¿Por qué las mujeres? Es obvio que las mujeres
indonesias son protagonistas sociales que han sido
marginadas por el proceso de desarrollo, que incluye el
establecimiento de plantaciones de palma aceitera a gran
escala.
Rara vez las mujeres toman decisiones en proyectos
iniciados por el gobierno y las empresas. Generalmente
son consideradas tan solo como las “manos” más que como
los “cerebros”; son el medio para aplicar las medidas
una vez que se han tomado las decisiones, en lugar de
estar activamente involucradas en las etapas de
planeamiento, control, supervisión y evaluación. Sin
embargo, las mujeres tienden a verse a sí mismas como
sobrevivientes y tienen una gran fuerza a la hora de
oponerse a los planes que amenazan la forma de vida de
sus comunidades.
La creación y la expansión de las plantaciones de palma
aceitera han tenido numerosos y diversos impactos sobre
las mujeres, tanto directos como indirectos. Por
ejemplo, en las sociedades tradicionales, las mujeres
juegan un rol importante en el manejo de los recursos
naturales y en el mantenimiento de formas de vida
sustentable que aseguren la subsistencia de sus
familias. Esto se pierde una vez que las plantaciones
reemplazan a los bosques y las tierras agrícolas.
Las empresas continúan ganando acceso a la tierra de las
comunidades simplemente tomándola y pagando matones para
intimidar a la gente. Aquellos que resisten, incluidas
las mujeres, son obligados a huir de sus hogares tras
ser acusados de dañar la propiedad de la compañía. La
policía los amenaza con arrestarlos si regresan a sus
pueblos. Las personas a menudo son detenidas por la
policía sin la autorización adecuada. Además, con mucha
frecuencia, los testigos se vuelven sospechosos. Por
estas razones, la mayoría de los pobladores tienen miedo
de iniciar cualquier acción contra las compañías que
violan sus derechos.
Esto es lo que le pasó a Yana, una de las
participantes de Sumatra del Sur, que no ha podido
regresar a su hogar por temor a ser detenida por las
autoridades. Otra participante, proveniente de la región
Indagiri Hulu de Riau, contó cómo una mujer de su aldea
había muerto por la conmoción que le causó el hecho de
que su esposo fuera detenido por la policía, acusado de
daño criminal a la propiedad de una empresa plantadora.
Cuando las mujeres de la aldea de Hajak Dusun Sikui, en
Kalimantan Central, intentaron reclamar sus parcelas
agroforestales, la compañía las acusó de ocupar la
tierra ilegalmente; en este momento, el caso está en
manos de la policía.
La contaminación ambiental y los problemas de salud son
también motivos de preocupación para las mujeres que
viven en las plantaciones y sus alrededores. En la aldea
de Keladi, en la región de Ketapang de Kalimantan
occidental, los habitantes están comenzando a
experimentar escasez de agua potable porque el río que
usan para abastecerse recibe el agua de una gran
plantación de palma aceitera. Los niños han presentado
sarpullidos luego de bañarse en el río. Una mujer de
Long Ikis, en Pasir, Kalimantan oriental, describió cómo
el agua del río Soi se ha vuelto negra y ya no es apta
para el consumo humano. Es imposible encontrar peces en
el río, incluso a un kilómetro de la plantación.
Aparentemente, el problema es que la empresa está
arrojando los desechos de su planta procesadora de palma
aceitera directamente al río cuando los depósitos de
desechos están llenos.
Varias participantes relataron cómo tenían que manejar
agroquímicos de las empresas pero sin contar con equipos
o instrucciones de seguridad adecuados. Las mujeres a
menudo no tenían idea de los posibles efectos de los
agrotóxicos que manipulaban, especialmente durante los
primeros meses de embarazo. Las mujeres que escardaban a
veces se contaminaban accidentalmente con aerosoles
utilizados por otras trabajadoras que estaban cerca. Los
agrotóxicos y fertilizantes guardados en las casas
familiares representaban un gran riesgo, particularmente
para mujeres y niños que no podían leer o entender las
etiquetas. A veces se llegaron a utilizar los envases
vacíos de los agrotóxicos con fines domésticos y los
agrotóxicos se almacenaban en otros contenedores tales
como viejas botellas de agua.
Otros problemas para las mujeres, asociados con las
plantaciones de palma aceitera, son la pobreza y el
endeudamiento. Muchas compañías pagan a las mujeres
salarios más bajos que a los hombres, basándose en la
excusa de que sus tareas son más sencillas. Una mujer
del pueblo de Wirano, en Sulawesi del sudeste, se quejó
de que, seis años después del establecimiento de la
plantación, no se ha construido ninguna fábrica de
procesamiento, entonces los aldeanos simplemente deben
tirar los frutos maduros de la palma. Mientras tanto, la
empresa continúa reclamando el pago de los préstamos que
otorgó para la formación de la cooperativa local.
Muchas mujeres jóvenes de Kalimantan occidental
decidieron ir a buscar trabajo a la vecina Malasia. La
razón principal es que ya no tienen tierras para
cultivar o plantaciones de árboles de caucho para
explotar, ya que toda el área donde vivían se ha
transformado en plantaciones de palma aceitera. A menudo
regresan a sus aldeas como madres solteras. Es usual que
tales mujeres abran un café con habitaciones al fondo,
que son utilizadas para ejercer la prostitución. La
presencia de tales cafés, que existen en la mayoría de
las aldeas de las plantaciones, aumenta aún más el
número de niños nacidos fuera del matrimonio. También
causan problemas a las mujeres casadas de la comunidad:
se dice que las habituales multas por infidelidad están
aumentando.
Las plantaciones han complicado la vida de las mujeres
también en otros sentidos. Una vez que los bosques han
sido tirados abajo para dar lugar a la palma aceitera,
ellas deben trasladarse hasta mucho más lejos para
conseguir leña para cocinar. No quedan pasturas para el
ganado cerca del pueblo una vez que éste ha sido rodeado
por plantaciones, y las mujeres deben recorrer
distancias mayores para traer agua potable.