El pasado 30 de marzo, fue
el Día Internacional de las
Trabajadoras de Casa Particular, aún no legislado en Guatemala,
porque a nadie le importa la existencia de miles de mujeres que se rompen el
lomo limpiando baños, cuartos y pisos, lavando trastos, cocinando, lavando ropa
en las pilas o planchando, cargando las canastas del mercado, mientras la doña
compra, o hasta llevando los bolsones de útiles escolares de los hijos que
tienen a su cargo, a cualquier hora; los servicios de mujeres jóvenes o mayores
que, por una miseria, se ven obligadas trabajar en los hogares.
Es común escuchar las
expresiones, incluso de gente comprometida con los movimientos sociales, de “la
sirvienta o la muchacha”, para referirse a quien les ayuda en los quehaceres de
la casa, como si fueran parte de su propiedad, pues se trata, en la mayoría de
casos, de condiciones que se diferencian poco de la esclavitud, pues desde antes
que en el oriente se vea resplandecer el Sol y mucho después que se oculte,
ellas tienen que estar atentas a lo que mande la “señora” o pidan a gritos los
hijos.
El
Centro de Atención a trabajadoras de Casa
Particular ha solicitado al Congreso que se reconozca el 30 de marzo como su día
y exige sean tratadas como cualquier trabajadora se merece, pues para nadie es
un secreto que devengan salarios de hambre, sin prestaciones; que sufren
atropellos a su dignidad y derechos.
Desde 2006 presentaron al Congreso de la República un anteproyecto de ley para
que se les reconozca entre otros derechos: salario mínimo, vacaciones, pago de
horas extras, aguinaldo, días de asueto, derecho a trabajar en un ambiente sano
y sin violencia, bono 14, seguridad social, gozar de los períodos pre y post
natal, y el permiso correspondiente para la educación y el esparcimiento que son
posibles si se respetan horarios reglamentarios de trabajo.
Todo lo contempla el Código
de Trabajo, pero expresamente discrimina a las trabajadoras de casa particular,
y la creación de sindicatos ha sido imposible. Los medios de comunicación
deberían hacer eco de las reivindicaciones que ellas están planteando y, a la
vez, contribuir con el lanzamiento de una campaña de “no más esclavas en los
hogares”, para que se respeten sus derechos, y que, a través de la justicia,
se logre hacer comprender a quienes creen tener esclavas, que las mujeres que
por necesidad trabajan en sus casas, realizan una labor digna, contribuyen al
desarrollo del país y merecen el total respeto a sus derechos.
Tomado de
albedrio.org
7 de abril de 2008
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