Uruguay

Por una respuesta más efectiva
a la violencia contra la mujer

 

"Más que pensar en cómo esconder a las mujeres en un refugio, es preciso analizar cómo mejorar la respuesta destinada a frenar la agresión y mejorar el sistema de protección", afirma Carmen Beramendi, directora del Instituto Nacional de Mujeres de Uruguay, cargo que ocupa desde marzo de 2005.

 

Conocedora de la situación femenina, pues desde hace años trabaja sobre el tema de violencia doméstica, Carmen fue integrante de la Comisión Mujeres de la Central única de trabajadores (PIT-CNT), presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Pesca, diputada por el actual partido gobernante Frente Amplio y presa política durante la dictadura que imperó en el país hasta 1984.

 

-¿Cuáles son los temas que integran la agenda del Instituto Nacional de las Mujeres?

-Esa es una tensión permanente cuando se trabaja asociado a programas de vulnerabilidad extrema. Creo que la opción más importante que hemos hecho es trabajar en función de que los temas y la agenda de las mujeres pasaran a ser agenda de gobierno. Contábamos, para ello, con algunos programas gubernamentales y con un movimiento femenino que había sido capaz de colocar en el Uruguay los temas de la agenda de las mujeres como asuntos de incumbencia pública. Cuando el instituto comenzó a funcionar, integró en su agenda, plataforma, visión y cometidos muchos temas que antes eran propios y exclusivos de las mujeres organizadas: violencia de género, derechos sexuales y reproductivos, participación en la toma de decisiones.

Así, diseñamos cuatro programas: violencia basada en género, transversalidad de género en las políticas públicas, liderazgos sociales y políticos y uno destinado a las mujeres afrodescendientes y a aquellas históricamente en desventaja (presas y liberadas, enfermas de VIH).

 

- Por primera vez en el país habrá un albergue oficial para mujeres víctimas de violencia, administrado por el Instituto Nacional de las Mujeres. ¿Cómo piensa encarar su funcionamiento?

-Recibimos mucha demanda del refugio, pero en realidad yo creo que se sigue planteando de una manera vieja. Yo viví el absurdo hace tres años, en España, y me encontré con el contrasentido de tener modelos impresionantes con mujeres prácticamente presas con sus hijos durante un año, en programas que las contenían, mientras los hombres campeaban por la calle, a veces incluso habiendo identificado los refugios, por más secretos que fueran. Con el tema de la violencia, la demanda siempre será insatisfecha, hagamos lo que hagamos. La violencia de los hombres hacia las mujeres se recicla, adopta nuevas formas y, además, es un fenómeno que representa la expresión más brutal de la discriminación. Mientras haya discriminación, la potencialidad y ejercicio abusivo de la violencia seguirá existiendo en una sociedad que es vertical y asimétrica. Más que pensar en cómo esconder a las mujeres, es preciso analizar cómo mejorar la respuesta destinada a frenar la agresión y el sistema de protección, anterior incluso al refugio. Frente a una primera agresión, la reacción inmediata de una mujer es salir corriendo, buscar ayuda y esconderse. Pero no necesariamente es esa la salida. De repente, es mejor hacer la denuncia, retirar al hombre.

 

-Pero ustedes ya tienen la papa caliente en la mano, ya se les asignó una casa...

 

-Lo vamos a hacer, pero no le queremos poner el nombre de refugio, sino hacer una experiencia piloto de estadía breve. La persona llegará derivada por un servicio de atención especializada. No puede venir directamente al refugio. A veces, con dos o tres indicaciones, la mujer puede volver a vivir a su casa, que es lo deseable; en todo caso, que se vaya quien la agrede. Habría que tender a que fuera el agresor quien estuviera retenido y no la mujer. Es un cambio de concepción, como se ha hecho en otros países. Nuestra Ley de violencia doméstica tiene fallas, como la falta de mecanismos para hacer cumplir las medidas cautelares que la Justicia impone a los agresores. Estos pasan por un Juzgado, se les dice que no se pueden acercar, pero lo hacen y esto refuerza su sentimiento de impunidad.

 

-¿Cuál es la postura del Instituto de las Mujeres respecto al candente tema de la despenalización del aborto?

-Yo participé activamente en el proceso de redacción del anterior proyecto de despenalización del aborto (que naufragó en el Parlamento en 2004). Como directora del Instituto, tengo una postura de compromiso personal, político, en el sentido de que debe garantizarse la interrupción voluntaria, por parte de la mujer, de su embarazo y que además esto debe estar legislado. Como directora del Instituto, pertenezco a un ejecutivo de gobierno que nunca me puso una condición, conociendo incluso mi postura. Muchas mujeres, incluida la ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, y muchas directoras, así como otras que están en cargos de representación política en el ejecutivo de gobierno, firmamos el año pasado una carta pública de apoyo a una joven que fue procesada sin prisión por practicarse un aborto. Con nuestra firma, admitimos formar parte de aquellas mujeres que habíamos asesorado a otras, o abortado también.

Pero, desde el ejecutivo, no puedo promover nada que esté contra la ley. En Uruguay rige una legislación, hasta tanto se modifique, que pena el aborto. De cualquier manera, dentro del marco de esa normativa, hay posibilidades de moverse. Como Instituto, integramos la comisión asesora en derechos sexuales y reproductivos del Ministerio de Salud Pública y desde ahí se puede incidir. Si las mujeres nos consultan pre y pos aborto, las enviamos a aquellos lugares del grupo de Iniciativas Médicas contra el Aborto en Situaciones de Riesgo para que las asesoren de manera adecuada.

También, elaboramos "Una guía saludable para nosotras", texto que generó revuelo porque fue el primero de este tipo promovido por un organismo público, con desnudos, donde hablamos directamente de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y les informamos qué tienen que hacer. Fue criticada y tuvo resistencias del propio sector salud. Mucha gente la acusa de ser demasiado explícita, tal vez por los dibujos que ilustran parejas con diferentes orientaciones sexuales.

 

-Como muchas mujeres en América Latina, usted llega a un cargo de gobierno proveniente de su militancia en organizaciones civiles de mujeres. ¿No tiene miedo de burocratizarse y que la devore la estructura?

-Una vive en tensión permanente. Tenemos el desafío de tener una presencia concreta en la vida cotidiana de las mujeres y el de construir una institucionalidad que dé una respuesta más integral a la temática. La construcción del Primer Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos 2007-2011, que consagra objetivos, resultados y metas anuales para ser cumplidos en los distintos ámbitos del país, fue hecho con la participación de miles de mujeres. Las mujeres nos dejan eso.

 

-A un año y medio de que culmine el gobierno de izquierda del presidente Tabaré Vázquez y, por ende, que finalice su mandato al frente del Instituto, ¿qué escogería para que se transformara en política pública y trascendiera los próximos gobiernos?

-Me interesaría que se reconociera que la desigualdad no es un problema sólo de las mujeres, que empiece a procesarse un cambio cultural que permita entender que la desigualdad es un problema para el Uruguay. El Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos dejará un trazado de una política, que antes no existía, con marco legal y compromisos aprobados, con una estructura de funcionamiento que incluye servicios especializados en todo el país, referentes de género, trabajando a nivel de las alcaldías de todo el país.

Arrancamos ahora con un programa llamado "Calidad con equidad", que se propone instaurar un sello de calidad vinculado a la igualdad de oportunidades en las empresas públicas y privadas. En el Ministerio de Trabajo se instauró un programa, con el objetivo de crear empleos, que consiste en un subsidio durante un año para las empresas que contraten mujeres. Es un típico ejemplo de cuotificación y de acción afirmativa, al reconocer que las mujeres son más desempleadas que los varones y que hay que incentivar su empleo. Estamos trabajando para que se empiece a desagregar la información por sexo en todos los organismos y presupuestos, que los organismos comiencen a reconocer y poner en práctica las metas por la igualdad. Se podrá decir que se están ejecutando políticas de género cuando se tenga una jerarquía institucional y un presupuesto que se correspondan y en eso todavía tenemos un deber importante.

 

Cristina Canoura

SEMlac

4 de junio de 2008

 

 

Ilustración: newsimg.bbc.co.uk

 

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