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A desalambrar, a desalambrar,
que la Argentina es un poroto.
Entrevista con Adolfo Boy
De Borlaug, al gen "Terminator". Del trigo con calidad panadera, al trigo adicto a los agrotóxicos. De Washington a Buenos Aires. De la chacra mixta, al monocultivo sin barreras. De lo global, a lo local y lo local como alternativa. |
- ¿Por qué ingeniero agrónomo?
Yo nací en la ciudad de Junín, Provincia de Buenos Aires, y desde chico me gustaron las plantas y los bichos. Mi padre que era ferroviario, me decía que la agronomía era para aquellos que tenían campo. Quizás, además de esa inclinación que tuve desde la niñez, como todo adolescente, ingresé a la facultad por llevarle la contra a mi viejo.
- ¿Arrepentido? - No, en absoluto. - ¿En qué año ingresas a la facultad de agronomía? - En 1956 - Si comparas aquella facultad con la actual, ¿observas cambios? - Hace una semana di una charla en la facultad, y comenté que yo tuve profesores que realmente me enseñaron agronomía. Agronomía significa conocer el sistema agrario en su totalidad, y por ello se trasmitía un enfoque agronómico como dicen ahora, holístico. También conté a los alumnos, sobre un profesor de microbiología apodado "el loco Soriano", que le gustaba tener como ayudantes a los tipos más díscolos porque el quería estudiantes que salieran de la media, que plantearan cosas que a él no se le ocurrían. Uno de esos estudiantes, fue el Ing. Agro. Jorge Molina, que hoy en la Argentina todo el mundo lo recuerda como el fundador de los Amigos del Suelo. Un hombre que revolucionó el tema del manejo del suelo. Es decir, dos cosas que hoy no se hacen. Hoy, el profesor directamente quiere a sus alumnos tranquilitos, les da todo masticado y en lo posible trata que todos piensen igual. Aquel que discrepa, no le trae alegría. - ¿Viviste la arremetida de la revolución verde dentro de la facultad? - Hoy a la distancia puedo ver ciertos hechos, que cuando se está adentro uno no los nota. Además de esos brillantes profesores que realmente nos marcaron, fueron apareciendo algunas cátedras ejercidas, ya no por ingenieros agrónomos, sino por químicos que venían de ciencias exactas y matemáticos en biometría. Física, que era una física muy particular la nuestra, también el profesor venía de ciencias exactas. Es decir, hoy veo a la distancia, como los agrónomos que tenían ese enfoque agronómico de la química y la física, lentamente fueron desplazados por enfoques lineales. El profesor de biometría hablaba de estadística y ponía como ejemplo una fábrica de tornillos, cuando yo lo que necesitaba era que me enseñara como se hacía un ensayo comparativo con variedades que son vivas. Yo no puedo decir, bajo ningún punto de vista, que recibí una formación para aplicar agrotóxicos, cosa que sí veo ahora. En esa charla a la cual hacía referencia, los chicos dijeron: "nos están haciendo visitadores médicos, estamos trasmitiendo una receta". Es cierto, todo es una receta. Pasan años explicándoles que hay que aplicar tal cosa para tal resultado y si hay tal problema, tenemos esta receta. Todo está como previsto. Nosotros no vivimos eso, la revolución verde a mi me toma fuera de la Universidad y te soy sincero, no era muy crítico en aquel entonces. |
Al técnico lo acostumbraron que el sabe todo En el año 1974 comienzo a trabajar casi exclusivamente en batata. La batata empalma con la guinea, hay productores que llevan más de 30 años, haciendo batata un verano, barbecho, guinea, barbecho, batata; con un rendimiento y calidad excelentes. Era común que el productor dijera que la batata se le había ido en vicio, pues tenia unas guías enormes; guías que controlaban muy bien a los yuyos, sin la necesidad de utilizar herbicidas. Entonces yo, junto a un grupo de iluminados, comienzo un trabajo para crear la batata ideal. Para acortar la historia, te cuento que la batata que inventamos tuvo un extraordinario éxito, dejándose de cultivar otras batatas de color zanahoria (muy suave), y otra de color blanco. Ahí me di cuenta lo que era la erosión genética. Esas dos variedades se perdieron. En Rosario, por ejemplo, no se podía vender batata colorada, hoy no recuerdan que había una batata blanca. Entonces nos dimos cuenta que habíamos hecho una cosa industrial, pero que se había perdido biodiversidad y perdimos esa capacidad agresiva que tenía la otra batata de controlar los yuyos. Cuando yo llegué a San Pedro, había duraznos y ciruelas que tenían el nombre de los chacareros que habían seleccionado esas variedades. Sucede que el chacarero tiene una relación muy cercana con sus plantas, que nosotros, los técnicos, no tenemos. Hoy estoy convencido, que debemos acercarnos al productor. Y es más, no solo tiene que estar el productor para seleccionar juntos, sino también tiene que estar la mujer, porque ella sabe que tal variedad no se cocina bien, que tal otra es difícil de pelar. Al técnico lo acostumbraron que él sabe todo. La arrogancia de la ciencia, hace que ignoremos al productor.
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- Una vez recibido, creo que no habrás tenido mayores problemas para encontrar un empleo, no sólo la Universidad era otra, también el país.
¡Pero, no tengas dudas! En el año 1963, un pichoncito, comienzo a trabajar y enseguida me ofrecen una beca. La beca contaba con el auspicio de la Agencia Internacional del Desarrollo (AID), enmarcada en la Alianza para el Progreso. Así que fui a Washington, donde nos dijeron a mí y a un nutrido grupo de ingenieros agrónomos de América Latina, como venía la mano del mundo y cuál sería nuestro papel, el del futuro dirigente de una agricultura donde se necesitaba, lo recuerdo muy bien, no más del 4 al 5% de la población en la producción agrícola. Hice el master en los Estados Unidos y en Argentina terminaba el "lavado", donde se nos enseñaba management. No había ninguna duda que aquel que tomaba esa beca, tenía que transformarse en el manager de su gente para concretar un modelo productivo. Se formaban líderes. Ingenieros agrónomos que no acompañarían procesos, sino que serían sus líderes. Se preparaban elites.
- ¿Cuánto tiempo permaneciste en los Estados Unidos?
- Dos años, trabajando en el Estado de Washington en mi tesis sobre cebolla y hortaliza, y debo confesarte que técnicamente no tuve problemas, pues el nivel que llevaba era muy bueno.
- ¿La revolución verde ya había permeado la agricultura norteamericana?
- Si, se veía con mucha fuerza. Pero la ventaja que tienen los Estados Unidos, es la capacidad de tener líneas paralelas. Mi tesis fue sobre la aplicación de fertilizantes nitrogenados en distintos momentos en la producción de cebolla, era bien revolución verde, pero también estuve en el comienzo de lo que significó el control biológico. De Bach que era de California, editaba su primer libro y yo estaba allí. Me traje muy buena información de todo eso, que era un enfoque distinto en el control de plagas.
- Vuelves a la Argentina donde todavía la agricultura se desarrollaba con escasos insumos químicos.
- Yo marcaría que la verdadera revolución verde aquí, comenzó con la introducción de la soja. La Argentina fue uno de los primeros países, cuya agricultura se mecanizó. La primera cosechadora de trigo la inventa Drueta, en Santa Fe, pero el gran cambio y el boom de los agrotóxicos, vino de la mano de la soja, una desconocida en Argentina. En esa época no estaba el pool de siembra, estaba el contratista. ¿Qué hacía el contratista? Era pura máquina, tenía el tractor de más de 100 caballos y tenía toda la herramienta como para arar gran cantidad de hectáreas. Y con el monocultivo de soja, esos contratistas fueron creciendo, al tiempo que se inicia la expulsión de los pequeños y medianos productores y también va desapareciendo el cultivo de muchos productos como la batata, y la chacra mixta cae en desgracia.
- ¿En el trigo no se utilizaba agrotóxicos?
- En el trigo no se usaba agrotóxicos y se producía en un modelo de producción mixta, con la presencia de ganado. Para controlar la roya, que siempre ha sido un problema en el trigo, se buscaban variedades resistentes. Es más, pregunta por Norman Borlaug en la pampa húmeda y especialmente en Pergamino. Los trigos argentinos cuando se fertilizaban se volcaban, todo el mundo sabía que no se podían fertilizar y además no había necesidad porque funcionaban muy bien. Y es este señor, el padre de la revolución verde, quien introdujo al trigo la famosa sangre mexicana que permitió la fertilización. Entonces es ahí donde yo veo que impacta la revolución verde en el trigo. Volviendo a la soja, con su expansión comienzan los problemas. Por ejemplo, la chinche verde, que tiene un olor muy feo y cuando éramos chicos la buscábamos –no era fácil– para ponérsela en el cuello a alguno, se transforma en la primer plaga que tiene la soja: el vaneo, vainas vacías. Es la experimental de San Pedro donde el entomólogo detecta el problema: la chinche. Esta chinche que era algo curioso de ver, se transformó en una plaga. Encontró el huésped ideal al cual le dio con todo. Y ahí comenzó, la historia: "hay que darle a la chinche". Se terminó con la chinche a base de venenos y entraron en escena los cogolleros, que es una pequeña isoca que entra por el cogollito y seca la punta. Chinches, cogolleros, orugas militares, etc., siempre algo nuevo y siempre la misma alternativa, más veneno. |
Y crecen los problemas y la dependencia Aproximadamente en los 80 con el desastre creado, los suelos pulverizados empezaron a volar y el tema de la erosión comienza a ser tremendo. Entonces desde el INTA se creó un proyecto llamado de agricultura permanente, mirá vos, que trata de parar la erosión, pero sin salir del esquema de la agricultura permanente. Dentro de ese esquema en los años 84 y 85, en San Pedro -yo todavía estaba ahí- hacemos los primeros pasos de la llamada siembra directa, que no tiene nada que ver con la actual. Se sembraba el trigo y cada 70 cm se dejaba una fila sin sembrar y una vez cosechado el trigo, se sembraba la soja en ese lugar. En ese momento lo que tratamos fue de controlar la erosión y conservar la humedad. Pero, cuando vos repetís ese sistema se va formando un colchón de paja que hay que cortar, para luego sembrar. Ahí se dio otra vuelta de manija, porque resultaba difícil cortar ese colchón de paja con las herramientas existentes, entonces aparecieron máquinas mas pesadas, sofisticadas y sobre todo más caras.
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Después en la zona que abarca San Pedro, San Nicolás, Ramallo, Pergamino, Villa Constitución, la soja empieza a avanzar y desplaza incluso al maíz, a la ganadería y la chacra mixta y entró lo que se llamó la agricultura permanente. Otro gran logro: dos cultivos, trigo y soja. Por ejemplo: se planta trigo que lo levantamos en noviembre/diciembre y luego soja y así tenemos en un año calendario dos cosechas. Y meta y ponga y ponga y meta, levanto la soja y siembro trigo. ¿Te podes imaginar lo que significó eso? Además al agrandar los tractores, aparece en esa época el Zanelo que pasa de los 200 caballos, se incrementó la capacidad de roturación. Por lo tanto, más veneno y también más fierro a la pobre tierra. Como si eso fuera poco, en toda esa zona vivían descendientes de italianos, que le gustan los campos prolijitos sin un yuyito, así que los suelos eran talco. Entonces la solución: fertilizar. ¡Una locura! Pero mi especialidad no es la agricultura extensiva, yo siempre trabajé en la horticultura donde se aplican agrotóxicos en grandes cantidades. Su aplicación, por ejemplo en la cebolla, comienza en el almácigo donde se utilizaban fungicidas que se repetían cada siete días. En el cultivo, el problema es más grave, donde siempre se está probando con herbicidas nuevos. Cuando su precio disminuyó, se produjo el boom del bromuro de metilo. Eso es lo que yo ahora veo y critico, a un problema una solución, y ahora con la ingeniería genética, a un problema un gen. Y la agricultura no funciona así, el ser humano no funciona así, la naturaleza no funciona así. - Volviendo atrás, ¿por qué si el trigo en Argentina se producía sin la dependencia de fertilizantes de síntesis química, se sustituyen esas variedades por híbridos?
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- Por un tema puramente económico y en la búsqueda de un mayor rendimiento. Yo recuerdo muy bien, que el boom de la incorporación de los trigos con sangre mexicana y alta fertilización, se produce el mismo año de la guerra de Las Malvinas. La guerra se inició en abril y terminó en el mes de junio, en ese momento la publicidad hecha por el gobierno militar desde la Secretaría de Agricultura, era el casco de un soldado dado vuelta rebozando trigo. "Plan canje: siembre, fertilice, pague a la cosecha". ¿Qué era esto? Era un programa del gobierno donde recibías fertilizante y lo canjeabas por trigo en la cosecha. El fertilizante tenía un valor 10 y vos pagabas esos 10 con trigo. Esa campaña realizada en el 82, creo que fue el detonante para que se difundieran las dos cosas: primero los trigos con un alto potencial de rendimiento y la otra el fertilizante. Esos trigos mexicanos incorporaron un mayor rendimiento, pero siempre que se gana en rendimiento algo se pierde, y nuestro trigo perdió calidad panadera. Y yo te digo, este no es mi tema, pero recién hoy la gente está preocupada porque los trigos se califican por su contenido proteico, por el gluten y su capacidad panadera. |
Agrotóxicos y más agrotóxicos
El tanden trigo-soja no funciona más. Los productores abandonaron lentamente el trigo y ¿qué hicieron?: cuando entra la siembra directa se decide por el barbecho, el barbecho es tierra sin cultivo. Entonces hacen dos sojas: la soja de primera que se hace sobre el filo de la última helada, y la soja de segunda que se hace sobre otro cultivo. Y luego después no se hace nada si es soja de primera. Con la siembra directa durante el barbecho aparecen yuyos, y entonces también le echamos herbicidas durante el invierno. Entonces, estamos usando agrotóxicos no solo cuando hay cultivo, sino también cuando no lo hay. ¡Es terrible!
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La Argentina tenía laboratorios de primerísimo nivel para mejorar la capacidad panadera del trigo. La miga esponjosa no se lograba como ahora a base de mejoradores y de ácido tartárico, pero esos trigos se perdieron. Como también se perdió el trigo Candeal, que es el trigo fideo.
- En una pasada entrevista, el Ing. Agr. Walter Pengue, mencionaba que en diez años las explotaciones agrícolas disminuyeron de 140 – 150 mil, a 116 mil y se preguntaba: ¿dónde está esa gente?
- ¡La situación es terrible! Cuando se va un productor, quien está relacionado con él, también se va. Porque un productor agropecuario, necesita tractoristas, necesita alambradores, herreros, etc. Está claro, que desde aquel que pica la reja de un arado en un pueblo, hasta quien hace el pan para darle de comer al que pica la reja y al que arregla el tractor, toda esa gente desaparece. El agro generaba un área de servicio muy importante que desapareció. El pool de siembra por ahí, también utiliza algunos servicios, pero si se le rompe una máquina o una herramienta, no lo arregla en el pueblito, lo lleva a Buenos Aires. Con ello va desapareciendo lo local. En el medio rural, se vive una situación de crisis general. El productor agropecuario está endeudado con el banco, pero también lo está con el proveedor de insumos. Hay proveedores de insumos que tienen deudas millonarias y la van trasladando, pero las grandes empresas no perdonan. |
La fábrica de tomates
En la década del 80 llega a la Argentina el boom del invernáculo y ahí el consumo y la aplicación de agrotóxicos tiene un aumento sideral. Todos los invernáculos se tratan con bromuro de metilo y en todos se aplica una carga impresionante de fertilizantes químicos. En el invernáculo es el lugar donde mejor vienen las plantas, pero también es el mejor lugar para las plagas, y entonces de nuevo: meta y ponga, ponga y meta, ¿te das cuenta? Además, el invernáculo dificulta la fecundación, por ello se utilizan hormonas que reemplazan la polinización natural que se da en el campo. Así que tenés herbicidas, fungicidas, fertilizantes y hormonas. El tomate y el apio reciben mucha cantidad de agroquímicos, y no son lavados, porque la lluvia algo lava, el sol degrada en parte los agrotóxicos, en cambio así como está protegido, todo lo que le echamos queda ahí y eso lo comemos todo.
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Dentro de este modelo no hay salidas, pues cuando un producto aumenta su rendimiento, baja su precio. Un modelo perverso, donde cuanto más se produce más se pierde. Y frente a esta situación el pool de siembra ofrece menos al chacarero, en estos momentos le ofrece US$ 100 por hectárea, cuando en el pasado año le ofrecía US$ 200. Es decir, el productor cayó en una trampa; después querrá vender y venderá a un precio vil. Y lo que también está claro, es que al gobierno le interesa la producción, no los productores.
- ¿Y cuál es la solución?
- Yo creo que al productor hay que darle marcos regulatorios e incentivos a nivel municipal. Hace pocos días, en un pueblito muy cerca de San Pedro, en Pérez Millán, les preguntamos a unos productores que no utilizan agrotóxicos, ¿por qué cuando se produjo la manifestación el pasado año, destruyeron una cabina de peaje? El problema no es el peaje, el problema está en la municipalidad. Pero ellos cuando hablan del intendente dicen: "pero a Cachito (el intendente) lo conocemos de la escuela, como le vamos a hacer una manifestación". Y esto sucede porque a Cachito, lo ven todos los días.
En Pérez Millán, hay un frigorífico, modernísimo, de última generación, que está cerrado por supuesto. ¿Y por qué está cerrado? Porque no tiene vacas que faenar, la soja lo desplazó todo. La chacra mixta le daba razón de ser al frigorífico. Ahí está uno de los problemas, apostando únicamente a la soja corrimos al ganado y desalambramos. Entonces, desde el Municipio se deben brindar facilidades (flexibilización tributaria, condonación de deudas, etc.) para que el productor vuelva a alambrar y vuelva a la chacra mixta. Hay que estimular la producción local. Hay que hacer algo localmente para que la gente no se vaya. La gente de campo todavía es buena, y no le hace una huelga a Cachito, porque fue compañero en la escuela. |
La bolsa blanca y el Terminator
El vendedor da a sus clientes los insumos que luego el productor pagará con la cosecha. El vendedor de insumos, fue quien ayudó a la revolución verde, ya que el tipo vendía las semillas con el paquete tecnológico atrás y además daba créditos. Digo daba, porque hoy por hoy, y este es el tema, está el famoso asunto de la bolsa blanca. Como el proveedor da las semillas a cobrarse con la cosecha pero sin firmar nada, el productor luego las multiplica. En Argentina hay gente que nunca compró semillas transgénicas a Monsanto y es cierto. Las grandes empresas semilleras, están viendo que el proveedor local no tiene cara para hacerle firmar a los productores, entonces ellos mismos van a vender las semillas. En el futuro hasta el mismo proveedor de insumos a nivel local, que también daba trabajo, lo van a sacar del mapa. La gran empresa llegará al productor sin intermediarios, eso lo hablamos con Pat Mooney, y coincidimos en que Argentina será el primer país del mundo donde se pondrá en práctica la tecnología Terminator. Y las autoridades argentinas, que son tan permeables a los intereses de las grandes empresas, van a decir: tienen razón, como nosotros no podemos controlar la "bolsa blanca" autorizaremos el Terminator.
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Autor: Gerardo Iglesias
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