Brasil

Mujeres en medio de los eucaliptos

 

 

Con la llegada de las plantaciones de eucalipto de la fábrica de celulosa de Araracuz Celulose en Espírito Santo, las mujeres, como los demás habitantes de la región, vivieron cambios en la organización de su territorio y de su lugar en la comunidad; en lo que se producía y como se producía. Su papel socioeconómico dentro de la familia y de la comunidad sufrió alteraciones y varias de esas mujeres, después de perder sus tierras, se vieron obligadas a buscar otro espacio para vivir y trabajar. 

 

Según la investigación "Plantaciones de eucalipto y producción de celulosa. Promesas de empleo y destrucción del trabajo. El caso Aracruz Celulose en Brasil", de Alacir De’Nadai, Winfridus Overbeek, Luiz Alberto Soares, encomendada por el Movimiento Mundial por los Bosques (WRM) y la Red Alerta Contra el Desierto Verde, esas mujeres emigraron con sus hijos y parientes a regiones urbanas, próximas al lugar donde vivían, como es el caso de muchas familias que se trasladaron a las ciudades de São Mateus y Aracruz. Otras se fueron a la región metropolitana del Estado, engrosando las favelas y, para poder seguir atendiendo sus casas y sus familias, cambiaron las actividades rurales por las de empleada doméstica, limpiadora o lavandera de familias de clase media y de la burguesía urbana.

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Brasil

6-07-2006

 

Impactos de las plantaciones de eucaliptos en las mujeres

 

 

Como afirma el WRM los impactos sociales y ambientales de las plantaciones de monocultivos de eucaliptos han sido bien documentados en numerosos países. Sin embargo, en general se ha pasado por alto la dimensión de género, dejando así velados los impactos diferenciados que tienen sobre las mujeres. "Las mujeres indígenas, quilombolas y campesinas, que vivían junto a sus familias y comunidades en los lugares tomados por el cultivo del eucalipto, tenían su papel socioeconómico bien definido. De acuerdo con el relato del Sr. Antônio dos Santos, de la aldea de Pau Brasil, las mujeres indígenas tenían tareas específicas.

 

Ellas producían algunos tipos de artesanías como tamices, por ejemplo, mientras que los hombres hacían vasijas y remos. Junto con los hombres, ellas trabajaban en la quinta, plantando y desmalezando, y también pescaban. Las mujeres quilombolas, por ejemplo, producían el bijú -un alimento típico de esa población- para alimentar a sus familias y también para comercializarlo y generar ingresos.

 

Las mujeres que hasta hoy resisten en medio de los eucaliptos también siguen atendiendo sus casas y su familia, pero, al mismo tiempo, enfrentan más dificultades que antes. Por ejemplo, los ríos y arroyos que utilizaban para lavar la ropa, de los que se sacaba el agua para beber y en los que se pescaba están, en su mayoría contaminados. De esa forma, los miembros de la familia, inclusive las mujeres, son forzados a trasladarse para obtener agua potable.

 

Otro problema es la falta de bosque nativo, fuente de la materia prima necesaria para la fabricación de artesanías. Además, la contaminación del suelo por el uso de agrotóxicos en las plantaciones compromete la plantación de hierbas medicinales realizada por las mujeres. Las hierbas medicinales son muy utilizadas por las poblaciones tradicionales para prevenir y combatir enfermedades. La falta de tierra buena y suficiente complica también la articulación entre las tareas domésticas y la producción agrícola. Hoy, las mujeres tienen que recorrer largos trayectos para trabajar en plantaciones de terceros, en el cultivo del café y de la caña de azúcar, por ejemplo. Esas mujeres están más expuestas a accidentes de trabajo.

 

También hay que agregar que hoy, en el Estado de Espírito Santo, el 26% de las familias, o sea, 800.000 hogares, tienen mujeres como jefes de familia. Eso significa que Espírito Santo es uno de los estados brasileños que cuenta, proporcionalmente, con el mayor número de hogares dirigidos por mujeres. Ese dato indica que el trabajo remunerado de las mujeres dejó de ser apenas una forma de aumento de la renta familiar y pasó a ser fundamental para su subsistencia y la de su familia.

 

 

Adital

11 de julio de 2006

 

 

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