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Neoliberalismo  
y 
pobreza  
en el 
campo 
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       |  Continúan 
los paros y movilizaciones que reclaman atención a las demandas del agro. La 
Federación Departamental de Campesinos de Puno paró dos días reclamando el 
reflotamiento del sector agropecuario y el cambio de las autoridades que 
intentan imponer unilateralmente los puntos de vista del régimen en la Mesa de 
Concertación. Asimismo, en Ancash, los campesinos demandaron asistencia técnica 
y financiamiento para que sus productos ingresen a los mercados. En el Alto 
Huallaga, Valle de Monzón y Padre Abad, 10 mil campesinos pararon 48 horas, 
exigiendo el cese de la erradicación y fumigación de cocales. En el valle del 
Apurímac y Ene se convocó a un paro en rechazo a lo mismo. Cae el precio del 
cacao y del café, razón que induce al cultivo de la hoja de coca. ¿Cómo logran 
entonces la sobrevivencia de sus familias sin cultivos alternativos?  La penosa situación por la 
que atraviesa el agro no es fruto de la fatalidad. Es producto del abandono 
permanente del Estado, de la falta de fuerza política del sector y de los 
programas económicos neoliberales que nos someten a la competencia desleal de 
productos agrarios procedentes de otros países donde sí se aplican políticas 
proteccionistas sin que nadie se rasgue las vestiduras. El neoliberalismo 
promovió la privatización de servicios básicos para el desarrollo rural. 
Privatizó a precio irrisorio -y en oscuras operaciones- las tierras públicas, 
vaticinando lo que se pretende en materia de aguas y bosques, y marginando a los 
campesinos sin tierras. Socavó la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del 
medio ambiente. El desarrollo rural agoniza por falta de apoyo. El Estado, que 
dispendió años atrás casi 1.000 millones de dólares en el salvataje bancario, 
hoy asigna apenas 30 millones de dólares al AGROBANCO, pues el oligopolio 
bancario reclama exclusividad para continuar haciendo nada. El actual gobierno 
ofrece más de lo mismo. Convoca a mesas de concertación que son un diálogo de 
sordos, y acaba de conformar el Consejo Nacional de Concertación Agraria, pero 
sigue aplicando políticas fracasadas. Pero lo más grave es que en el proyecto de 
Constitución que se debate en el Congreso, el tema agrario se ha reducido a un 
solo artículo.  Ante esto, en nuestra 
propuesta de Régimen Agrario y derechos de las Comunidades Campesinas y Nativas 
en la nueva Constitución planteamos una política de Seguridad Alimentaria, 
ligada a un proyecto democrático y descentralista. Apostamos por el derecho de 
los pueblos a definir sus políticas agrarias, de empleo, pesqueras, alimentarias 
y de tierras, en forma ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas 
para su desarrollo. Demandamos priorizar la producción de alimentos para el 
mercado doméstico y local, basada en explotaciones campesinas y familiares 
diversificadas y en sistemas de producción ecológicamente sustentables y 
prohibiendo el latifundio. Deben asegurarse precios justos a los campesinos, 
protegiendo el mercado interno de las importaciones subsidiadas de terceros 
países. La promoción de mercados locales y productores no es contradictorio con 
el estímulo a la producción para la exportación. Debe promoverse el acceso de 
los y las pobres a la tierra, al agua, a los bosques, a la pesca y otros 
recursos productivos indispensables, pero sobre todo la agroindustria para el 
desarrollo descentralizado y la generación de empleo. 
 
Autor: 
Javier Diez CansecoLa República. 
Perú, 3 de julio de 2002
 
Convenio LA INSIGNIA - Rel-UITA |