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21.12.01
Argentina
Las inundaciones
en la región pampeana:
¿Quién tiene la culpa?
El aumento de las precipitaciones pluviales no solo están asociadas a manifestaciones del cambio climático, ni se produjeron de un día para el otro, sino que lleva ya más de una década. Tampoco sus efectos son debidos exclusivamente al mayor volumen de ellas, ya que la desatención del tema por parte de las políticas públicas es también de larga data. El conjunto del aumento y la desatención mencionados, se manifiesta anualmente con efectos crecientes que amenazan con convertir a una porción sustantiva de la región pampeana en un humedal permanente. Ahora bien, si la intención de los gobernantes es aumentar la oferta de la pesca continental, podría decirse que la política implementada hasta el presente es sumamente exitosa. ¡Lástima que los productores agropecuarios no fueron advertidos de dicha política! |
1. El problema
El problema de las inundaciones en las zonas rurales argentinas se ha sumado a la delicada situación económica que está padeciendo un importante número de productores, y este agravante puede conducir a un colapso final de la producción agropecuaria que conocimos. De hecho, ya un productor de 28 años se suicidó en Carlos Casares saliendo del Banco Provincia, como símbolo de una situación sin salida.
Muchos piensan ingenuamente que este fenómeno de las inundaciones es causado por la naturaleza y que se corresponde a ciclos climáticos que suceden cada tantas décadas y, por lo tanto, que no existen responsables políticos a quien inculpar. Pero esto no sería verdad. Este problema ha sido en buena medida consecuencia de las políticas que ignoraron al ecosistema y la necesidad de preservar los recursos y mantener la capacidad de adaptación de la ciencia agronómica al medio. Como consecuencia de muchos años de prácticas insustentables la provincia de Buenos Aires, primero transformada en maceta por el piso de arado, deviene ahora en una especie de batea.
2. Las causas
Como todo fenómeno que atañe al clima y a los ecosistemas, su naturaleza es compleja. El exceso de agua no se origina por causas únicas sino que se desencadena por la recurrencia de múltiples factores, algunos de ellos recaen, en verdad, en la naturaleza, pero otros tantos se originan en el accionar humano.
También es necesario discriminar aquellas que se corresponden con el cambio climático global que se está padeciendo, de otras que tienen que ver con factores críticos y responsabilidades locales que es imprescindible identificar. Señalaremos a continuación algunos de ellos:
Se ha abandonado la antigua práctica de la alternancia entre agricultura y ganadería que permitía la recuperación de los suelos. La ganadería permanente destruyó el humus y, consecuentemente, se mermó la capacidad de absorción del suelo. Ahora la agricultura con monocultivo de soja crea nuevos problemas acerca de los que es preciso tomar conciencia.
Hace quince años se introdujo el sistema de siembra directa que permite el mantenimiento de una humedad que se calcula en 200 mm constantes. Pero la siembra directa y el uso intenso de herbicidas que conlleva y que se calcula en hasta 10 litros por hectárea actualmente, elimina la flora microbiana del suelo y hace que no haya incorporación de rastrojo. Sin cobertura, el suelo queda expuesto a los agentes de compactación.
Si bien la expansión del monocultivo asociado a la tecnología de la revolución verde y a la ingeniería genética aumentó los rindes por cultivo, eliminó la posibilidad de la alternancia, con cultivos invernales, como era la de soja/trigo. La doble cosecha permitía una evaporación mayor ya que se cubría el suelo durante el invierno que ahora permanece bajo barbecho químico.
La ausencia absoluta de planificación territorial ha conducido a un pésimo manejo de los recursos, lo cual se evidencia en una irracional expansión de la frontera agrícola hacia el norte a expensas del bosque tradicional que sufrió un desmonte indiscriminado, y la paralela subutilización de los recursos de la región pampeana que en estos momentos alcanza al 30% de la superficie.
Los bosques subtropicales cumplían la función de contención de la humedad proveniente del norte y su eliminación trajo aparejado un cambio en el régimen de lluvias. La deforestación en el norte y noreste hace que las precipitaciones se desplacen más al sur. O sea que la deforestación en las áreas mencionadas ocasionaron aumentos de precipitaciones en una parte significativa de la región pampeana. El cambio ocurrido en el régimen de precipitaciones, tanto en distribución como en cantidad, aumentó el caudal de agua subterránea con saturación de los suelos en numerosas áreas de la Región.
El rinde unitario de la soja por hectárea no ha crecido, por lo tanto, los récords de cosechas se basan en el aumento de tierras puestos en producción, léase extensión de la frontera agropecuaria.
El abandono del pastoreo rotativo por la ganadería extensiva, ha hecho que el ganado coma los forrajes más palatables que son los más tiernos y evaporan más, dejando los más duros que evaporan menos.
Al resto de la ganadería se la ha refugiado en los corrales de engorde, donde se incrementa su crecimiento con anabólicos, antibióticos, granos transgénicos y balanceados con harina de hueso, es decir exactamente el mismo camino que en Europa condujo a la vaca loca.
El proceso de desganaderización implementado en la región pampeana, disminuyó el consumo de agua subterránea, elevando el nivel de las mismas. La merma de 40 a 45 millones cabezas de ganado a las actuales 20 - 25, ha reducido enormemente el consumo de agua, ya que de los 400.000 molinos que había en el país, de los que 250.000 se correspondían a la región pampeana, sólo quedan la mitad. Se calcula que cada animal requería extraer 40 litros del subsuelo, de manera que la disminución del rodeo incide con fuerza en el balance hidrológico.
La siembra directa ha compactado el suelo y restado capacidad de retener las aguas. Es decir que a los 200 mm que se retenían, se agrega todo lo nuevo que llueva en un suelo sin capacidad de evapotranpiración y toda esa agua conduce a que asciendan las napas, dándose un fenómeno nuevo de crecimiento de las aguas desde arriba y desde abajo, y que la inundación permanezca más allá de las lluvias, porque es una inundación por ascenso de las napas.
Si bien no hay monitoreos ni estudios de suelo porque se ha desmantelado al Estado en esas funciones, una apreciación rápida de las zona núcleo de cultivos sojeros, nos muestra que es la Pampa deprimida la que permanece inundada, llueva o no llueva, como consecuencia de la elevación de las napas en la zona de la Pampa ondulada donde se cultiva con siembra directa y uso intensivo de Glifosato con hasta 10 litros por hectárea.
La respuesta racional del productor sería la de volver a dar vuelta la tierra y sembrar sobre surcos. Y si bien observamos que se están volviendo a vender repuestos de reja y antiguos aperos, es preciso manifestar que son excepciones y que hoy el productor en general carece de alternativas para adecuarse a la situación climática, ya que tiene una sola maquinaria, la de siembra directa, que llega a costar hasta un cuarto de millón de dólares y que ahora con el suelo anegado no le sirve, y ha perdido la antigua capacidad de adaptar sus prácticas a las circunstancias.
3. Las responsabilidades
Un modelo, una política
De todos los factores que se pueden identificar, un número significativo es consecuencia de las políticas económicas y tecnológicas implementadas en los últimos años, del “modelo” que ha contribuido además al cambio climático global. El sustancial incremento del uso de fertilizantes inorgánicos y la siembra directa han aumentado las emisiones de gases que producen efecto invernadero.
No hay un marco regulatorio de la agricultura argentina.
El altamente significativo aumento en el consumo de agroquímicos potenció las posibilidades de expansión de la contaminación en general y, en particular, en los últimos años con la expansión del uso de semilla transgénica de soja que potenció las posibilidades de contaminación con glifosato. Además en los cultivos han aumentado de 14 a 36 agroquímicos considerados de alta toxicidad.
GRUPO DE REFLEXION RURAL
(GRR)
Diciembre, 2001
Los puntos de vista contenidos en el presente artículo,
no necesariamente reflejan la opinión de la Rel-UITA
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