Agricultura en URUGUAY

 

 

El gremialismo rural que despunta


Arar de nuevo

Agricultura en URUGUAY

 

Unos mucho y otros nada no es casualidad; tampoco en el agro. Los menos privilegiados buscan hacer valer sus intereses dentro y fuera del sector.

Fabio Guerra

Un desocupado rural que emigra a la periferia urbana "cuesta" veinte veces más caro, en términos económicos y sociales, que uno que resiste sobreviviendo en su pedacito de tierra. En datos como éste, y en los efectos de una crisis que lo devasta, se afirma un amplio espectro de pequeños y medianos productores que está buscando un gremialismo agropecuario de nuevo perfil, más abierto a alianzas específicas dentro y fuera del sector y proclive, incluso, a interpelar no sólo al gobierno sino a las respectivas dirigencias.

La crisis es una sola pero las realidades que acumula esa gigantesca bolsa denominada "agro" tienen muchos matices. Aun reconociendo tal heterogeneidad, los productores con los que BRECHA conversó consideran que los problemas de la agropecuaria han nivelado, hacia abajo, situaciones que a primera vista lucían privilegiadas. Un ejemplo es la variable fertilidad de la tierra. No es lo mismo tener 500 hectáreas en Soriano que en Cerro Largo. En el primer departamento los suelos alcanzan un índice coneat 200 -que indica una altísima fertilidad- mientras que en Cerro Largo "con 500 hectáreas de repente estás -hoy- por debajo de la línea de pobreza", señala Alfredo Fratti, delegado de la Federación Rural a la Mesa Coordinadora de Gremiales Agropecuarias.

A muchos productores con campos en la frontera o lejos de la capital tampoco les conviene plantar -aun si tuvieran suelos aptos para ello-, por los costos que les demandaría transportar la producción a Montevideo, y "mueren" en vacas y ovejas, además de que la mayoría de los campos ganaderos en el Interior -sobre todo en Artigas, Treinta y Tres, Cerro Largo y Rivera- tienen entre 50 y 70 hectáreas, añade Fratti. Y un gran porcentaje está sobre suelo basáltico, que es muy pobre en fertilidad y requiere buena tecnología para mejorarlo. Hay pocos productores en condiciones de asumir, actualmente, los costos de esa tecnología. El anunciado proyecto ganadero del mgap no facilitará nada las cosas, advierte. "Ese proyecto sostiene que la solución es agruparnos, pero eso no se hace con los chicos y medianos, sino con los grandes. Es entre los grandes, que son los que trabajan con consultores, que el ministerio piensa repartir la plata."

El problema de la rentabilidad del agro, dice Fratti, no está tan vinculado con la eficiencia tan reclamada por el gobierno -y lograda por el sector, a su criterio-, o con los mercados internacionales, o con la devaluación de Brasil, sino con el manejo equivocado de la política económica, que derivó en atraso cambiario y una transferencia escandalosa de recursos a otros sectores, particularmente el importador y el financiero. "Aparte de que hoy podés comprar todo importado, desde tomates hasta fósforos."

Contra esta competencia no hay eficiencia que valga, remarca; tampoco le convencen los argumentos sobre el determinismo de los mercados internacionales. Cita el caso de los productores neozelandeses, que cerraron el último año agrícola con la mayor rentabilidad en treinta años, exportando básicamente carne, leche y lana, igual que Uruguay. Entonces, a iguales rubros de exportación, "¿por qué a los neozelandeses las cuentas les cierran y a nosotros no?", cuestiona Fratti. Y él mismo responde: "a pesar de que compiten en los mismos mercados internacionales que nosotros, tienen un manejo de la economía interna distinto".

Admitiendo su desconocimiento de la realidad del sector granjero, Fratti señala que del intercambio con los respectivos productores en la Mesa Coordinadora surge que el principal problema que afrontan es el contrabando desde los países limítrofes. Los granjeros no han conseguido, siquiera, frenar el contrabando durante la época de zafra, que es cuando más necesitan colocar la producción en el mercado interno.

Diálogo cuerpo a cuerpo La unidad del gremialismo rural está en proceso de reconstrucción, destaca por su parte el secretario de la coordinadora y de la Intergremial de Productores de Carne y Lana, Roberto Xavier.

Como productor ganadero, concuerda con Fratti en que el proyecto del mgap no sólo no resolverá los problemas de fondo del subsector, sino que tampoco le hinca el diente a flancos débiles fundamentales, como el relativo a la cría.

"El tema no es innovar, sino ponerse a hacer de una vez. Hay una piqueta fatal del progreso que parece apuntar a cambiar las estructuras agropecuarias, sustituir a los productores. Hablan mucho de escalas, de aumentarlas, pero el sector está descapitalizado y desculturizado, sólo falta el 'des' de desaparecer", ironiza.

Ya que está de moda mirar al Norte, "miremos al estado de Montana", prosigue. Es el más ganadero de Estados Unidos y el más parecido a Uruguay en el tema pecuario, aunque el tamaño promedio de los rodeos es de 50 vacunos. "Si ellos, con 50 vacas por productor, no tienen problemas de escalas, aquí ¿por qué es necesario que tengamos 20 mil para sobrevivir?"

Xavier destaca el valor de la palabra confianza, fundamental, por ejemplo, en el sistema financiero. La mayoría de los productores quiere mantener la confianza en las dirigencias gremiales, y en pos de ese objetivo surgirán alianzas nuevas -considera- tanto internas como de la agropecuaria con el pit-cnt,1 la industria, el comercio, los servicios. Alianzas, por cierto, que no suelen darse a nivel de cúpulas, sostiene Xavier. "Porque en cada sector se tienen centros de poder muy fuertes. En la agropecuaria el que representa Symonds; en la industria, los Rocco; en el comercio, los Angescheidt. Yo los respeto mucho pero me parece que no son los intereses de los universos de cada sector."

El camino para recomponer la confianza pasa por dialogar "mano a mano" con cada grupo, cada movimiento interesado en un cambio. No es lo mismo hablar con algunos funcionarios del Banco Central cuyos salarios superan los 40 mil pesos, que con los trabajadores "que tienen que bajarse el sueldo para poder mantener el empleo", subraya el productor.

Cerdos "blanqueados" El reciente mazazo del brote aftósico en Brasil puso en evidencia la "debilidad" fronteriza de Uruguay, hecho que "venimos denunciando hace un año", afirman Néstor Rodríguez y Pablo Naya, productores de suinos radicados en Progreso.

El Ministerio de Ganadería tenía información -dicen- de que Brasil "blanqueaba" cerdos en la zona de Río Grande del Sur. Por "blanqueo" se conoce el procedimiento de traer cerdos originarios de estados donde hay fiebre aftosa, faenarlos en establecimientos en estados libres de la enfermedad y venderlos como "sanitos". "Los controles brasileños, para el mgap, son muy buenos, pero a nosotros nos dejan mucho que desear", comentan los productores. "Además, se puso en conocimiento de la situación a los propios servicios de sanidad del ministerio, y el jerarca respectivo pidió pruebas de los hechos. De sobra sabe él que el mgap tiene todas las facultades para enviar funcionarios a la frontera a comprobarlo."

Pero el problema con la entrada legal de producción extranjera es peor, todavía, que con el contrabando, aclaran los entrevistados. Porque la mercadería entra subsidiada, son excedentes de producción en un 90 por ciento provenientes de Brasil. "El año pasado decíamos que el mercado legal del cerdo se había acabado; hoy no hay dónde colocarlo, se termina vendiéndolo 'clandestino' o en las ferias, a compradores que lo van a faenar por la suya, porque son los únicos que no pueden importar."

La economía de subsistencia lleva a los productores a vender los planteles de madres, indispensables para el procreo. Hace por lo menos dos años que vienen haciendo esto, es decir, liquidando la "máquina" de producir, vendiendo a precios de ruina. Ejemplo: un animal de 150 quilos se vende hoy a 700 pesos. "Calcule cuánto le sacamos por kilo; deberíamos venderlo por lo menos al doble para descontar gastos e ir tirando."

El tema costos debería ser similar para cualquier productor de cerdos -continúan- porque el 80 por ciento de los mismos se va en granos, que valen lo mismo aquí, en Argentina y Brasil. "El detalle es que los cerdos que entran de allá lo hacen a un valor por debajo del costo e incluso de los precios que se pagan en origen. Si uno va a un mercado en Brasil, el cerdo cuesta lo mismo que acá, pero cuando ingresa 'legal' lo hace a menor precio."

Los frigoríficos, en tanto, tratan a los productores igual que el médico, dice Naya. Aparte de que hay que rogarles que compren un cerdo, "dan fecha para dentro de un mes o mes y medio, compran lo que quieren y pagan a 90 días. De yapa, por ahí lo 'castigan' a uno porque el cerdo se pasó de peso; no es como el vacuno que tiene un proceso de engorde más lento, el chancho en quince días se te pasó".

Hay unos 2.800 productores de suinos cuya economía familiar depende exclusivamente de ese animal, concentrados en los bañados de Rocha, la zona cerealera y varios minifundios de Canelones. Son lo suficientemente "pequeños" como para no tener otro rubro del cual vivir -al contrario de las grandes estancias que crían cerdos para hacer factura de vez en cuando-, y el destino postrero de los exiliados de muchos subsectores agropecuarios. "Porque como es una empresa que la podés arrancar con dos lechones y 150 dólares, que es lo que sale un alambrado eléctrico, a todo el que queda fuera de escala en la rentabilidad, enseguida le aconsejan: 'producí cerdos'."


1 - Central sindical única del Uruguay.

 

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