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LA CRISIS DEL CAMPO
y LA CRISIS DEL MODELO
EN
EL NUEVO MILENIO
1.
La
crisis que vive el campo argentino es la consecuencia de una Crisis mayor.
Y
esa Crisis a su vez deviene de un modelo económico de desindustrialización y
depredación que aplicó primero la dictadura militar, durante la época del
Terrorismo de Estado, y luego el menemismo de un modo sistemático a través del
Plan de Convertibilidad, de la apertura importadora y de las privatizaciones y
desregularizaciones masivas de los servicios públicos. Este modelo tuvo
una sola estrategia y un solo propósito, el de allanar el camino al libre juego
del capital y a la ley suprema de aumentar indefinidamente su rentabilidad.
2.
Democratizar la democracia pone en riesgo al modelo.
Hoy
el modelo ha envejecido y vive un final sin gloria y sin legitimidad, en que
resulta previsible que intente recursos represivos para defender sus
privilegios. De hecho resulta cada vez más alarmante la contumacia del
Ministerio de Defensa en convocar a los más detestables fantasmas castrenses
del pasado y en desconocer los avances que la vida democrática ha realizado en
el terreno de los derechos humanos. Pero el caso del Ministro militar no es
excepción en una clase dirigente que
multiplica las señales de autismo e ineficacia, que busca criminalizar en la
justicia los reclamos sociales y que no solamente sigue siendo corrupta, sino
que también le asegura impunidad de los nuevos ricos que surgieron durante
la etapa de privatizaciones
del patrimonio público.
3.
Nos cambiaron el país sin que nos diésemos cuenta.
Esta
clase política ha modificado actualmente su anterior discurso optimista por
otro de resignación ante el poder financiero y la miseria generalizada, y en
clara aceptación del destino colonial impuesto. No sorprende demasiado
entonces, la crueldad del establishment en
mostrar ahora al autor de la Ley de Convertibilidad como a un experimentado
piloto de tormentas, idóneo para conducir la economía, cuando vivimos
sencillamente las consecuencias dramáticas del modelo entonces implantado. Ese
modelo provocó durante la década de los noventa una profunda transformación
de las relaciones de producción y de la vida en el Campo. Ello implicó la
incorporación masiva de nuevas tecnologías para cultivos de exportación que
condenaron las antiguas prácticas de las chacras mixtas e hicieron desaparecer
los mecanismos regionales de seguridad alimentaria construidos durante largas
generaciones de agricultores afincados a sus tierras. Los nuevos cultivos exigían
cada vez mayor escala y ello condenó a los pequeños y medianos productores
inexorablemente, en especial cuando
el Estado que debía protegerlos y también sus propios líderes rurales, se
empeñaron en confundirlos con discursos productivistas que fantaseaban sobre la
ilusión de romper los propios récords de producción y exportaciones,
ganándolos a su vez para
tecnologías y prácticas de agricultura extractiva con crecientes
endeudamientos bancarios.
4.
OMC, transgénicos y Grupo Miami.
El
cambio brutal que hicieron del país no fue, en realidad a nuestras espaldas ni
dejó siquiera de contar con respaldos electorales reiterados, lo cual no
significó que no haya sido solapado y artero, y que expresó el poder desnudo
de una nueva hegemonía económica después del chantaje de las
hiperinflaciones. Nos convirtieron en un país prescindible en términos del
comercio internacional, pese a lo cual nuestra Cancillería se supo ganar un
lugar destacado en el resentimiento de la gran mayoría de los países del mundo
y en especial de Europa, por jugar abiertamente durante años en los foros
internacionales, como punta de lanza de la OMC, Organización Mundial del
Comercio y de las Transnacionales de la biotecnología
5.
5.
Antes
la única salida era Buenos Aires.
Durante
una década, luego de haber sido el país por mucho tiempo una potencia en
producción de alimentos de alta calidad, se transformó rápidamente en un
país exportador de aceites e insumos para forraje. Crecientes sectores
rurales quebraron, hipotecaron sus tierras o las entregaron a los pooles de
siembra. Una emigración masiva del campo a la ciudad llenó los cinturones de
pobreza de las grandes ciudades con asentamientos y
nuevas poblaciones, donde seguramente el plan preveía que los nuevos
pobres fueran atendidos por los programas asistencialistas del Estado y por los
punteros políticos del menemismo. La
dolorosa historia de este desarraigo y del inmenso dolor que entraña el
destierro y la absoluta negación en la ciudad de los propios saberes campesinos
y provincianos, es una historia que aún no ha sido narrada, quizá porque falta
la percepción colectiva de una tragedia multitudinaria que como argentinos
urbanos todavía nos permitimos ignorar o menospreciar.
6.
Desarraigo, exclusión, miseria y contaminación
Cuando
los pobres del campo arriban a la ciudad el sistema los está aguardando
y toda oportunidad de éxito les estará negada de antemano.
Inmobiliarias para indigentes no importa si con discursos eclesiales o de
izquierda, los canalizarán a tierras marginales, generalmente inundables o
sobre antiguos basurales industriales, donde el sueño del lote propio los
condenará a una mera supervivencia en un ambiente enfermo y distante de
escuelas, de hospitales y fuentes de trabajo. El sistema buscará convencerlos
de que este es un destino natural y en la medida en que se ha generalizado la
identificación del empleo con la dignidad, esa nueva exclusión que descubren
en la ciudad conlleva no tan sólo la pérdida de los derechos civiles sino
también una pérdida de humanidad, que procura el consentimiento y la aceptación
de las propias víctimas.
7.
Los nuevos ganadores de una Argentina globalizada.
La
transformación impuesta al campo implicó una transferencia brutal de las
rentas agrarias, que pasaron en su totalidad a manos de las grandes empresas
monopólicas exportadoras y a los dueños de los grandes pooles de siembra,
quedando para los productores solamente la ganancia engañosa de
disminuir los costos y de aumentar
la escala, es decir que siempre el propio crecimiento se
basa en la sobreexplotación de los trabajadores asalariados y de la
propia mano de obra familiar o en la desaparición de los productores
menores que, en esta carrera hacia el abismo, van siendo comprados por
los mayores. Si el modelo no es altamente perverso y condenatorio que lo diga
entonces, la Federación Agraria que
firmó Contratos con la Empresa Monsanto para multiplicar en el país semilla de
soja transgénica, o que lo niegue acaso el Ingeniero Jorge Cazenave que siendo
uno de los mayores empresarios del agro en materia de concentración y exportación
de transgénicos y además impulsor de importantes pooles financiados con fondos
de inversión, fue durante más de un año el Subsecretario de Agricultura de la
Nación.
8. La Argentina globalizada, una Argentina cada vez más dependiente.
Las
consecuencias del nuevo modelo de exportación de commoditis forrajeras han sido
importantes y notorias en la
degradación de los suelos y esa gravedad se acrecienta aún más por la extensión
de la frontera agropecuaria a zonas de suelos frágiles donde hasta el momento
existían modelos agropecuarios sustentables. Asimismo la homogenización de los
cultivos y la enorme extensión de aquellos modificados genéticamente, hacen
impredecibles sus consecuencias sobre la biodiversidad
y con relación al equilibrio de los
ecosistemas. Por otra parte, la desaparición de producciones destinadas al
mercado interno, el cierre de innumerables molinos y empresas agroindustriales,
y ahora últimamente la entrada en situación de riesgo de los
cinturones verdes y lecheros de las grandes ciudades, han
provocado un fuerte desempleo rural con emigración hacia las zonas
urbanas, un enorme aumento de la pauperización y el consiguiente deterioro
generalizado de la calidad de vida. El hambre se instala en este principio de
milenio como un factor omnipresente en esta Argentina fuertemente exportadora.
9.
Es imposible repensar al país si no cambiamos la mirada.
Este modelo no solo esta en crisis sino que se encuentra envejecido, con fuerte pérdida de legitimidad y sin saber qué hacer para contener una realidad social que lo desborda, con agudización de la miseria y con fuertes y crecientes movimientos de resistencia social. Lamentablemente, los temas de la crisis rural, del modelo impuesto de exportación de insumos y en especial el gran tema del desarraigo y de sus consecuencias, siguen siendo grandes ausentes en los debates políticos que intentan repensar el país. Una generalizada ceguera tiende a condenar todo aquello relacionado a la ecología o a lo rural, y desde una visión reducida a lo urbano e industrial y preñada de modelos de pensamiento fuertemente mecanicistas y socialmente fordistas, se niega el conceder jerarquía a un debate que los contenga.
10.
Necesitamos cambiar el modelo, no modificarlo o reformarlo.
Y
esta consigna que pareciera convocar el espíritu utópico de los setenta, en
verdad refiere hoy a la imperiosa necesidad de replantearse el modelo impuesto y
en desmontarlo desde nuestra conciencia y desde lo local. El problema
fundamental no es a nuestro criterio el salir de la convertibilidad o permanecer
como ahora atados al dólar. Plantearlo
de ese modo puede ser un falso debate que evade el núcleo de nuestra
dependencia como pueblo sometido.
Si la solución partiera de recuperar la soberanía cambiaria como muchos
consideran, ello significaría ver al problema desde una perspectiva
principalmente financiera, y por lo tanto correr el riesgo de
continuar dentro del mismo modelo, cambiando lo necesario para seguir
igual.
11.
Soberanía cambiaria o soberanía alimentaria.
El
problema en nuestro país es de raíces y muy hondas. Tiene que haber una
propuesta de fondo, dado que se trata de recuperar a la producción de alimentos
como un derecho de todos los ciudadanos, tal como lo fue alguna vez antes de la
Revolución Verde. Reivindicamos para ello el derecho al uso de la tierra y la
disponibilidad de las semillas en un marco de soberanía alimentaria. La cuestión
fundamental es la posibilidad de una política y de una producción agropecuaria
nacional no dependiente de insumos, de créditos ni préstamos Para
lograrlo es necesario construir la decisión política colectiva necesaria. Se
trata de desarrollar en la población la necesidad de la capacidad de auto
sostenerse, de ser autónomos, de construir la propia dignidad, de que no
haya pobres con hambre en un país rico en posibilidades de producir alimentos,
o pobres a los que se les da comida envasada y pseudo sueldos por simulacros de
empleo y Planes de Infraestructura que sólo reditúan a las fabricas de cemento
y las grandes compañías constructoras.
12.
Biotecnología, planes trabajar y reclamos de comida.
Vivimos
tiempos de globalización en que atiborrados de información televisiva nos
cuesta reconocernos y encontrar los caminos adecuados. Más todavía cuando
pesan las memorias oscuras del pasado y sus mecanismos intimidatorios,
y cuando son los grandes movimientos populares que construyeron los
discursos políticos de este país en el transcurso del siglo XX, aquellos que a
través de largas mutaciones han
devenido en los custodios o en los administradores del modelo que solo asegura
hambre y miseria para los Argentinos. Debemos rebelarnos y construir
alternativas. Pero para ello es necesario una cierta lucidez que requiere
visiones globales. La visión mecanicista y unidireccional que se nos propone es
la de que ante cada situación que denunciemos, hay una solución o una
respuesta que se corresponda al problema de un modo puntual, lineal y sin
revisar sus causas, Y estas reglas del pensamiento único imperante valen tanto
para vender las bondades de las semillas transgénicas como para remediar los
conflictos sociales. Los reclamos
de comida en las rutas o en las puertas de los supermercados son sin duda,
indudablemente legítimos y refieren a las situaciones pavorosas de hambre e
indigencia en que se encuentra sumida buena parte de la población Argentina.
Pero debemos recordar que tanto el asistencialismo, como el asentamiento
de nuevas poblaciones misérrimas en el conurbano o también el reclamo de
distribución gratuita de alimentos de emergencia,
en especial cuando provienen de la importación, cierra perfectamente con
el modelo impuesto y no abre precisamente caminos emancipatorios sino que por el
contrario, cancela quizá
posibilidades de caminos alternativos. Por eso es grave que direcciones
sindicales críticas o de izquierda nos propongan tales soluciones. Mucho más
grave aún nos parece el que se haya generalizado desde ciertos sectores políticos
una cierta identificación de las luchas piqueteras en reclamo de planes
Trabajar y de bolsones de comida, con las luchas por la Tierra del MST en el
Brasil.
13.
Que la resistencia se apoye en lo local y que sea tan global como el Capital.
La
posibilidad de un renacimiento político que permita nuevos protagonismos en la
historia de nuestro país, depende en mucho de la cantidad de gente que sea
ganada para la construcción de alternativas
liberadoras desde lo pequeño y desde lo local. Ello jamás será posible
sin la construcción de crecientes consensos que comprometan a más y más personas en un ejercicio de la
democracia directa y de la
participación. Los nuevos debates
permitirán ir construyendo poco a poco y entre todos esa Argentina deseada, que
no podrá ni deberá seguir
ignorando sus orígenes, su raigambre y los derechos a la tierra, al ambiente y
a la producción de alimentos sanos. Y
esa construcción no podrá sino negarse a la sumisión imperante, denunciar la
trama del engaño generalizado, ser disidente, cuestionar al Poder pero
sobretodo dejar de delegar poder. Devenir consumidores críticos y oponerse a
los discursos del sistema requiere un muy alto coraje civil en la época de la
Globalización. Hoy la insurgencia significa rechazar las trampas del sistema,
porque sin ese rechazo básico no hay posibilidad de organizar la resistencia ni
poder imaginar que otro mundo es posible.
GRUPO
DE REFLEXION RURAL
Enero / Febrero del 2001
UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay
Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 - 902 1048 - Fax 903 0905