Los dueños del cártel del algodón

 

LADRONES y SEÑORES

Causa de la extrema pobreza campesina

y del desastre económico del PARAGUAY

 

Un libro de Esteban Areco

 

 

 

 

Este libro expone, en un relato descarnado, la

metodología de la expoliación a que son sometidas

cientos de miles de familias campesinas del Paraguay, 

que año tras año son engañadas vilmente, situándolas

en una posición que recuerda la época de los mensúes,

en los grandes yerbales latifundistas de inicios del

siglo pasado. LADRONES y SEÑORES, profundiza la

denuncia realizada por Carlos Amorín, en el libro 

"Las Semillas de la Muerte" (La Basura Tóxica de la

Empresa Delta & Pine en Paraguay),

editado por Rel-UITA, que analiza, las relaciones de 

producción y dominio prácticamente feudales, como también

el sinnúmero de fraudes pergeñados por el cártel

algodonero en el citado país.

El prólogo: ¿Oro Blanco o Nueva Forma de

Esclavitud?,  pertenece a Francisco de Paula Oliva s.j.

(Paí Oliva), candidato al Premio Nóbel de la Paz, que cuenta

entre otras organizaciones, con el decidido apoyo de la Rel-UITA

 

 

¿ORO BLANCO 

o NUEVA FORMA DE ESCLAVITUD?

 

 

En un país como el Paraguay, con tantas preguntas que quedan sin respuestas, el periodismo de investigación no solamente es una necesidad sino que también marca cauces de acción social, política y económica.

Por eso, deseo comenzar felicitando al periodista Esteban Areco por su trayectoria de investigación y por esta última obra que ahora nos presenta. Y con él, también deseo felicitar a quienes han hecho posible, con sus aportes y confianza, este trabajo.  

Realmente el Paraguay, una tierra fructífera y extensa para sólo cinco millones y medio de habitantes, debería ser un paraíso. Es rico en naturaleza de árboles, de flora y animales; de tierras y de acuíferos. Y sobre todo, muestra un mestizaje con lo mejor de las razas que lo integran. Paraguay debería ser sinónimo de esa Tierra sin Mal tan ansiada por nuestros antepasados indígenas. Sin embargo -y no por ninguna fatalidad histórica sino por intereses foráneos y por egoísmo de algunos de sus hijos- este paraíso se ha convertido en un infierno.

Un caso concreto de todo esto lo demuestra el periodista Esteban Areco en el libro "LADRONES y SEÑORES". El "oro blanco" del algodón, que debiera enriquecer  a miles de familias campesinas, ha llegado a ser de hecho -y en palabras de monseñor Fernando Lugo, obispo de San Pedro- "una nueva forma de esclavitud" de la gente más desprotegida y sencilla.

Leyendo su escrito me invade la compleja sensación de que estoy ante actos inconexos de irracionalidad y, al mismo tiempo, ante un plan bien trazado de explotación del hombre por el hombre, al más viejo estilo del comienzo del capitalismo.

Es absurdo que al campesino se le regalen semillas de bajo poder germinativo. Corrupción de empresarios y funcionarios públicos sin escrúpulos que sobrefacturan para su lucro propio semillas de baja calidad.

Es incomprensible que por apatía y vagancia el Ministerio de Agricultura esté lleno de técnicos sentados en sus despachos de Asunción, en vez de que salgan al campo para acompañar la siembra algodonera de los campesinos.

Es injusto que el campesino tenga que hipotecar su cosecha a los caprichos del acopiador, que le ha ido fiando la comida para sobrevivir o los insumos para combatir las plagas. Es un robo que los propietarios de desmotadoras  sobrefacturen sus gastos y castiguen al agricultor eludiendo pagar por la materia prima un precio que podría ser mayor.

Es otro robo que las desmotadoras compren algodón en rama, según ellas de segunda calidad, y que luego a la hora de vender la fibra obtenida de ese mismo algodón resulte ser de primera calidad.

Es un engaño que no existan listas concretas y bien documentadas de los campesinos que cultivan el algodón, a fin de que los créditos que el Gobierno brinda por medió de las desmotadoras lleguen a las manos de quienes los necesitan y no se vayan quedando por el camino.

Y es otro engaño que cada año el Gobierno, antes de la campaña algodonera, haga promesas que luego no va a cumplir, como se ha confirmado en las últimas campañas.

He citado solamente algunos aspectos deplorables que convierten al "oro blanco" en "una nueva forma de esclavitud".Y al hacerlo me sigue invadiendo la compleja sensación de encontrarme ante actos inconexos de irracionalidad, llenos de corrupción, o ante un plan bien trazado de explotación, en el que solamente importa lograr el mayor lucro, aun a costa de matar un día a "la gallina de los huevos de oro".

A medida que profundizo mis reflexiones, día a día, me estoy convenciendo más y más de esto último. Por eso lo acertado del titulo del trabajo de Esteban Areco: "LADRONES y SEÑORES". O sea, personas que se presentan como grandes empresarios, dignos de todo respeto en el mejor sentido de la palabra, cuando que en realidad lucran sin escrúpulos, arrebatando con su accionar 50, 60 o 100 millones de dólares al año a los pobres productores campesinos. Y conste que he estudiado las vacilaciones del precio internacional del algodón, y he visto que estas variaciones influyen en una mayor o menor ganancia, pero que nunca harían perder todo al campesino. Es el perverso sistema impuesto desde las desmotadoras el que ha arruinado al campesino sembrador del algodón.

Es particularmente interesante el penúltimo capitulo del libre que estarnos prologando. Se titula "La crisis del algodón tiene solución".

El mejor resumen de ello hace el economista Pablo Herken: "En nuestra opinión, y perfectamente fundamentados en rigurosos estudios nacionales e internacionales, y con conocimiento pleno sobre la experiencia y realidad paraguayas, estamos totalmente convencidos que sobre la base del mejoramiento de los ingresos del pequeño agricultor algodonero, podemos y debemos afrentar la crisis algodonera". Y después se explican los objetivos básicos del "Plan Algodonero Rentable y Sustentable" y las leyes, medidas y acciones para ponerlos en la práctica. Un capitulo que, como decía al comienzo, convierte a este libro en un cauce de acción social, política y económica.

Y termino con las últimas palabras del autor a quien vuelvo a felicitar por su trabajo. "Es la hora de ponerse la camiseta de los pequeños productores del algodón". O sea, es la hora de que todos los paraguayos y paraguayas nos convenzamos de que la crisis del algodón nos empobrece a todos y que su solución daría un respiro a una economía como la nuestra que encuentra en el "oro blanco" una de sus principales fuentes de divisas.

 

 

 

 

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