El informe "Nuevo siglo, viejas disparidades:
brechas de salarios por género y etnicidad en América Latina",
presentado este lunes en Washington, concluye que esas diferencias
tienden a ser más pronunciadas en el sector privado. Este estudio de
76 páginas en la versión inglesa se basó en encuestas de hogares
realizadas en los últimos 15 años en 18 naciones de la región.
Las mujeres ganan, en promedio, 17 por
ciento menos que los hombres de su misma edad y nivel educativo,
señala. Para las minorías
--definidas como personas que en los sondeos de hogares se describen
a sí mismas como indígenas, negras, mestizas o hablantes de un
idioma originario--, la brecha es aún mayor: 28 por ciento en
promedio.
"Las políticas destinadas a reducir estas
desigualdades todavía están ausentes. Superar esa situación es más
que un imperativo moral. Es una estrategia esencial para reducir la
pobreza en la región", afirmó el autor principal del estudio, el
economista del BID, Hugo Ñopo. La investigación
comparó los salarios entre individuos de las mismas características
demográficas y laborales, teniendo en cuenta edad, nivel educativo,
lugar de residencia y tipo de empleo.
Además de Bolivia y Brasil, el
informe incluyó estudios específicos sobre Argentina,
Chile, Colombia, Ecuador, México,
Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay,
Venezuela y los cinco países hispanohablantes de América
Central. Para la elaboración del reporte se utilizó un nuevo
método diseñado para medir mejor que estudios previos el rol de las
características y experiencias individuales al explicar las brechas
salariales, en un esfuerzo por aislar los factores específicos que
pueden contribuir con estas desigualdades.
Ñopo sostuvo
que los métodos anteriores "tendían a exagerar el rol de la
discriminación y de otras características no especificadas al
explicar las diferencias de salarios". En promedio, un quinto del
total de la brecha de género en materia de sueldos no puede
explicarse en base a las diferencias de las características
individuales o laborales observables.
En este sentido, el estudio halló que los
hombres ganan más que las mujeres a cualquier edad, para cada nivel
educativo, tanto en empresas grandes como pequeñas y sin importar si
trabajan de modo independiente, o si son empleados o empleadores. La
única excepción se registró en áreas rurales, donde las mujeres
tienden a ganar promedialmente lo mismo que sus pares masculinos.
La brecha de género varía ampliamente entre los
países. El BID concluyó que los hombres ganan 30 por ciento
más que las mujeres de edades y formación similar en Brasil,
mientras que en Uruguay este valor es de 26 por ciento. Por
otro lado, en Bolivia y Guatemala las diferencias
fueron ínfimas. La brecha de género más pequeña aparece entre los
más jóvenes con un título universitario. Esto puede explicarse por
la tendencia de que más mujeres educadas acceden a puestos en
empresas más grandes, donde los gerentes disponen de menos
discrecionalidad para fijar sueldos.
De hecho, se encontró que las brechas eran
menores entre trabajadores empleados en la economía formal y mayores
entre quienes trabajaban en empresas pequeñas o en la economía
informal. Las mayores diferencias se registraron entre los
trabajadores de bajos ingresos que no terminaron la enseñanza
secundaria y viven en áreas rurales.
El estudio también reveló que las brechas de
género aumentan con la edad, tendencia que puede explicarse, al
menos en parte, por el rol de cuidadoras que asumen las mujeres con
hijos, según Ñopo. El experto observó que es más probable que
las mujeres sean expulsadas del mercado laboral luego de dar a luz.
"Las políticas que les permiten volver a
trabajar, como una mejor provisión de servicios de cuidados
infantiles, pueden contribuir a reducir las diferencias salariales",
dijo. En cuanto a la condición étnica, de los 18 países el informe
cubrió apenas siete --Bolivia, Brasil, Chile,
Ecuador, Guatemala, Paraguay y Perú--,
porque estos fueron los únicos donde las encuestas de hogares
obtuvieron información de este tipo.
En promedio, los integrantes de comunidades no
minoritarias ganan casi 40 por ciento más que las poblaciones
indígenas --que constituyen mayorías demográficas en varios de los
países--, y los negros latinoamericanos. Pero cuando se consideran
edad, género y nivel educativo, la brecha cae a 28 por ciento.
Las mayores diferencias se registraron en
Brasil (30 por ciento), Guatemala (24 por ciento) y
Paraguay (22 por ciento). Y, las menores en Ecuador
(cuatro por ciento) y Chile (11 por ciento). Considerando la
variable étnica, las diferencias salariales más amplias también se
encontraron en los extremos de la distribución de ingresos. Aparte,
la mayor diferencia se registra entre los hombres, los trabajadores
más adultos y quienes viven en zonas rurales.
Al aislar factores específicos que pueden
contribuir a la desigualdad, el estudio sostiene que alrededor de la
mitad de la diferencia de sueldos entre los hombres blancos y las
minorías puede deberse al nivel educativo y a una combinación de
otras características individuales y laborales.
"Las diferencias salariales de origen étnico
están vinculadas a una segregación ocupacional, en la medida en que
las minorías se encuentran subrepresentadas en ocupaciones de
empleadores, donde los salarios son mayores", dijo Ñopo. "Al
igual que en la brecha de género, es difícil, por ejemplo, encontrar
minorías empleadas con el perfil típico de un gerente general",
agregó.
Aunque las políticas sociales y de desarrollo
han alentado la universalización de la escuela, las conclusiones del
informe plantean dudas sobre la calidad y la relevancia de la
educación que reciben las poblaciones indígenas. "La baja calidad de
la educación puede ayudar a explicar por qué las minorías pobres
obtienen un retorno menor a su respectiva escolaridad", dijo Ñopo.
Además de aumentar la cantidad de guarderías
infantiles, el estudio sugiere adoptar otras políticas que puedan
ayudar a las minorías a superar los obstáculos existentes, entre
ellos mayores inversiones en educación pública y programas de acción
afirmativa en materia de educación y capacitación.
El informe del BID también reclama una
atención especial a las niñas indígenas, que son doblemente
discriminadas: como mujeres y como integrantes de comunidades
minoritarias.