Igualdad contra
pobreza
Nacer mujer lleva
consigo más probabilidad de ser marginada
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La pobreza tiene nombre de mujer. Agencias internacionales y
expertos de todo el mundo denuncian que nacer mujer lleva
consigo más probabilidad de ser marginada. El último informe
del Fondo de las Naciones Unidas
para la Población (UNFPA) subraya la necesidad de acabar con
la discriminación de la mujer para llegar a cumplir el
propósito
de erradicar la pobreza.
Una mayor inversión en educación, en salud reproductiva y en
promulgar leyes que garanticen la igualdad de oportunidades
entre géneros haría posible el fin de la pobreza en el plazo
que se marcó en el año 2000 en la Cumbre del Milenio
celebrada en Nueva York. “Por menos de 200.000 millones de
dólares, el equivalente a 50 centavos diarios por cada
persona que vive en una situación de extrema pobreza, el
mundo puede relegar la pobreza a la historia para 2015”,
explica la directora Ejecutiva de UNFPA, Thoraya Ahmed Obaid.
Hoy, todavía 600 millones de mujeres son analfabetas, frente
a los menos de 320 millones de hombres. En el África
Subsahariana, menos del 50% de las niñas son escolarizadas.
Sin embargo, está demostrado que una niña que tiene acceso a
la escuela mejora sus condiciones de vida y las de su
familia. Así, por cada tres años de educación de una niña,
ésta tendrá un hijo menos y la tasa de mortalidad infantil
se reduce en casi un 25%.
Según el Banco Mundial, las mujeres del
mundo desarrollado ganan 77 centavos por
cada dólar que ganan los hombres y en
los países empobrecidos esa proporción
es de 73 a uno.
Cada año mueren más de un millón de
mujeres y niñas debido a complicaciones
relacionadas con el embarazo y se
practican cerca de 20 millones de
abortos en malas condiciones. |
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El acceso de la mujer a una pequeña economía, también hace
mejorar sensiblemente la calidad de la familia. En la
mayoría de los casos, el trabajo de la mujer no es
reconocido y no es remunerado. Está comprobado que las
mujeres invierten más que los hombres en mejorar las
condiciones de hijos y personas a su cargo. No obstante, el
camino es aún largo. Según el Banco Mundial, las mujeres del
mundo desarrollado ganan 77 centavos por cada dólar que
ganan los hombres y en los países empobrecidos esa
proporción es de 73 a uno.
Cada año mueren más de un millón de mujeres y niñas debido a
complicaciones relacionadas con el embarazo y se practican
cerca de 20 millones de abortos en malas condiciones. Estas
cifras demuestran la importancia de invertir e investigar en
la salud de la mujer. En los países del Norte, donde la
mujer cuenta con orientación y una mayor educación, el
número de embarazos no deseados no supera los 80 millones.
El control demográfico es uno de los más graves problemas al
que nos enfrentaremos en los próximos años. Estudios de
Naciones Unidas alertan que en el año 2050 la población de
la Tierra superará los 9.000 millones de personas. Además,
este crecimiento, en su mayor parte, ocurrirá en los 50
países más pobres, donde se prevé que la población puede
aumentar en más del doble.
La violencia por motivos de género es una de las formas más
brutales de discriminación, no conoce fronteras ni clases
sociales y causa más muertes y daños a las mujeres que el
cáncer. Según el informe de la UNFPA, una de cada tres
mujeres en el mundo será apaleada, obligada a mantener
relaciones sexuales o víctima de abusos.
La violencia contra la mujer es una de las cuestiones
pendientes tanto en el Norte como en el Sur. La aplicación
de la leyes, un poder judicial fuerte para eliminar la
impunidad, una educación en valores y la movilización de la
sociedad civil y los líderes de opinión son los ingredientes
de la receta que propone esta agencia de Naciones Unidas
para prevenir y erradicar la violencia de género.
Acabar con las desigualdades de género es un mandato que no
puede hacerse esperar. Los costes económicos, en desarrollo
y en vidas humanas nos interpelan cada día para que la
distancia entre la retórica y las buenas intenciones de
nuestros políticos y la realidad disminuyan hasta llegar a
hablar de seres humanos y no de hombres y mujeres.
Ana Muñoz
Centro de Colaboraciones Solidarias
21 de octubre de 2005
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