias en la implementación de los estándares
internacionales de derechos humanos en el conjunto de la
intervención estatal".
Un ejemplo de esto
se da en la participación política de las mujeres, que si bien ha
aumentado como consecuencia de la ley de cuotas para cargos de
elección o de designación que existen en estos países
–con
excepción de Chile–,
tal incremento no se ha traducido en un salto a la igualdad entre
mujeres y hombres, ni tampoco en que los intereses de ellas tengan
voceras en los niveles decisorios de los Estados.
Esto último, en
razón de que "la mayoría de las mujeres que llegan a ocupar cargos
de poder no tienen en particular un compromiso con las mujeres ni
menos están interesadas en representar el interés de ellas o
iniciativas que impulsen la igualdad de género", señala el informe.
No obstante, menciona como
excepciones el caso de la bancada parlamentaria femenina de Colombia
y la Comisión Especial Banca de la Mujer en Argentina.
En el tema de la
violencia contra las mujeres, el informe resalta que "en la región
existe un mayor conocimiento de instrumentos de derechos humanos y
una mejor activación de los mecanismos internacionales y nacionales
de protección".
No obstante, señala
que, pese a la promulgación de normas para la prevención y
erradicación de la violencia, estas no han redundado en una
disminución significativa de casos.
Con base en la
revisión de los reportes nacionales, el informe regional concluye
que "las políticas, programas y servicios estatales de apoyo a las
mujeres víctimas de violencia en sus diferentes manifestaciones son
reducidos, no abarcan todo el territorio nacional, están sujetos a
los cambios políticos careciendo de continuidad y abarcan sólo
algunas manifestaciones de la violencia contra las mujeres".
"Es importante
destacar que han aumentado las denuncias, esto es un avance en el
empoderamiento de las mujeres. Sin embargo, el tema de la violencia
contra las mujeres aún no genera un rechazo masivo de la población.
Hacen falta campañas sociales más fuertes", añade Barraza.
Sin embargo, las
denuncias pocas veces conducen a la sanción del agresor. El informe
señala que los procedimientos para atender casos de violencia sexual
y familiar se desarrollan lentamente,
las medidas de protección para las
víctimas no se dan de manera
oportuna y existe un alto
grado de impunidad frente a casos de violencia psicológica y sexual.
Además, son
insuficientes los mecanismos para garantizar el acceso de las
mujeres a la justicia, especialmente a las de menores recursos y de
zonas rurales.
De los países de la
región en que se han desarrollado procesos de reparación, el informe
destaca a Guatemala y Perú, donde se indemnizaron a
víctimas de violencia sexual, aunque se dejaron de lado otras formas
de reparación. En Colombia, el diseño de estos procedimientos
está en construcción.
La investigación también hace
énfasis en el aspecto laboral regional, donde las mujeres, además de
obtener menores ingresos por igual trabajo y ser más en las filas de
desempleados, también son mayoría en los puestos precarios, es decir
aquellos a tiempo parcial, y en la economía informal, con la
consecuente desprotección social.
Ángela Castellanos Aranguren
Tomado de SEMLac
10 de septiembre de 2009
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