Perú
¿La vida en positivo?
Mujeres viviendo
con VIH/SIDA |
Estigma y discriminación, su
derecho al trabajo es uno de los más afectados
Cuando Amanda se enteró de que había obtenido el puesto de
asistenta contable saltó de contenta. Pero la alegría se
diluyó cuando luego de realizarse los controles médicos de
rigor, los representantes de la empresa le informaron que el
suyo había sido un error y que en realidad no estaba
seleccionada.
Esta injusticia se repite entre muchas de las mujeres
peruanas viviendo con el VIH/SIDA, para quienes el derecho
al empleo y la generación de ingresos es un bien esquivo.
Esta realidad ha sido recogida en el Reporte de Derechos
Humanos 2006: Las mujeres positivas, elaborado por el Centro
de la Mujer Peruana Flora Tristán.
Esta organización feminista, con 26 años de trabajo en el
país, presentó esta publicación en el mes de diciembre
último con la finalidad de contribuir a la construcción de
políticas y normas democráticas orientadas a garantizar el
pleno ejercicio de los derechos humanos de las mujeres
peruanas viviendo con VIH/SIDA.
La abogada Susel Paredes Piqué, responsable del equipo a
cargo de la investigación, sostiene que las mujeres
seropositivas, además de las clásicas desventajas de género
para conseguir empleo, tienen un factor de discriminación
adicional.
“Te dirán que no sabes inglés, ruso, cualquier cosa, pero no
van a decir que es por VIH porque la ley lo prohíbe. Es un
problema que tenemos nosotras, cómo demostrar que nos
descartan por eso”, testimonia una de las mujeres
entrevistadas para el reporte y que fue despedida por su
condición de salud.
El caso en referencia como el de muchas otras peruanas
viviendo con el VIH/SIDA, confirma su situación de
ciudadanía recortada, en una sociedad caracterizada por su
machismo y prejuicios, que continúa en gran medida asociando
la enfermedad a conductas que considera reprobables como el
ejercicio de una sexualidad no heterosexual o de la
prostitución.
Cifras oficiales reportan que hasta enero del 2006 Perú
registró 24,449 casos de VIH notificados, y 18,059 de sida.
Estas cifras no incluyen a las personas que no saben que
están conviviendo con la enfermedad. Las políticas oficiales
han venido incidiendo entre los sectores cuyas prácticas
sexuales los colocan en una situación de mayor
vulnerabilidad
Sin embargo, el reporte del Centro Flora Tristán advierte que
la epidemia se está extendiendo cada vez más a poblaciones
no incluidas en la clasificación de grupos vulnerables,
siendo entre ellos las más afectadas las mujeres
monógamas.
Mujeres Positivas
Susel Paredes afirma que en Perú existe una feminización de
la epidemia, pues desde los primeros casos notificados de
mujeres con sida, éstos han venido incrementándose. Mencionó
que en 1990 se registraron 33; en 1993, 102; y en 1994, 150.
Sin embargo, es a partir del año 1995 en que los casos
sumaron 222, que el número anual no baja de doscientos.
Citando fuentes oficiales, agregó que el perfil de la
epidemia entre hombres y mujeres también ha mostrado
cambios: se ha reducido la relación hombre-mujer desde 14 a
1 en 1990, hasta un nivel de 3 a 1 que se mantiene estable
en los últimos ocho años.
Uno de los hechos más impactantes recogido de las
entrevistas, resultó conocer que sus parejas sexuales
consideradas estables no les informaban que habían sido
diagnosticados como portadores del VIH.
“Muchas de las mujeres se enteraron de la condición de sus
esposos o convivientes cuando estaban ellos muy enfermos o
después de su muerte, pues éstos callaron ex profesamente
sin importarles que estaban poniendo a sus parejas en una
situación de grave peligro. Por eso decimos que el machismo
mata”, reflexiona Paredes Piqué.
Hizo un llamado a que las campañas y políticas
gubernamentales de prevención del VIH/SIDA incluyan a las
mujeres jefas de familia, amas de casa, quienes están sin
consejeras de pares ni intervenciones específicas, al no
formar parte de las consideradas poblaciones vulnerables,
pero que están en riesgo potencial de contraer el virus por
las prácticas sexuales inseguras de sus parejas.
Una de las principales conclusiones del reporte es que las
estrategias de respuesta a la epidemia en el Perú no han
incorporado enfoques y acciones específicas acordes al
incremento de mujeres y niñas con VIH/SIDA.
Las políticas han centrado su atención en los grupos
poblaciones que consideraban más expuestos al contagio como
son los hombres que se relacionan sexualmente con hombres y
las mujeres en situación de prostitución. Sin embargo, no
han advertido que la transmisión del virus tiene una
vinculación importante con la inequidad de género y la
violencia que se vive al interior de las parejas.
El documento aportado por el Centro Flora Tristán indica que
según el informe 2004 sobre la Epidemia Mundial del Sida, el
90 por ciento de las mujeres embarazadas en Lima, infectadas
con el virus, sólo había tenido una o dos parejas sexuales
en su existencia.
“Las razones que exponen a las mujeres al VIH/SIDA no están
siendo cruzadas con el factor violencia. En una pareja donde
el hombre maltrata, es muy difícil que ellas puedan negociar
prácticas sexuales más seguras, no pueden decidir el uso del
condón por ejemplo, porque no es un método que puedan
controlar”, sostiene Susel Paredes.
Ante ese panorama plantea en el reporte que uno de los
enfoques necesarios para enfrentar la epidemia y su
progresiva feminización, es el enfoque de género que plantea
modificar las relaciones de poder que afectan a las mujeres,
erradicar toda forma de violencia basada en el género,
asegurar su acceso a recursos, servicios de salud y
educación, e impulsar acciones positivas para fortalecer su
participación en la toma de decisiones.
Todos los puntos mencionados están considerados en el Plan
Nacional de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y
Varones 2006-2011 del Ministerio de la Mujer y Desarrollo
Social, pero hasta el momento aguardan su concreción.
En Lima, Mariela Jara
©
Rel-UITA
11 de enero de
2007 |
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FOTO: Gentileza de
Patricia Gonzales
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