Sr. Presidente de la
Asamblea Nacional, Diputados
y Diputadas, Diputadas del
Parlacen, Ministras, vice
Ministras, embajadoras,
invitadas especiales, mueres
todas, hoy quiero recordar
lo que no solo se olvida,
sino peor aún, lo que
frecuentemente no se sabe,
sobre las luchas históricas
de las mujeres. Es que
resulta que la instauración
y desenvolvimiento histórico
de la democracia republicana
o representativa - no ha
significado por si misma -
en ningún lado y en ninguna
parte, la integración de las
mujeres, la igualdad de los
sexos y la igualdad de
derechos.
Este día, las mujeres
comprometidas en la
construcción de una nueva
sociedad recordamos, que ha
sido prolongado el tiempo y
duro el proceso en el que
hemos venido arrancando,
trozo a trozo, palmo a palmo
cada uno de nuestros
derechos. Y ninguno de
ellos, en ninguna parte, se
han podido conseguir sin
lucha política, sin
movilización, sin
sacrificios, sin cárceles,
sin muertes. En fin, sin la
lucha colectiva de las
mujeres, en una sociedad
diseñada por y para los
hombres.
No se preocupen, no voy a
aburrirles contándoles esa
historia. Pero para que lo
tengan presente al menos el
día de hoy –y desde esta
tribuna en merecido homenaje
a esas mujeres– quiero muy
brevemente recordar:
Olimpia de Gougues
(1748-1793)
reclamó entre el fuego y el
entusiasmo de la Revolución
Francesa que no sólo se
dictara una “Declaración de
los Derechos del Hombre y
del Ciudadano” sino de la
Mujer y la Ciudadana y su
osadía fue pagada con la
ejecución y con su cabeza,
rodaron también las
posibilidades de la mujeres
de ser incorporadas como
ciudadanas, con derechos
civiles y políticos en el
Código Civil Napoleónico.
En esa sociedad la mujer
casada era asimilada a la
condición de una menor,
asimilada a los locos y los
delincuentes. Así como lo
escuchan.
Que el marido tenía derecho
a la violencia marital, que
tenía el poder sobre el
dinero de la mujer, que
negaba a las mujeres el
derecho sobre sus niños.
Hoy vale la pena recordar
que durante siglos nos fue
negado el derecho a la
escuela y la educación. Que
fue mediante nuestras luchas
que las mujercitas no solo
obtuvieron el derecho de ir
a la escuela como los
varones, sino que dicho sea
de paso ello permitió
liberar a las niñas de la
tutela de la iglesia. Aunque
ahora según parece, alguna
por ahí nos quiere regresar
a las faldas clericales.
¡Vaya niveles de locura!
Hoy vale la pena recordar
como en las luchas de las
mujeres, no pocas veces y en
no pocos países, tuvimos que
enfrentarnos con el
movimiento obrero dirigido
por hombres –que recelosos y
temiendo la competencia de
las mujeres, se oponían a la
consigna y al el derecho de
“a igual trabajo igual
salario”.
Cómo no recordar las luchas
por el derecho a sentarse
durante la jornada laboral
derecho humanamente
elemental que es negado
incluso hoy y a pocos
kilómetros de aquí a miles
de mujeres nicaragüenses en
las zonas francas.
Como no recordar que por
siglos fuimos excluidas del
derecho a las profesiones
exclusivas para los hombres
como la medicina o el
derecho.
Como no recordar las luchas
por el reconocimiento del
rol de la mujer en la
familia, las exigencias para
modificar y dignificar la
relación hombre-mujer, el
empeño hasta conseguir
abrir el camino para un
cambio de mentalidad. Como
no recordar que durante
siglos las mujeres éramos
alguien solo “porque de vez
en cuando teníamos el
privilegio de engendrar un
hombre”.
Hoy vale la pena recordar a
todas aquellas y aquellos
que dieron su talento y mas
de una vez sus vidas para
que las mujeres tengamos
acceso a las esferas de
poder. Porque la democracia
representativa o republicana
nos negó de oficio ese
derecho y tuvimos que
arrancárselo en duras
jornadas de las sufragistas.
Tuvo que pasar la primera
guerra mundial, para que al
fin en 1918, hace menos de
un siglo, las mujeres
pudieran votar en
Inglaterra. En
Nicaragua tuvimos que
esperar la constitución de
1954, y las elecciones del
56, dictadura de por medio,
para poder considerarnos
ciudadanas con derecho al
voto. YA NO DIGAMOS EL
DERECHO A SER ELECTAS.
Como no recordar las luchas
pasadas y presentes para
obtener espacio en los
órganos de dirección de los
partidos políticos, las
luchas para poder acceder a
las universidades. Hoy
incluso es noticia mundial
que después de siglos por
primera vez una mujer será
rectora de la Universidad de
Harvard.
Pero sobretodo hoy queremos
recordar que la naturaleza y
el carácter de nuestra lucha
y los derechos que hemos
conquistado, han señalado
una nueva perspectiva para
la política, para el poder,
para la sociedad.
Nuestro propósito es poner
en evidencia que este no es
un día banal. Un día en que
mediante la magia del
mercado que todo lo
transforma en oportunidades
para hacer negocios, se nos
regalen chucherias,
mercantilizando éste como
otros días sagrados.
Hoy, 8 de marzo, es para
recordar esas luchas, esos
dolores de parto y la
ineludible obligación de
recomprometernos con esas
banderas.
En este hemiciclo donde se
decapitó la vergüenza
política, por oportunismo
religioso electorero se
aprobó
el 26 de octubre del 2006
la abolición del aborto
terapéutico sentenciando a
las mujeres con alto riesgo
obstétrico a una muerte
segura, queremos
patentizar:
Vamos a seguir luchando por
nuestros derechos, vamos a
seguir luchando por
garantizar que se cumpla el
precepto constitucional del
Estado Laico. Nada atenta
más contra nuestros derechos
humanos que un Estado y un
gobierno confesional. Y
hemos de decir con el
Movimiento Autónomo de
Mujeres que el explícito
concordato gubernamental con
la jerarquía religiosa
refuerza la violencia
institucionalizada contra
las mujeres y reproduce el
carácter patriarcal y
arcaico del poder.
Desde esta tribuna
proclamamos: continuaremos
batallando por el derecho a
tener una identidad y el
derecho de ser personas
humanas autónomas y por ello
vamos a luchar contra el
oscurantismo y contra los
intentos de limitar la
democracia. Porque para
nosotras identidad y
autonomía, mas igualdad de
derechos y democracia son
sin duda atributos de la
nueva sociedad que queremos
construir y las mujeres
seguiremos como ayer en las
primeras líneas del combate.
¡VIVA EL DIA INTERNACIONAL
DE LA MUJER!
Mónica Baltodano
8 de marzo de 2007
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