El contrato a tiempo parcial es una de las mejores fórmulas para compaginar vida laboral, familiar y social, si la retribución y la situación económica de la familia lo pemiten. En España el 17% de las mujeres con un empleo trabaja bajo esta modalidad, lo que queda muy lejos de la media de los países europeos, que presentan una cifra similar, pero incluyendo a los varones. Entre ellos, la jornada a tiempo parcial es poco más que testimonial.

No obstante, las encuestas dicen que en España casi una tercera parte de estas mujeres con jornada parcial (unas 320.000) desearían trabajar más horas.

La situación de marginación femenina en el mercado laboral comienza por la misma tasa de actividad: sólo un 43,5% de las mujeres de entre 16 y 65 años está en el mercado laboral, frente al 68% de los varones.

A partir de ahí, las diferencias se amontonan, aunque se van reduciendo cada año paulatina pero incesantemente. Las mujeres no sólo reciben un salario que se ha estimado en un 20% inferior al de los varones por el mismo trabajo, sino que su tasa de paro duplica la de éstos (15,6% frente al 8,2%).

Además, la temporalidad de su relación laboral se dispara hasta tasas cercanas al 30% frente al 23% de los varones, según los útimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).

Se da la circunstancia -tal vez relacionada con la situación de maternidad- de que las mujeres sufren las tasas de paro más altas durante esa etapa de su vida.

Así, una de cada tres que tiene entre 25 y 34 años no tiene trabajo (36% de tasa de desempleo), mientras que entre los 35 y los 44 la situación se alivia ligeramente y son una de cada cinco las que no encuentran ocupación. En estas edades la tasa de paro entre los varones se acerca a lo que los expertos consideran situación de pleno empleo, es decir al 5%.

Y, sin embargo, la formación y los estudios del colectivo femenenino superan los del masculino. Así, más de una tercera parte de las mujeres que se encuentran en el mercado de trabajo (el 34,5%) tienen estudios universitarios, mientra que entre los varones ese porcentaje es de sólo el 25%.

Algo parecido sucede con las mujeres que tienen la segunda etapa de educación secundaria, que representan el 26%, mientras que entre los varones esta cifra baja al 19%.

Por el contrario, en los niveles más bajos de formación (educación primaria y primera etapa de la educación secundaria) los porcentajes son más altos entre los hombres.