"La
mujer, nacida para fabricar hijos, desvestir borrachos o vestir santos, ha sido
tradicionalmente acusada, como los indios, los negros, de estupidez congénita. Y
ha sido condenada, como ellos, a los suburbios de la historia".
Eduardo Galeano
El 9 de abril de este año fue aprobada, por el Congreso de la
República, la Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia contra la
Mujer, misma que entró en vigencia el lunes último.
Según la Ley, el femicidio es un acto cometido por quien "en el marco de las
relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, diere muerte a una
mujer", penaliza su falta entre 25 y 50 años de cárcel y de 5 a 12 años para
quienes cometan violencia física o sexual contra las féminas. Se tipifica
además, la violencia económica con un pena de 5 a 8 años de cárcel para quien
cometa el delito, al igual que la violencia psicológica.
Nos espera una
ardua tarea, desde nuestros espacios, como educadores y educadoras,
periodistas, madres y padres, líderes religiosos, etc., la tarea de
transformar las relaciones humanas, la realidad por una más
solidaria, en la que veamos a la otra y al otro, no como una
amenaza, sino como una promesa, se hace imprescindible.
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Sin embargo, es preciso resaltar que la violencia contra la mujer bebe en las
mismas fuentes que el machismo y ambos escupen las mismas palabras:
"sólo las mujeres lloran", "si la
mataron fue por puta", "cómo no querés que te toquen si mirá cómo andás
vestida", "ojalá que sea varón y no niña".
Y el Estado lo promueve y se hace necesario, además de legislar, cambiar todo lo
que contribuya a seguir alimentando estas formas de relación. Los pensum de
estudios en la escuela primaria y secundaria, asignan la clase de educación para
el hogar solamente a las alumnas, y Artes Industriales a los alumnos, como si no
fuese necesario para ambos la adquisición de conocimientos de las dos
asignaturas. En el mundo,
miles de mujeres casadas reciben palizas, como parte de la rutina matrimonial y
quien se atreve a denunciar, es vista como la mujer pecaminosa que no luchó por
"salvar" su matrimonio, además, "que te golpee tu marido es normal", dicen las
abuelas.
La
participación política es casi nula.
En el Congreso de la República, de las 158
diputaciones, 19 (12 por ciento) son desempeñadas por mujeres.
Las Naciones Unidas promueven la igualdad, pero al nivel alto donde se toman
decisiones, de cada diez cargos en el máximo organismo internacional, ocho son
ocupados por hombres.
El sistema educativo, económico, político, social y cultural nos condena,
vedándonos el derecho a la educación, a la salud, al trabajo, a la participación
política, al conocimiento.
Nos espera una ardua tarea, desde nuestros espacios, como educadores y
educadoras, periodistas, madres y padres, líderes religiosos, etc., la tarea de
transformar las relaciones humanas, la realidad por una más solidaria, en la que
veamos a la otra y al otro, no como una amenaza, sino como una promesa, se hace
imprescindible.
Violeta Cetino
Fuente:
www.lahora.com.gt
Tomado de
www.albedrio.org
2 de junio de 2008
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