Más de
340 mujeres han sido asesinadas por sus compañeros o ex parejas en los últimos
cinco años en España. Según el Instituto de la Mujer, en 2003 las mujeres
presentaron 17.009 denuncias por delitos de malos tratos frente a las 3.527 de
los hombres. El creciente porcentaje de hombres agredidos por su pareja tampoco
debería dejarnos indiferentes.
Durante cientos
de años, la mujer ha sido discriminada y relegada a un segundo plano. Obligada a
criar a los hijos y satisfacer a sus maridos. El dormitorio y la cocina eran los
espacios reservados para ella. Pero también es cierto que el hombre quedaba
relegado, en el plano emocional, al sótano; en la más absoluta soledad.
El hombre tenía
que ocultarse bajo la máscara del varón frío, competente y varonil, muy varonil.
El conocido macho-man. La frase de que "los hombres no lloran" se repite
incluso hoy. Aunque, por suerte, cada vez menos.
Hemos vivido en
un sistema machista que ha mantenido reprimidas y recluidas a las mujeres en el
hogar. Pero tampoco se puede negar que estaba apoyado y sostenido por un sistema
matriarcal que lo sostenía y lo fomentaba. La madre era el centro del cariño y
de las emociones familiares, mientras que el padre tenía muy difícil mostrar sus
sentimientos, por lo que se veía obligado en muchas ocasiones a tener otra vida
fuera del hogar.
En medio de los
cambios sociales que se producen en el siglo XXI, los hombres se encuentran
desorientados. Hay hombres que sufren en silencio; humillados, con su autoestima
anulada, menospreciados de manera continua. No saben qué papel deben desempeñar.
Sus madres, a finales del siglo pasado, les enseñaron a rechazar todo aquello
que tenía que ver con la figura del hombre dominante y frío; a respetar a las
mujeres para que no las hiciesen sufrir tanto como sus padres o maridos les
habían hecho sufrir a ellas.
Las mujeres han
adquirido los derechos que les correspondían como ciudadanas, con mucho
esfuerzo, pero sin perder su feminidad. Los hombres del siglo XXI son
conscientes de esta igualdad, han ganado en sensibilidad, y tratan de hacerla
efectiva repartiéndose las tareas del hogar o el cuidado de los hijos.
Sin embargo, desde pequeños, se les ha exigido que renuncien a la prepotencia o
a la independencia, características que se asocian con los siglos de dominación
machista.
Los siglos de
dominación del hombre han creado un sentimiento de culpabilidad a muchos varones
del que algunas mujeres de carácter iracundo y talante agresivo sacan partido.
Ejercen un machismo dado la vuelta.
La igualdad y la
violencia de género se tratan de forma sexista en España cuando, en los
medios de comunicación y en la calle, los casos de violencia de género o de
malos tratos siempre se refieren a los que sufren las mujeres a manos de sus
parejas. No se habla de los casos -que se producen con mucha más frecuencia de
la que imaginamos- en que un hombre es humillado, maltratado psicológicamente,
golpeado e incluso asesinado por su pareja. Uno de los últimos datos
registrados, el Consejo General del Poder Judicial español denuncia que en 2004
de cien víctimas de violencia de género, 16 fueron hombres. El maltrato
de una mujer a un hombre también es violencia de género.
Según el
Instituto de la Mujer, en 2003 las mujeres presentaron 17.009 denuncias por
delitos de malos tratos frente a las 3.527 de los hombres. El número de víctimas
femeninas es mayor y también lo son sus denuncias. Sin embargo, el creciente
porcentaje de hombres agredidos por su pareja tampoco debería dejarnos
indiferentes.
No
hay duda de que ellas son las más afectadas por este problema, pero tampoco hay
que olvidar a los hombres que se encuentran en su misma situación.
No todos los maltratadores son hombres, ni todas las víctimas mujeres.
Ante la violencia
doméstica en España encontramos cientos de informes y cifras en los
medios de comunicación de las mujeres que han muerto a manos de sus parejas, lo
que muchos han denominado "feminicidios". Sin embargo, cuesta mucho encontrar en
esos informes el número de hombres víctimas de la violencia doméstica.
Hay que remitirse a las pocas asociaciones de hombres maltratados para leer los
duros relatos de hombres que sufren maltratos psicológicos y coacciones de todo
tipo de sus mujeres y datos oficiales de los que mueren a manos de ellas. Muchos
se sienten invisibles. Otros son perseguidos por sus ex-mujeres, que llegan a
amenazarles con denunciarles por malos tratos o con no dejarles ver a sus hijos
si no regresan a casa.
Muchos aguantan
situaciones de desprecio, en soledad, por el amor que tienen a sus parejas o a
sus hijos. Callan por vergüenza, por miedo o porque sienten tocado su ego
masculino. Si queremos que la igualdad entre hombres y mujeres sea real, tampoco
debemos perder de vista los problemas que sufren los hombres de hoy.
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