Perú

Mujeres que salen

de la invisibilidad

 

Campaña por el Derecho a la Identidad de la Mujer Rural 

Luzmarina:

“Sin DNI no era reconocida como persona”

 

Luzmarina Mormontoy tiene 31 años y ha terminado toda su etapa escolar, escribe y lee con fluidez y puede comunicarse sin problemas en quechua y castellano. Ella es de la comunidad de Masca, donde vive con su esposo y su pequeña hija, y sus actividades principales son el cuidado de su familia, el trabajo en la chacra y el pastoreo de sus animales.

 

Ella está consciente de que contar con el Documento Nacional de Identidad le da la posibilidad de ejercer sus derechos, en primer lugar a votar en las elecciones y elegir a sus autoridades. “¡Cómo va a ser posible que nosotras estemos ausentes! Pero todavía hay muchas mujeres que están en esa situación, porque no ven la importancia de tener su DNI”, reflexiona.

 

Luzmarina cuenta que por donde va les dice a sus vecinas que es necesario pensar en el futuro, y que pese a que sigue siendo complicado hacer los trámites, no hay que bajar los brazos. “No podemos irnos a la tumba sin haber sacado el DNI”, les insiste.

Y es que la escasa presencia del Estado en las zonas rurales es uno de los factores que hace difícil acceder al derecho básico de la identidad a través de la obtención del documento oficial. Por ejemplo, las oficinas del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC), se encuentran en las ciudades, lejos del campo.

 

Para las mujeres rurales cuya vida está centrada en las labores domésticas y reproductivas, y en la atención de sus chacras y animales, resulta complejo insertarse en el proceso hacia la documentación. Muchas veces no han salido de sus comunidades de origen, o en el mejor de los casos han bajado hasta los pueblos de las provincias, donde tampoco existen las facilidades para la realización de trámites.

 

Según información del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en 2000 el 41,8% de las mujeres de la sierra estaba en condición de indocumentadas, porcentaje superior al 36,2% de la costa, y al 22% de la selva. La gran mayoría se ubica en las zonas rurales.

 

Luzmarina no pertenece ya a esa población invisible para el Estado, desde 2004 cuenta con su DNI que obtuvo en el marco de la campaña gratuita impulsada por el Centro Flora Tristán. “Yo siempre pienso en el futuro, no quiero dedicarme sólo a la casa para toda la vida”, dice.

 

Cuenta que su hija tiene siete años y asiste al segundo grado en el colegio. Se muestra orgullosa cuando relata que ella misma la ayuda con las tareas de la casa al final de la tarde, luego de regresar del campo, adonde lleva a pastar a sus animales.

 

“Ahora me levanto tempranito, a las cuatro de la mañana, porque tengo que preparar el desayuno para mi esposo y mi hijita. El se va a trabajar al Concejo (Municipio de Paruro) y deja a la niña en el colegio. Yo me quedo haciendo el almuerzo y los espero para comer juntos. Después salgo con los animales, con mis vaquitas”, relata.

 

La vida diaria de Luzmarina es de mucho esfuerzo, pero ella siente que poco a poco irá abriendo mejores oportunidades para ella y su hija. Y para ese objetivo su DNI es un medio de suma importancia. “He pensado en pedir un préstamo; quiero poner un negocio. Como aquí hacemos pan de trigo en las casas, con varias vecinas hemos hablado de juntarnos y ser socias”.

 

“Antes –continúa-, cómo iba siquiera a soñar con eso si no tenía el DNI. Para todo trámite te piden el documento y si dices: ‘no tengo’, no te escuchan, no te atienden, es como si no fueras persona. Yo me sentía muy mal, como si estando aquí y tocando mi brazo, mi cabeza, mi pierna, igual no existiese”.

 

Mientras pronuncia las últimas palabras, Luzmarina pasa la mano por su sombrero rosado y aprieta luego su cuerpo, para dar énfasis al hecho de que pese a respirar, actuar, ocupar un espacio físico, producir y soñar, su presencia como persona no era reconocida por el Estado antes de contar con su documento de identidad.

 

Para las mujeres de las zonas rurales como Luzmarina, el DNI no resuelve los problemas que se derivan de su condición histórica de excluidas, sin embargo, es un medio, una llave para ir abriendo las puertas que se mantenían cerradas para su reconocimiento legal y el ejercicio de otros derechos.

Mariela Jara

Convenio Flora Tristán / Rel-UITA

20 de abril de 2006 

 

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