26.11.01

 

Huerta orgánica

en escuela urbana

En Durazno, ciudad ubicada en el centro de Uruguay, se desarrolla una experiencia de huerta orgánica, que además de formativa, es un modelo para la comunidad.

 

La Escuela Especial Nº 81 para Discapacitados Intelectuales “Clemente Estable” de Durazno, está ubicada a 183 km de Montevideo. La misma consta en la actualidad con 187 alumnos inscriptos, extendiendo sus servicios a jóvenes egresados y alumnos de escuelas comunes.

Esta población se divide en 2 grupos: niños y adolescentes. Las actividades se desarrollan en 12 talleres: carpintería, cocina, cestería, hilado y telas; huerta orgánica, manualidades, jardinería, lombricultura, azúcar y chocolate, zapatería, tornería en madera; y 3 talleres que involucran actividades de la vida cotidiana, como el manejo de electrodomésticos, velas artesanales y reciclado de papel.

El objetivo del trabajo es dar un enfoque de redes para que cada una de las partes integre un todo y dentro de ese todo se alcance la armonía, una armonía basada en la comprensión de la diversidad, en la peculiaridad, en la identidad.

Como eje articulador de la propuesta figuran conceptos como: Trabajo Seguridad Tolerancia Salud Participación, estando todos ellos vinculados intrínsecamente con la autoestima personal y grupal, que permite frente a cada una de las circunstancias que se plantean, ubicar el problema, vincularlo a las fortalezas y debilidades, contando con un altísimo porcentaje de éxitos en las acciones desplegadas.

La Escuela se encuentra ubicada en un ámbito físico donde la naturaleza mantiene la vigencia, no habiendo sido invadida totalmente por la urbanística. De ahí que los niños, que también viven en contacto con el río, el monte, el campo, los animales, traen una inclinación hacia el trabajo ligado al suelo.

Por tal motivo, se desarrollan actividades en una huerta que en sus inicios tuvo un invernáculo y un pequeño espacio a campo. En la actualidad, se ha transformado en un predio con dimensiones mayores en el que se desarrolla el proyecto: “Trabajando por la Vida”. Se comenzó con trabajos en vermicompostaje. Este producto, de buena calidad, es comercializado en distintos lugares de la zona conteniendo una gran carga afectiva, ya que los niños lo promueven de una manera muy original, sensibilizando a barrios enteros, principalmente a mujeres que lo usan en sus huertas o jardines.

Este proyecto permite a la escuela no solo demostrar, a través del trabajo de sus niños, maestros/as y técnicos, que se puede producir sin afectar el ambiente y la salud de los productores y los consumidores; sino también producir alimentos y otros productos (vermicompost) que contribuyan al funcionamiento de las actividades que allí se desarrollan.

   

 

 

 

 

 

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