Un Estado que no
educa adecuadamente a las niñas y adolescentes rurales deja de
percibir, en el futuro, importantes beneficios sociales. Esa es una
de las conclusiones de un estudio presentado en audiencia pública en
el Congreso de la República por la Mesa de Mujeres Parlamentarias
Peruanas y el Movimiento Manuela Ramos.
Las
estadísticas muestran que cerca de 750.000 mujeres no han iniciado
su educación formal, debido a que los padres no consideran un
beneficio invertir en su educación, señaló Lisbeth Guillén,
coordinadora del programa Derecho a la Participación Política y
Ciudadana, del Movimiento Manuela Ramos.
"Hemos
analizado el tema de la educación de las niñas y adolescentes
rurales, desde un enfoque económico, con los doctores Enrique
Vásquez y Álvaro Monge, de la universidad El Pacífico, y
a partir de las investigaciones realizadas consideramos que, para
enfrentar la desigualdad y la deserción de las adolescentes entre 12
y 17 años, se debe crear una partida presupuestal", dijo Guillén
a SEMlac.
Al
presentar los resultados de la investigación "Inversión necesaria
para una educación adecuada de niñas y adolescentes rurales en el
Perú", Vásquez señaló que se debe incidir directamente en
la reducción de los costos de la educación, fundamentalmente en el
nivel secundario.
"El
costo de este programa durante el primer año de funcionamiento
alcanza poco más de 70 millones de soles, lo cual representa 4,2 por
ciento del presupuesto en educación, considerando sólo la enseñanza
inicial, primaria, secundaria y asistencia a educandos, y excluyendo
costos administrativos", explicó.
Se
estima que las niñas y adolescentes rurales que acceden al mercado
laboral, con niveles educativos inferiores a la educación secundaria
completa, percibirían en promedio el equivalente a 312 dólares
anuales menos de los que deberían recibir durante el resto de su
vida laboral.
Pese a
que en 2001 se aprobó la Ley de Fomento de la Educación de las Niñas
y Adolescentes Rurales (Ley No. 27558), hasta la fecha muy poco se
ha avanzado.
"En
muchos casos, las niñas no asisten por cumplir labores productivas o
quehaceres del hogar, lo cual denota que desde el hogar ya se
verifican patrones de discriminación contra ellas", indica
Vásquez.
"El
tema de la educación es central para revertir estos patrones,
estereotipos y todas estas prácticas de violencia que van en contra
del derecho a la educación de las niñas y adolescentes y lograr
mecanismos de inclusión y reducción de la discriminación de género.
Vamos a trabajar para que las conclusiones de las investigaciones se
traduzcan en medidas legislativas y en políticas públicas desde el
Ejecutivo que mejoren la atención a este sector", puntualizó
Guillén.
Julia Vicuña Yacarine
Tomado de SEMlac
12
de marzo de 2009
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