“Soy una hija no
deseada, mi papá no me reconoció y mi mamá casi ni me atendió, por
eso, trabajo desde muy corta edad. Mi vida no ha sido fácil, pero
desde que tengo mi negocio mi vida cambió, tengo trabajo seguro,
ingreso económico, capacitaciones y relaciones con otras personas”
dice Imelda Pérez, participante del seminario
Fortaleciendo las capacidades de mujeres microempresarias,
organizado por el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán.
Imelda Pérez,
produce mantequilla de maní, maní confitado, maní frito y salado y
maní con pasas, en su empresa agroindustrial La Carmelita en la
ciudad de Tarapoto, departamento de San Martín, ubicado en la región
nororiental del Perú.
Recuerda que
hace siete años el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán la apoyó
en la formalización de su empresa (obtener registro sanitario,
licencia de funcionamiento), y también le dieron asesoría para
mejorar la presentación de sus productos, mejoras que redundaron en
beneficio de su pequeña empresa que actualmente le genera una
ganancia mensual de 4 mil nuevos soles (1.274 dólares) en promedio.
Al igual que
Imelda otras 25 microempresarias se dieron cita en Lima para
participar en el Seminario, que contó con la participación de
Janeth Cronick, experta norteamericana en temas de marketing,
calidad total, nuevos emprendimientos y recursos humanos.
En su primera
visita al Perú, Cronick durante dos días compartió sus
experiencias y conocimiento con mujeres microempresarias de la
sierra y selva peruanas y reconoció que las microempresarias
norteamericanas tienen los mismos retos que sus pares
latinoamericanas.
“Estoy muy
orgullosa de haber participado en el seminario porque la
capacitación para la mujer emprendedora es muy importante y es parte
del proceso de formalizarse. Para mi tienen una mina de oro, están
trabajando en el área agrícola dándole valor agregado a los recursos
naturales peruanos desde las mermeladas (jaleas), harinas, los panes
fortificados, tienen lindos emprendimientos, me llevo muchas ideas
de cómo nosotras las microempresarias en Estados Unidos
podemos importar los productos y ayudarlas a abrir mercado,” agregó.
Cronick
es miembro activa de la Asociación Nacional de Empresarias Latinas
del condado de Orange y presidenta de su propia empresa, Ultimate
Gifts, líder en soluciones de marcas y regalos. Actualmente apoya en
forma voluntaria a distintas organizaciones empresariales para
mejorar el desempeño de sus negocios.
Política y trabajo empresarial no combinan
No llega al
metro sesenta, pero cuando habla crece. Judith Olivares de la
molinera agroindustria El quintalito se ha convertido en el dolor de
cabeza de grandes empresas agroindustriales, pues al momento de
participar en las licitaciones, sus ofertas difícilmente son
superadas.
“Trabajo con
granos andinos en mi molino y presento mis ofertas al Vaso de Leche*
(VdL),
a los programas sociales que se desarrollan en Huancayo. Ya no tengo
miedo de enfrentarme a las grandes empresas en las licitaciones que
convoca el Estado porque tengo mis documentos y he ganado
experiencia, antes no sabíaa armar el sobre técnico ni el sobre
económico, pero con el transcurso del tiempo he aprendido”, afirma.
Recientemente
Olivares impugnó una licitación en el municipio distrital de
Tambo, provincia de Huancayo, departamento de Junín, ubicado en la
zona central de los andes peruanos, y denunció ante el Consejo
Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado (CONSUCODE),
las irregularidades en que había incurrido el jurado al darle la
aprobación a una empresa que no reunía los requisitos que
estipulaban las bases.
“Me presente sin
coimear (sobornar), pero una empresa había dado 50 mil soles, mi
propuesta tenia un precio justo y el CONSUCODE, después de
investigar, falló dándome la razón y me han adjudicado la
licitación. Las señoras de los comités del VdL están bien
contentas con mi producto. Yo trabajo bien, no doy coima (soborno) y
exijo que se cumplan con las bases”, señala.
Asegura que su
economía cambió desde que formalizó su empresa con el apoyo de Flora
Tristán, ahora le puede dar una mejor educación a su hijo y lo ha
cambiado a una universidad particular, “también mi manera de ser
como mujer ha cambiado, las capacitaciones son muy buenas para mi y
estoy orgullosa, no tengo miedo y me actualizo porque las leyes
siempre están cambiando”, agrega.
Para los
políticos huancainos el éxito de Olivares no pasa
desapercibido y la han invitado para que participe en sus
organizaciones, ella cordialmente los ha rechazado.
“Todavía no
quiero ingresar a la política es un poquito sucia, además no seria
viable porque soy una empresaria. Por ejemplo, si salgo electa en
una municipalidad no podría comercializar mis productos porque
habría conflicto de intereses. Yo gano más con mi negocio, porque de
ser elegida ganaría 800 nuevos soles (255 dólares), cantidad que me
gano en una hora”, afirma.
En el Seminario
Fortaleciendo las capacidades de mujeres microempresarias que se
llevó a cabo en la ciudad de Lima el 4 y 5 de setiembre,
participaron microempresarias que fueron parte del Proyecto
piloto Mujeres y Tecnologías Alimentarias impulsado por Flora
Tristán.
“Ese proyecto lo
desarrollamos en dos fases, la primera 1995-1997 de introducción y
sensibilización y la segunda 1999-2001 de desarrollo integral y
consolidación de iniciativas productivas lideradas por mujeres”,
explica Elena Villanueva, coordinadora del Programa de
Desarrollo Rural.
El desarrollo
alcanzado por las microempresarias ha superado las expectativas
iniciales del proyecto que incorporó componentes de formación en
tecnologías agroalimentarias, gestión económica básica y género.
Realizaron réplicas de talleres con efecto multiplicador hacia
nuevos grupos; comunicación-difusión de las experiencias mediante
boletines; intercambio de experiencias y becas de estudio de
periodos cortos.
Julia Vicuña Yacarine
© Rel-UITA
10 de
setiembre de 2007 |
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