Cualquiera supondría que esta transnacional no
necesita el dinero público de un pueblo pobre,
digamos… casi miserable, y menos aún con tasas
de interés simbólicas: mientras las campesinas
que se vieron por televisión pagan tasas de
entre 8 y 12% anual, la empresa de sus
majestades paga un 2% con una gracia de 27
meses.
La violencia no está en las imágenes de las
campesinas: ¿dónde está la violencia, entonces?
En la hipocresía de algunos parásitos que
presumiendo de científicos dicen que no se puede
destruir algo que pertenece a una investigación
de la ciencia. Hay que respetar la obra de la
ciencia, bien, pero ¿de cuál ciencia? ¿La de
Tuskegee1,
la del nazi doctor Mengele, la de la Brigada 731
del Ejército Japonés?2
Nuevamente eligen ignorar que aquellas mudas de
eucaliptos eran clones genéticamente modificados
cuya existencia nunca fue autorizada por las
normas y órganos de bioseguridad del Estado, ni
tenían autorización para ser plantadas aunque
estaban listas para serlo. Cuando el responsable
es cómplice, ¿qué hacer?
Por otro lado, un gobierno sumiso se obligó a
crear un programa de fomento forestal que no
beneficiaba a todo un sector de la economía,
sino que ayudaba a una sola empresa a ocupar
tierras de primera calidad (Clasificación de Uso
de Suelos I, II, III, IV y V) con plantaciones
de eucaliptos. Esto expulsa del medio rural a
los pequeños agricultores familiares y
campesinos. ¿Es esa una política pública? Estos
campesinos y campesinas son considerados
económicamente subversivos, pues antes de
desayunar no pasan por la caja registradora de
los Wal-Mart o Carrefour.
Desayunan con el sudor de su frente y tienen en
su casa abundancia y riqueza aunque no tengan
los dos dólares al día recomendados por los
intereses de las grandes corporaciones. En las
ciudades no hay empleo, sin embargo ellos son
expulsados hacia la degradación y la miseria.
Pero, ¡¿no es eso violencia?!
El "lobby ingenuo" de profesionales
egresados de las universidades elitistas
argumentan que no hay pruebas sobre los daños
que causa el monocultivo de eucaliptos, pero lo
triste es que sus maestros no les enseñaron
ciencia sino solamente ideología. Y esto,
señores y señoras, ¿no es violencia?
“Desconocen” la Revista Science del “23 December
2005: Vol. 310. no. 5756, pp. 1944 - 1947 DOI:
10.1126/science.1119282”, donde se publica el
artículo “Perdiendo agua (en cambio de carbono)
en el secuestro biológico de carbono”, realizado
por varios científicos alrededor del mundo
pertenecientes a:
1- Department of Biology,
Nicholas School of the Environment and Earth
Sciences, and Center on Global Change, Duke
University, Durham, NC 27708–1000, USA.
2- Grupo de Estudios Ambientales–Instituto de
Matemática Aplicada de San Luis (IMASL),
Universidad Nacional de San Luis and Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET), San Luis 5700, Argentina.
3- Department of Civil and
Environmental Engineering, Duke University,
Durham, NC 27708, USA.
4- Commonwealth Scientific and
Industrial Research Organisation (CSIRO) Land
and Water, Canberra, ACT, Australia 2601.
5- Natural Resources and
Environment CSIR, Stellenbosch 7599, South
Africa.
6- Department of Agricultural
Economics, Texas A&M University, College
Station, TX 77843, USA.
7- Center for Regulatory
Economics and Policy Research, Research Triangle
Institute, Research Triangle Park, NC 27709,
USA.
“Las técnicas de Secuestro de Carbono
proponen la plantación de árboles sin tener en
cuenta sus consecuencias ambientales completas".
Los autores combinaron su investigación de
campo con más de 600 observaciones y modelos
climáticos y económicos, para documentar las
pérdidas significativas en los flujos de los
manantiales y el aumento de la salinización y
acidificación del suelo en los predios
reforestados. Las plantaciones de estos árboles
disminuirán el flujo de los manantiales en 227
milímetros/año mundialmente (52%), y el 13% de
estos manantiales estará seco en un año.
“Los modelos regionales de las
situaciones de esas plantaciones en EEUU
sugieren que los procesos retroactivos del clima
son insuficientes para compensar las pérdidas de
agua y hasta podrían aumentarlas. Las
plantaciones pueden ayudar a recargar las
capas subterráneas y su afloración, pero reducen
los flujos corrientes y salinizan y acidifican
algunos suelos”.
El gobierno brasileño, en el mínimo espacio de
articulación que el Orden Internacional permite,
organizó a principio de marzo la Conferencia de
las Naciones Unidas (FAO) sobre Reforma
Agraria en la ciudad de Porto Alegre. En
la madrugada del 8 de marzo el Movimiento de las
Mujeres Campesinas (MMC), conmemorando su día,
destruyeron las mudas de eucaliptos.
Las campesinas brasileñas no merecieron siquiera
un atenuante, pero su acción no fue original.
Ellas solamente copiaron en la conmemoración de
su día internacional lo que ocurrió en India
cuando los campesinos destruyeron las mudas de
las empresas de eucaliptos de los mismos dueños.
Pero los indios tienen una cultura milenaria,
llevaron mudas de tamarindo, de jaca, de mango,
de fruta-pan, de teca, para sustituir las de
eucaliptos y en ese acto proyectaron hacia el
mundo el término “silvicultura social”, algo que
los doctos forestales brasileños desconocen.
Dijo el sabio Don Quijote: “El Hambre y la
Miseria son la madre de todas las ciencias”,
pero parece que la televisión en Brasil obliga
el ciudadano a ser bastardo.
¿Las
mujeres campesinas desenmascararon
el hecho consumado, el crimen
ambiental, la corrupción y la
codicia política servil por
inversiones que en realidad son
subsidios? En verdad, fueron más
allá: no permitieron el “estupro
ambiental” que tanto fascina a
los políticos. |
Los medios interesados reaccionaron y
difundieron la acción de las mujeres
calificándola como antidemocrática y violenta,
sin mencionar que las autoridades estaduales y
nacionales no habían autorizado este tipo de
plantaciones. Este comportamiento es la
perversión de los medios de comunicación, ¿un
servicio público en régimen de concesión para su
transformación en mass-media? Infelizmente,
nuestras mujeres no llevaron mudas de plantas
nativas como en la India.
Nadie osó cuestionar la responsabilidad de la
empresa de las realezas europeas, Aracruz, por
aquellas mudas y por la ilegalidad de su
plantación. El Banco Mundial y la OMC funcionan
por teléfono. Les basta una llamada para ordenar
nuestras políticas.
¿Las mujeres campesinas desenmascararon el hecho
consumado, el crimen ambiental, la corrupción y
la codicia política servil por inversiones que
en realidad son subsidios? En verdad, fueron más
allá: no permitieron el “estupro ambiental”
que tanto fascina a los políticos.
En América Latina, debajo del Río Bravo,
desaparecieron todos los regímenes
dictatoriales, pero los proyectos económicos
continúan siendo implementados por aquellos que
ayer fueron perseguidos por el sistema asesino,
y que hoy ya no necesita militares sumisos y
fanáticos sino economistas y diplomáticos
serviles.
Llama la atención que la televisión brasileña
que no tiene empacho en exhibir el orgullo de
los gaúchos por haber atado sus caballos nada
menos que al Obelisco de Río de Janeiro, ponga
el grito en el cielo contra las campesinas. ¿No
es acaso una gloriosa página de nuestra historia
la Revolución Farroupilla, que enfrentó al
imperio de Brasil durante diez años? ¿Fue eso
vandalismo? ¿No hay derecho a la desobediencia
civil?
No seamos ingenuos, la Red Globo de Televisión
ocultó a los telespectadores la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre Reforma Agraria, la
primera en celebrarse después de 27 años de
silencio, organizada en Porto Alegre por
intereses partidarios y electorales. La
televisión y los latifundistas necesitaban un
motivo para desviar la atención. Las mujeres
campesinas fueron usadas como instrumento de tal
iniquidad.
No fue la primera vez. Las madres del mundo
también sufrieron una tremenda agresión en los
puestos de Salud y hasta en las Pastorales
cuando les recomendaban que la leche materna
fuese sustituida por la leche en polvo.
¿Cuántas madres tuvieron sus hijos enfermos y
hasta muertos por diarreas? El problema no era
la leche en polvo, sino la mala calidad del agua
disponible en los hogares pobres, principalmente
en el área rural; pero la sustitución era un
gran negocio.
Después trajeron los agrotóxicos, los abonos
químicos, los monocultivos y otras leches en
polvo que promovieron duelos, dolor e
infelicidad para todos. Eucaliptos impuestos con
dinero público, subsidiado, para expulsar
campesinos… y el mundo no lo sabe.
Con esta televisión sí tenemos derecho a la
desobediencia civil, palabras mágicas
introducidas en la Constitución de Alemania para
evitar las pretensiones de Julius Streicher,
Joseph Goebels y otros nazis inescrupulosos y
antidemocráticos.
Desobediencia civil, que aún se mantiene como
centella y memoria de dignidad inclusive en las
favelas, campamentos de “sin tierra”, sin miedo
de los mass-media que intentan pervertir el
Estado, el gobierno y la ciudadanía.
Debemos destacar y desagraviar al Movimiento de
Mujeres Campesinas de Rio Grande del Sur.
En Porto Alegre, Sebastião
Pinheiro
© Rel-UITA
3 de abril de
2006